Cuando ocurre un crimen terrible de esos que marcan generaciones, de esos que nos hacen

preguntarnos qué pudo llevar a alguien a cometer un acto así, la gente suele preguntarse

el porqué, fue por una sensación de poder, ego, vinganza, han escuchado la historia

de la matavígita, a principios de este siglo, la Ciudad de México fue el escenario

en el que actuó, una de las asesinas seriales más cueles de las que se tiene memoria,

Juana Barrasa, una expluchadora profesional conocida entonces como la dama del silencio,

ofrecía sus servicios como trabajadora de lugar, y le quitó la vida al menos a 16 mujeres

de la tercera edad, su captura se te dio un descuito de su parte, actuar por impulso.

Juana me rodeaba por la colonia Moctezuma cuando se encontró con Ana María, una ayuda

de la tercera edad que vivía cerca del lugar, la anciana compartía su hogar con un

joven aquí en el preparable desayuno, regresaba a su que hace encorbada cargando bolso

se mandado, cuando se le acercó Barrasa, ofreciéndose ayudarla, acompañarlas a su destino,

viene lugar a solas, Juana le ofreció sus servicios de lavado y planchado, la mujer de

84 años, lo ofreció 22 pesos por la docena de piezas, pero la dama del silencio le respondió

que era muy poco, la anciana dijo entonces que hacieron estas viejas, que siempre querían

ganar más, y de otomó Juana el instinto asesino, las ganas de matar, tomó un estetos

coblo que se encontraba en la mesa, lentamente se colocó detrás de la anciana ahí.

Juana abandonaba el lugar de prisa cruzándose con el joven que vivía con la anciana, quien

llegaba a su hogar sin saber que lo recibiría, el cuerpo sin vida de Ana María, inmediatamente

llamó a la policía quien rodeó la zona, y terminó encontrando a Juana Barrasa, quien

encajaba de más perfectamente, con el retrato hablado de un asesino serial, a quien los

medios habían aposado como la mataviejitas. Sin embargo, esto es solo parte de la historia,

...