25 de febrero de 2021

Lo recuerdo porque son días antes de mi cumpleaños.

En esta fecha, Juan Carlos Alberto Cruz, compartió con nosotros una de las historias que

más impactó acausado en el tiempo que nuestro grupo comunitar relatos de la noche ha estado

activo en Facebook.

Una historia que desde entonces casi todos los días alguien pide que narremos y quizás

me había detenido porque lo que suceda en la historia va más allá de lo que a mí me

gustaría pensar que puede ser posible porque los seres que habitan este relato son seres

en los que preferirían o creer, pero yo no sé quién para juzgar y cada vez estoy más

abierto la posibilidad de la existencia de incluso las cosas más increíbles, pero

le repito, la posibilidad de que los entes que habitan la siguiente historia, estén cerca

de mí, cerca de ustedes, es una que no me gustaría creer posible.

La siguiente es una historia en la que no quisiera creer, la que está en punto de escuchar,

es una historia con la que no quiero que se sugestionen y la tomen como ver entretenimiento

si pueden, les pido mucha discreción y si son católicos, tengo que advertirles que

el siguiente relato puede ser bastante fuerte por algunos elementos en su descripción,

apaga la luz y ya lo sabes, estás escuchando relatos de la noche.

Cuando sucede en la ciudad de Guadalajara en Calisco, en la que nace y crecí, cuando

conocí a mi actual esposo estuvimos rentando donde viví en lo que arrabamos para el

enganche de una casa, y varios años después por fin pudimos hacerlo.

Fue en una colonia un poco antigua, que además de ser muy tranquila, gozaba de algo que

me encantaba, estaba llena de árboles, de árboles enormes por todos lados, le saló

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