Jesús está hablando ante una multitud que posiblemente sobrepáselas 5.000 personas,

todos recordamos ese episodio, ese momento, ¿no?

En el nunca Jesús ha sido tan popular como hasta este momento, se corrió la voz acerca de sus sanidades, de sus enseñanzas,

entonces después de todo un día de conferencia, Jesús se da cuenta que la gente tiene hambre,

así que les pregunta a sus discípulos que podría usar para conseguir comida.

Uno de los discípulos Felipe le dice que ni juntándolos, ocho salarios, ocho salarios tendrían el dinero suficiente

para que todos comieran al menos un bocado. Otro discípulo, Andrés, lo dice, mira, Jesús no sé si sirve,

pero sólo hay un muchacho que tiene una vianda, cinco panes y dos pequeños peces, que sustoma la vianda del muchacho,

hora y con eso alimenta toda la multitud, multiplica la vianda del pequeño, de la adolescente.

Después de la escena, la multitud decide acampar para pasar la noche y poder estar al día siguiente con el señor

y a la mañana siguiente el gentil se despierta y siente hambre otra vez, lógicamente.

Entonces comienzan a buscar a Jesús reclamando su tique para el desayuno.

Preta altura, Jesús ha cruzado el lago hasta la otra orilla sin decirles nada.

Para cuando alcanzan a Jesús, ya están muertos de hambre, no habían desayunado, se perdieron de desayuno,

pero ahora se preparan para el almuerzo, piden preguntan dónde se hace la fila para el almuerzo,

qué va a multiplicar Jesús hoy, y Jesús decide cerrar su buffet de tenedor libre.

Dice, se acabó la comida veratis, se acabó la olla popular y en Juan 626 denuncia algo fuerte,

dice ciertamente, yo les aseguro que ustedes me buscan no porque hayan visto señales ni quieran aprender,

sino porque comieron ayer pan hasta saciarse.

Entonces, Jesús sabe que esta gente lo está siguiendo por la comida gratis.

Realmente ellos desean a Jesús o están interesados en lo que Jesús puede hacer por ellos,

y para probarle que lo que dice es cierto, Jesús cambia el menú para ese almuerzo,

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