Buenos días.

Gracias por estar aquí, despertando podcast.

Iniciamos este día, presentes y conscientes.

Por mucho tiempo hemos catalogado a las emociones como positivas y negativas.

Hacemos estas categorías dependiendo de qué también se sienten, o qué tan incómodas pueden llegar a ser.

Pero aquí, hemos aprendido que las emociones no son buenas ni malas, que simplemente son mensajeras

que nos ayudan a entender mejor, como nos relacionamos con el mundo que nos rodea.

Quitarle a una emoción esta etiqueta es realmente poderoso y nos puede ayudar a cambiar la forma en la que vemos las cosas.

Cuando entendemos que una emoción llega con un propósito claro y que tiene el objetivo de ayudarnos,

dejamos de verla como una enemiga y es mucho más fácil abrarnos a ella, sentirla y procesarla.

Hay que borrar de nuestro vocabulario, frases como el que se enoja pierde,

o los hombres no lloran.

Hay que dejar de pensar que tener emociones poco placenteras es malo.

Hay que dejar de bloquear nuestro mundo emocional.

Hoy te quiero invitar a que valides todas tus emociones, las que se sienten increíbles

y las que no tanto, las que te llenan de energía y las que te cansan un poquito más, las que te hacen sonreír y las que te hacen llorar.

Este proceso te va a permitir aceptar y abrazar tu humanidad, te llevarás a verte una persona

valiosa en los días buenos y en los días difíciles. Y con esto podrás reconocer que enojarte o frustrarte, no te hace una mala persona.

Siempre es importante tener presente, que así como sentimos amor, alegría y gratitud,

también podemos sentir coraje, envidia y miedo. Y está bien. El problema es que no sabemos cómo darle la bienvenida a este segundo grupo de emociones.

Creemos que sentirlas es estacionarnos en ellas para siempre y arruinarnos la vida.

Pero recuerda que la única manera de que una emoción se vaya es atravesándola.

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