¿Acien unos días ocurrió cierto evento en Argentina en el cual de alguna manera se mezcló la política con la iglesia,

hizo que tallaran los medios de comunicación y obviamente las redes. Lo menciono porque es de público conocimiento.

La mezcla le decimos mezcla,

sin hacer un juicio de valores,

cuando básicamente se conoce algo como sincretismo,

que es cuando la cultura secular se entreteje sutilmente

con la cultura espilituar y eso suele ser peligroso.

No digo que no se pueda que esté mal.

Simplemente es peligroso cuando el sincretismo se logra filtrar.

Resulta que un querido pastor, que además lo conozco, es amigo,

invitó a la inauguración de su mega templo allí,

en Argentina más precisamente, en el norte del país,

invitó al presidente de la nación y este,

que tampoco es un jugamiento, eso se dedica en un acto claro,

partidario, dirigioso, diatriba,

plagada de afirmaciones totalmente contrarias a las enseñanzas

del Evangelio, tampoco uno le va a pedir que sea un teólogo,

es un político.

Y, entre otras cosas, el mandatario, demonizó al Estado, de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humana de la humanición según la gestión de quienes lo están implementando. Argumentar que Dios está a la derecha en el centro a la izquierda es una falacia.

A claro, yo no pretendo hacer un juicio de valores mucho menos de la anfitrión,

dado que como cualquier pastor tiene el derecho a invitar a quien quiera a su celebración o a su Congreso.

Y menos un juicio de valores al presidente, porque su tarea es hacer política,

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