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Relatos de la Noche

Especial de Noche de Brujas 2025

Relatos de la Noche

Sonoro

Drama, Fiction

51.7K Ratings

🗓️ 31 October 2025

⏱️ 60 minutes

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Summary

Muy buenas noches, comunidad… y feliz noche de brujas. Bienvenidos y bienvenidas a este especial que preparamos con muchísimo cariño para cerrar este octubre de Relatos.

Hoy reunimos algunas de las historias más incómodas, más inquietantes y más peligrosas que nos han enviado en los últimos meses.

Historias que hablan de cosas que se siguen moviendo en la oscuridad de las casas cuando todos duermen, de presencias que rondan a las familias y que no siempre vienen por lo que creemos… y de personas reales que aseguran que la brujería no es un juego, ni un disfraz, ni un filtro para subir a redes. Este episodio es para escucharse con las luces bajas y la puerta bien cerrada.

Y si en este momento nos estás usando de fondo mientras te arreglas para salir, mientras manejas, mientras esperas que toquen a pedir dulces… quédate hasta el final.

Porque a veces las historias más fuertes no vienen de leyendas viejas. Vienen de alguien que está escuchando junto contigo, esta misma noche.

📖 Ya puedes conseguir nuestro libro en librerías físicas y digitales. Búscalo en tu tienda favorita o sigue el enlace: https://www.amazon.com.mx/Relatos-noche-Uriel-Reyes/dp/6073836201/

🎧 Disponible también en audiolibro.

🖤 Gracias por ser parte de esta comunidad.

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Transcript

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Llegamos a esa casa en el bosque cuando un señor que pasaba con leña no se tuvo. Nos galonió y tuvimos miedo de que pudiera robarnos. El solo quería saber a donde iba, o si le dijimos que estábamos siguiendo a alguien, que creíamos que se había metido a esa casa. Nos dijo que nunca nos acercáramos ahí. Que ahí lo único que habitaba era una bruja. Comunidad, muchísimas gracias por habernos acompañado en el octubre de relatos. Hoy con un especial de noche de brujas que esperamos que disfruten mucho porque ha sido preparado con mucho cariño para ustedes, ustedes, eligiendo algunas de las historias más aterradoras, más adecuadas para esta

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noche que hemos recibido en los últimos meses. Desayamos de todo corazón que tengan un feliz Halloween y no olviden quedarse hasta el final, les conviene. Un saludo muy especial a todos los que utilicen este episodio como fondo para su noche de brujas, porque ustedes eran sin duda los siguientes protagonistas de relatos de la noche. No sé si alguien más haya pasado algo parecido, espero que no, pero cada Halloween, cada noche de brujas yo me acuerdo de lo que me pasó. Tenía 8 años y vivía con hispopás y mi hermana mayora en una casa de dos pisos, mediana, en una colonia bastante tranquila. Era final es octubre, justo en ese tiempo en el que todo mundo ya tiene decoraciones y las noches empiezan a ponerse frías, cuando ya se sienta el otoño. Recuerdo que en las casas cercanas colgaban brujas, calabazas con luces y tenían esas risas grabadas que se escuchen a los lejos como parte del sonido habitual de la temporada. Por eso cuando escuché la primera risa esa noche, pensé que era una de esas decoraciones a los lejos, pero no, no lo era. tengo que explicarles que mi hermana que tenía 10, no estaba en la casa esa noche, no estaba en nuestro cuarto conmigo, en la cama frente a mi. La habían operado de emergencia de la pénis y mis papás se quedaron en el hospital con ella. A mí me dejaron al cuidado de una vecina, doña Juni, una señora buena pero muy grande. Ella se durmió el sillón de la sala y me dijo que soviera mi cuarto, que me durmié a temprano. Yo trate de hacerlo para un silencio en la casa era muy raro. Todos sentía distinto sin hermana en la otra cama. No había pláticas ni respiraciones ni movimiento, ni esos sonidos de las cobijas cuando alguien se acomoda. Me quede un rato mirando en techo y creo que me dormí unos minutos hasta que escuché algo que me hizo abrir los ojos. Era una risa muy bajita como de mujer o de una niña vieja. No sé cómo explicarlo. Venía de abajo, de debajo de la cama de mi hermana. Primero quise pensar que eran los vecinos, alguna grabación porque en esos días algunos ponían bocinas afuera para que se escucharan sonidos de terror, pero el sonido no venía de la calle, venía de ahí, de adentro del cuarto. Meta peco en la cobija intentando no moverme, si a mi misma que estaba soñando, que si me quedaba quietas ahí va a ir, pero la risa siguió. Era una risa ronca, sucia, como si la garcanta de quien la sía estuviera llena de polvo. entonces escuché algo como querras por el suelo. Y ya era completamente claro. El sonido sí venía. Te abajos de la cama de mi hermana. Yo teniendo la interna chiquita, una de plástico rosa que usaba cuando jugábamos a leer bajo las sábanas y la tomé con la mano temblando. Me va a que despacito de mi cama, senté el piso muy olado, caminé de puntitas y me some hacia abajo. ¡Ahí abajo! ¡Avía, les curo por Dios! Una señora, una viejita muy flaca con el pelo cristienoeno de tierra, tenía la cara manchada como subiera a Estados carbando en el hodo. Llevaba una especie de vestido o batanegra, y las manos eran tan delgadas que se veían los huesos bajo la piel. Vieron directamente con los ojos muy afiertos, sin dejar dese. Fue una imagen tan horrible que me quedé congelada, que ni siquiera grité, solo sentí que las piernas no me respondían, que me acepipí. Después cuando pudo respirar, sin pensar, corría hacia las escaleras y bajé gritando. Doña Juni estaba en el sillón pero no despertaba. Le grité por su nombre varias veces. La movil y lejé lebrazo y nada. Curría la cocina, agarré una jarra y regresé. Le avente el agua en la cara y en ese momento abrió los ojos muy asustada. ¿Qué pasa, miña? Me dijo llenojada. Le señalese arriba, sin poder hablar bien. Creo que sólo decía, ¿hay alguien? ¿Hay alguien debajo de la cama de mi hermana? Ella subió las escaleras, todavía medio nojada. Yo me quedé abajo esperando, escuchando. Pasaron un segundo si lo voy a gritar. Después bajo corriendo sin decirme nada, me tomó de la mano y me llevó a su casa. Esa noche dormía en su sala, tapada con una cobija que olía a su calipto. No me dejó volver hasta que llegaron mis papás. Cuando regresaron yo seguía temblando. La platique todo y más hubiera al cuarto con mi papá. Revizaron debajo de la cama y recuerdo muy bien ese grito de mi mamá. No me dejaron subir, pero alcanció escuchar cuando hablaron en voz baja, en la cocina. Cuando dijeron que había mucha tierra ahí, como si alguien muy sucio subiera esc escondido. Digieron que encontraron un montre pito rojo con algo dentro, un hueso o algo que lo parecía. Mi papá lo metió en una bolsa y se lo llevó a la iglesia, creo. Nunca nos dijo a dónde, sólo me dijo que ya no me preocupara por eso. Nunca de supe más, nadie quis hablar del tema, pero los pocos ya expusieron rejas en todas las ventanas y de ese entonces en esta casa, siempre dejamos una lámpara encendida, aunque sea una pequeña. No supe quien fue esa vieja que se me echó a la casa y sus intenciones, pero cuando pienso en ella, el único que puedo pensar es que era una bruja. Buenas noches a toda la comunidad de relatos y a ti, Uriel. Soy seguitor del programa de este hace varios años, pero por alguna razón nunca me había animado a contar esta historia. Hoy, en este mes, octubre, el mes de las sombras y las rujas. Quiero hacerlo. Porque fue justo en octubre el de 2019, cuando vivimos algo que hasta ahora no sigue risando la piel. Mi nombre es José, Ya aunque yo estuvuve ahí, no fui quien sufrió lo peor a que llama drogada del 31 de octubre. El verdadero protagonista fue mi primo mayor, Pepe. Él fue quien enfrentó a lo que después todos llamamos, la bruja del ulero. Cada año visitamos el rancho familiar en estas fechas, es una tradición, celebramos el chántolo, recordamos a los que ya no están y nos desconnectamos a todo. Sin señal, sin internet, solo el silencio del campo, los grillos el viento entre los naranjos. Aquel día había sido perfecto, risas, abrazos, historias, el sonido de las tasas en la mesa, pero cuando cayó la noche algo cambió, el ambiente se volvió más frío, cada quien empezó a prepararse para dormir. La casa está el final de una calle paimentada y detrás de ellas se pierdan a sectarias de naranjales hasta donde empiezan los herros, a los costados solo hay un estable y unas cuantas construcciones pequeñas. La cocina está separada de los cuartos, es como una quesita abierta, con paredes que apenas llegan a medio metro. De día se siente acogedora, familiar, pero de noche, el viento atraviesa todo y parece que respira contigo. La que se principal tiene cuatro cuartos y dos baños. Las mujeres se quedaron en el cuarto del centro, el más grande. La chapa de esa puerta está barrota, así que montonaron maletas contra la entrada para que la iran a un pujara. Mis dios y mis abuelos surmieron hasta el fondo. Y nosotros, pepe, su hermano Miguel y yo dormimos en el cuarto junto a ellas. Ese no tenía puerta, solo una cortina del cada que se movía cada vez que entrabe la aire. Apagamos la luz cerca de la media noche. Yo estaba dormido pegado la entrada, Miguel en medio y Pepe el fondo. Todo esta mencilencio, hasta que cambió. Pepe cuenta que una brisa helada entre el cuarto, tan fría que le recorrió la espalda, se cubrió con la cobija hasta la cabeza, y entonces se escuchó una bolsave infantil que dijo. Hola. Y escuchó la mía respondiendo el saludo. Su cuerpo se tensó. No reconoció la voz de la niña pero fingió dormir. La conversación siguió. Ella me preguntó mi nombre y yo se lo dije. Yo le pregunté el suyo pero pepe no alcanzó a escucharlo bien. Hasta ese momento pensaba que era una broma, pero luego la niña volvi a hablar. ¿Cuántos años tienes? Yo lo respondí y entonces con una voz que ya no sonaba tan infantil. Ella dijo. Yo tengo 150 años.

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El corazón de Pepe empezó a letirle muy fuerte. No podía moverse, no podía respirar bien. Sólo escuchaba el silencio pesado del cuarto y luego la voz preguntó. Y la bebé, ¿todos está?

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¿La puedo volver?

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¿Estás cerca? En ese momento Pep intentó moverse, pero su cuerpo no respondió. De pronto sintió algo que era encima. Miles de cabellos largos y fríos se deslizaron sobre su cara. Le cubrieron la boca, se le enredaron en el cuello, le entraron

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entre los labios, lo estaban ahogando, intento gritar pero no pudo, y ahí la voz cambió otra vez, ya no era la voz era en mi niña, era la de una anciana, bronca, seca, muy cerca Tejil, se cae una bebé aquí. Dime donde está. O te voy a llevar a ti. Esa bebé era mi hermana. En ese momento todavía no estaba bautizada. Pepe con lo poco que podía mover, levantó el brazo y señaló hacia afuera, hacia la calle, hacia unas casas lejanas como queriendo desfiar la atención. La vos dijo, voy a ir para allá, pero si me está ahí, voy a volver por ti. De pronto el peso desapareció, los cabellos se soltaron y ya no estaban. La cortina de la entrada se levantó de golpe, como si algo hubiera salido del cuarto con una ráfaga de aire. Pepe sin corpora enseguida, tomó su celular, egan la 5-40 de la mañana. Prendió lo luz del cuarto, Miguel y yo se llamo profundamente dormidos. Into despertarnos pero lo ignoramos, le dijimos molestos que se callara y que no se cara a dormir, pensando que solo estaba jugando, bebé ya no apagó la luz, no quiso cerrar los ojos ni un segundo más, a la manesar con los primeros rayos del sol entrando el cuarto, fue directo al cuarto de las mujeres. Ahí seguía la bebé. Mi tía, que es esas personas que sienten cuando hay algo raro, lo escuchó atentamente. Mi mamá también se preocupó en cuanto yo lo que había pasado, y entonces mi tía con todo lo suyo. dijo que alrededor de las 13rés en la mañana empezó a sentir raro el ambiente. Fue cuando se dio cuenta de que alguien estaba intentando abrir su puerta. Recordemos, la chapa estaba rota y ellas habían tenido que empujar maletas contra la entrada para atravarla. Su hija mi prima también lo notó, porque estaba despierte y la vio con miedo. Mi tía le dijo que rezara, que todo iba a estar bien, que se asumiera. Al poco rato dejaron de forsejar la puerta desde afuera y todo se calmo, y volvieron a dormirse. Yo desperté hasta cerca de las nueve, cuando Pepe nos levantó a mi gel y a mi con una risa nerviosa. ¿Qué tal tu nueve de 150 años? Me preguntó. Yo pensé que estaba bromeando. Me fui a la ver la cara y cuando regresé empezó a contarnos todo. Al principio nos reímos pero cuando salimos a la cocina y vimos las caras de todos, cuando nos íbamos cuenta de que imama y mitía no nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos nos Y cuando llegaron a nuestro cuarto encontraron el esquina donde Pepe había dormido, varios cabellos largos, cabellos viejos, resecos, como si hubieran estado ahí guardados de ya se quien sabe cuanto, los quemaron sin pensarlo dos veces. Esan misma tarde regresamos a la ciudad, mi mamá y mi tía dijeron que tenían miedo de que volviera eso que había llegado a la madrugada. Y después de eso botizamos a mi hermana. Seguimos cebrando el shantolo. Seguimos encendiendo la fogata y contando historias cuando llega octubre. Pero después de esa noche, cada que llegue el 31, nadie duerme en ese cuarto, nadie. Hoy para mi ya es un relato más, pero para mi primer pepe, fue una noche que jamás se va a borrar. Sería un gusto escuchar esta historia en tu podcast y si puedes mandale un saludo a Pepe que ahorita anda de forano por trabajo. Allá donde esté, todavía le das que lo frío recordar, a la bruja del ulero. Mi papás se llama Lucas, y esa historia me la contó varias veces aunque nunca igual. A veces parecía que quería olvidarla y otras era como si necesitarra recordarla para convencirse de que sí había pasado. Él creció en una colonia las afueras de la ciudad, cuando todavía había mucho campo, terrenos vacíos y casas separadas por árboles. Eras de esos lugares donde los niños pasaban todo el día jugando fuera, corriendo, escondiendo entre la hierba alta, buscando lagartijas entre las piedras, hasta que empezamos crecer. Porque cuando el sol se metía detrás de los herros, todas las mamás alean agritar los hombres de sus hijos. Lucas, escenar, Bernando llameétate, era como una regla no escrita. Si se asía de noche, todos corrieron a sus casas, nadie se quedaba fuera. Mi papá decía que cuando era niño no le daba miedo al campo ni los árboles ni los sonidos del monte. Lo que le daba miedo era ese momento, justo cuando empezaba a querer el sol y todo se llenaba de sombras arargadas, decía que en esa hora entre el día y la noche, a veces veían cosas raras, como ese niño. Según él, niño parecía casi todos los días, siempre la misma hora para verlos jugar, cuando yo estaban guardando las canicas o los querritos. Se asamaba entre los árboles alolejos, tenía el cabello negro, largo, muy lacio, y una ropa vieja y muy erugada. Nunca hablaba, hasta parecía que no podía hacerlo, pero les hacía señas con las manos saludándolos, les decía que los siguieran. Ellos se reían, les enseñas para que mejor viniera a él, que jugara con ellos, pero el niño solo movía la que ves y se metía otra vez al monte. A veces cuando regresaban al día siguiente lo veían más de cerca, casi entre los motorales, como si hubiera estado esperándolos. Pasaron semanas así hasta que un día, cuando estaban solo mi papá y su amigo Fernando, el niño volvió a aparecer. Era una tarde muy negra, monublada, parecía que iba a haber tormente y los demás no he venido a jugar. El niño estaba ahí entre los árboles, mirándolos Mi papá decía que esa vez nos arrió, que algo en su mirada se veía diferente, se sentía diferente, Fernando fue el primer andeciero. Y si los seguimos, no más para ver dónde vive. Mi papá dudó, pero el niño volvió a hacer la seña, despacio, como si los estuvieras esperando. Corrió hoy y ellos corriendo detrás de él. El niño va muy rápido, pero sin hacer ruido. Pasaron por arbustos, por piedras, por un terreno lleno de tierra suelta. Mi papá decía que aunque los sellían de cerca, nunca lograban alcanzarlo, que parecía flotar entre las ramas. De pronto lo hubieron de tenerse frente a una casita de madera, muy pequeña, medio un día entre los árboles. Tenía la puerta entre abierta y adentro salcanzaban a ver unas luces naranjas, como de velas. No había cables ni postos de cerca cerca. Lucas pensó que quizás el niño vivía con sus papás, que podrían pedirles permiso para que saliera jugar. Tío un paso hacia la puerta pero antes de poder tocar, un grito los estuvo, un señor que bajaba del cerro cargando leña a los hombros, cuando los vio soltó todo el suelo y corros a ellos, los agarró de los brazos con fuerza, uno a cada lado, quien empezó a jarlarlos y desirona sola palabra. Después de que se alejaron varios metros, y solo estén entonces el hombre habló. Le preguntó qué que hacían ahí, qué se estaban locos, y cuando mi papá intentó explicarle que solo se llana el niño que vivía ahí, el señor se puso párido. Aquí no hay ningún niño, les dijo, esa es la casa de la bruja. Les contó que desde que su propia vuelo era niño, esa casa estaba ahí, habitada por la misma mujer de siempre, que siempre estaba sola, que siempre buscaba compañía. Los niños no entendieron nada, solo sabían que el señor, un señor ya muy mayor, temblaba mientras hablaba. Los acompañó hasta la entrada a la colonia, civilización y antes de de dejar los sirles advirtió, si vuelven a ver al niño córrerle, pero en dirección contraria de regreso al pueblo, nunca se meten el bosque cuando elante ahí. Dice mi papá que cuando dijo él, el vigito hizo comillas con las manos, como si siquiera sin creer que se tratara de un niño realmente. Esa noche mi papá no durmió, decía que no podías sacarse de la cabeza el rostro del niño, esa forma en que los miraba desde la casa, con una expresión que ya no parecía de juego. Pasaron los años, el campo se fue llenando de casas, las calles se painimentaron y muchas familias nuevas llegaron a vivir ahí, pero aquella casa en el monte se guía, entre los árboles, pequeña con su techo hundido, con sus ventanas tapadas contrapos. Decían que a veces se veía luz adentro, aunque nadie había visto entrar o salir a alguien de ahí. Cuando mi papá se fue del pueblo, de esa colonia, llenado la esencia, todavía seguían diciendo que en las tardes, cuando el sol empezaba a caer, se podía ver un niño entre los árboles, que no hablaba, que sólo miraba a los que jugaban y les decía señas con la mano, como invitándolos a seguirlo. Yo nunca he ido a ese lugar, pero cuando mi papá me cuente es aparte, siento que conecta con un miedo que nunca superó, que nunca podrá olvidar por completo. como siempre les quiero recordar que voy a dejarles por aquí en la descripción del episodio un enlace para que encuentren mi libro relatos de la nucha que ya está disponible también en España y en Chile. Estamos muy muy contentos y es un tiraje corto si lo están pensando no lo hagan y comprenlo porque se va a acabar. A continuación tenemos una historia muy muy especial, más que una historia de terror es un testimonio, el testimonio de cómo es ser una bruja. Agree, hacemos a graciar la oportunidad de contar su experiencia y si hay alguien más ya fuera escuchándonos una bruja. Agraecemos a graciar la oportunidad de contar su experiencia y si hay alguien

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más allá fuera escuchándonos una bruja real y cree que aquí hemos contado cosas

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sin exactas. También a ti te invitamos a compartir tu versión, tu historia. Continuamos

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con relatos de la noche. Oloriel y buenas noches comunidades. Mi nombre es Graciela P y vivo en el estado de México. Es la primera vez que escribo algo así, la verdad no ha dado un poco de nervio, pero También sentí que ya era hora de contarlo. Nunca lo había dicho mos alta, pero sí, soy una bruja. Y me causa gracia cuando viene internet a tantas personas de estías de negro, bailando con sus hombreros puntiagudos, sus collares, y el famoso nudo te bruja. Todo mundo habla de senudo como si fuera el amuleto más poderoso que existe, pero la verdad es que solo sirve para quien sabe por Tarlo, para quien realmente tiene el ton. No es protección como lo se enver, sino equilibrio. Es algo que ayuda a mantener en armonía los elementos que las verdaderas brujas podemos dominar. Y sí, se ha vuelto popular popular, pero te aseguro que una piedra preparada, o incluso un palito bien elegido, puede protegerte mucho más que ese nudo que todos presumen. Mi elemento más fuerte siempre ha sido el agua, es la que me habla con más claridad. El fuego me cumpla lo que pido, el viento se lleva lo que quiero alejar y la tierra me de energía, me rejuvené en el alma, pero de todas, el agua es la que me guía. A veces me río cuando veo esas personas que se hacen llamar brujas y van por la vida anunciándose. Nosotras no somos así, las verdaderas no vestimos de una forma especial, ni andamos buscando atención. Somos solitarias, y aunque suene triste el amor que así nunca nos funciona. De una u otra manera, siempre terminamos olas. Es el destino de las rujas. Por eso me habría encantado que mi historia salir el 31 de octubre, porque además de ser mi cumpeaños, es el año nuevo de las rujas, la noche del sabat, para nosotros es el día mar que el inicio del año, la noche en la que todo lo posible o imposible se va a cumplir, cuando podemos comunicarnos con el mas allá. Y digo, ¿nosotras porque hablo de las que no se anuncian, las que no graban videos, dando chizos o remedios. Hablo de las que nacimos con esto. Yo por ejemplo nací mientras mi abuela paterna celebraba su sabad con varias mujeres más. Aunque nací lejos de ella, pretendes ser mismo al inaje, y tan pronto sintió mi nacimiento quiso buscarme. Quería darme su bendiciónición. Mi mamá en cambio nunca se llevó bien con ella, sabía lo que era y le tenía miedo. Juró que no me dejaría verla hasta que estuviera votizada, pero mi abuela de algún modo logré encontrarme. Dicen que cuando me vio, sonrió, y me acariciió la cabeza por varios minutos. Mi herencia viene por parte de mi padre, y aunque no me importa que digas mi nombre, si prefiero que no me enciones mis apellidos. Soy maestra, y se ve en cuánta gente escucha este podcast. Y además, me abuela una de las brujas más conocidas de Guajaca. Por respeto a la familia le cambiaremos el nombre, y espero que le llame solo, soledad. Dicen que tenía el poder de convertirse en bola de fuego. Como les dije en nací durante unos rituales, un 30 lleno de octubre, cuando ella, como la mayor de su grupo, anunció que yo redaría su energía, su dom, que yo lo tendría con ella ya no estuviera. Dió la instrucción de asegurarse de que no me va a utilizaran, pero aquella vez cuando me amaba la vioz de tenerme, cuando me tocaba la cabeza tanto, se espantó a tal grado que me llevó de inmediata la la iglesia, que me va a utilizar un en ese momento. Pensó que así me libraría de esto, pero no fue así. Es energía ya estaba dentro de mí. Mi mamá decidió mudarse lejos de la abuela, con mi papá y mis hermanos, a pesar de que tres meses después de esa visita, de que finalmente me conoció, mi abuela falleció.

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Rentarlo en una casita y me estar de mi padre compro un terreno en medio de la nada.

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Por eso siempre digo que vivo en el fin del mundo.

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Ahí no había agua ni luz ni de renaje, ni muy acuida va materiales a los vecinos y con eso

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los manteníamos. Yo era apenas una bebé y dicen que me encantaba que me sentaran en la tierra, que la tocaba por largo rato en silencio, como si sintiera algo en ella, y que había algo muy raro con mi reflejo en los espejos. Que a veces se veía borroso, que otras cuando me veían de lejos simplemente no me reflejaba. Y uno de mis hermanos llegó a decir que mi reflejo estaba de pie, mientras yo estaba sentada. A los 5 años se cuidaba de mi hermano más chico mientras mi madre trabajaba. Hacieramos los niños en aquel entonces. Los vecinos nos ayudaban, nos perdían la luz o nos dejaban comida. Ya los siete ya empezaba a decir cosas que luego se cumplirían. Una vez la advertía a mi mamá que se iba a caer en el trabajo, que se lastimaría a las rodillas, y así fue. Una vecina que me tenía mucho cariño, un día me había jugado bajo un pirul y me dijo que cada día estaba más bonita. Me despegno cariñosamente y yo, sin saber por qué se los juro, le grité, le dije que se despedera de su hijo, porque un amigo se lo iba a matar. Y así pasó, ese mismo día. Yo me acuerdo por que me lo contaron y porque la vecina nunca volvió a ver mi igual ni acercarse ni acariciarme el pelo. Le daba miedo. De ese entonces mi mamá empezó a llevarme a la iglesia. Me decía Rezaar y me preguntaba si no quería hacer monga. Me decía no te gustaría tener un vestido blanco como el de las mjas, estar cerca de Dios, y yo solo le contestaba, ni lo que, bastante tengo con que me haga trezar. Nunca he decidido crucer, no digo mal las palabras porque creo que el mal lenguaje o llenta a los espíritus, y la mayoría de ellos no son malos, son almas que no se han dado cuenta de que ya murieron. Con el tiempo aprendí a callar, cuando empecé a ver a los muertos sobre todo, cuando me hablaban, cuando los feía cercándose a la casa, al principio le contaba mi mamá pero ya se enujaba, me decía ya dejas esas cosas, dejas los que se vayan, más te vale que no les hagas caso. Pero yo seguía viendo cosas, viendo situaciones que no podía explicar. Una vez fimo una señora buscando su hija desaparecida, se había corrido la voz en la colonia de lo que yo hacía y se me acercó cuando estaba fuera, cuando no veía mi mamá. Me preguntó por su hija. Yo le tome las manos y le dije que buscara en el basurero, donde había una llanta quemada o lumeando, que ahí le deben encontrar. Y sí, ahí le encontraron. Yo no recuerdo cómo lo supe, solo recuerdo decirselo. Otra mujer vino a pedirme ayuda porque su hijo estaba enfermo. Le dije que la novia de su hijo le había dado algo de comer y que en el pantheon, en una tumba, había un frasco con su foto. Fue un ballaron y todo resultó cierto. Como de crecimiento me regaló una brigo rosa. Era lo más bonito que alguien me había dado, pero cuando mi madre lo vio, pensó que me lo había robado y me golpeó hasta cansarse. Por más que lo habitaba empecé a ver muertos casi todos los días. Algunos me hablaban, otros solo se quedaban ahí, mirándome. Recuerdo muy bien que una vez uno me seguía por la calle y desesperada el grité que ya no me siguiera. Se tuvo en seco, y así, ese día, supe que también podía no vede serme. Una noche durante una pagón alguien tocó a la puerta tres veces, cuando abribe una señora que me pidió agua No le deje pasar pero le lleve un vaso y me vio frente a mí. Antes de irse me dijo, no voy a olvidar nunca lo que hiciste por mí. Con el tiempo empecé a investigar, a leer, a entender por qué todo lo que decía se cumplía. A los 15 fue que supe que era una bruja, pero también descubrí que no era la única. Que varias mujeres me miraban con odio, con un odio que yo no entendía. Me casé joven y duré 18 años. A los 17 conocí el que fue mi esposo. Tuvimos familia, pero era muy celoso y la relación se volvió complicada. En ese tiempo tan difícil conocía de Njjana también, una mujer que sabía de brujería. Cada vez que me veía me decía que tenía una luz muy fuerte y que las mujeres que me veían con los diuran brujas también, que sentían mi energía, que brillaba más que la suya y que le envidiavan. Nunca las dejes tocarte ni escupirte, me dijo, porque te puedan robarlo que te dejó tu abuela. Pero eso sería difícil, yo no tocaba las personas ni de la mano porque veía cosas, sus recuerdos, sus dolores. Las frujas vemos el dolor todo el tiempo. Por eso mi esposo nunca le gustó que evitar el pantheon, pero no entendía que hay cosas que no todos pueden ver, cuando yo iba en lugar de visitar nuestras tumbas, de ver y escuchar a mis muertos, me dedicaba a caminar. no saben cuántas veces encontré trabajos enterrados entre las tumbas, y yo lo único que así era sacarlos, de volverlos, mandar el mal de vuelta a la fuente, de volver el daño. No saben, las verdaderas brujas no se exponen, por eso me da risa cuando vea algunas en redes sociales enseñando rituales, si fueran reales no lo harían.

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Y bueno, yo ahora soy una mujer mucho más madura, tengo tres hijos y siento que dos de ellas se redaron algo, no sé cuánto, pero algo. Cuando era pequeña la mayor hablaba con mi abuelo y con otros espíritos. La menor que ahora está en la universidad, no me habla de energías, pero sé que la siente también. Ya vio sola, hace poco conoció una persona cristiana que me ha ayudado mucho a acercarnos al espiritual, pero en cada alguna llena mi cuerpo empieza a picar. No duermo, no como carne. y toda vida no se se luz de semana. Me gusta caminar descalza por las noches como cuando era niñe sentía la tierra. Vivo en chico una otra, en el terreno que mi padre compró cuando era los niños. Amo la soledad, los animales se me acercan sin miedo, algunos se lo buscan compañía. Sé cuando alguien me miente, o cuando hablan de mí, bien mal, Sé de hiervas y remedios, y lo que no se lo aprendo, y si me preguntas quién es mi mejor consejera, es el agua. Ella me trae mensajes, ochismes como diga en broma. Y sí, aunque sea un cliché, me gusta el color negro. Tengo un espíritu viejo, he reencarnado varias veces, y en mi última vida sé que me llame Lucía, que vivía en Calisco, que tuve tres hijos y un esposo al que amé mucho. Cuando el murió jugo y alcanzaron la siguiente vida y me crearon no, pero lo hice. Ahora se llama Javier, pero llegamos tarde, está casado y no pienso interferir. Mi espíritu acompañante es la misma mujer en la que una noche le dio agua, nunca me ha dejado, me protege, me advierte, me dice quién se hace erqué, porque lo que no sé es que ella noche que la vida niña, ella estaba viva aun, o ya era solo un espíritu. Si alguien me hace daño solo de vuelvo, antes que abrazar un hombre prefiero abrazar un árbol o una piedra, porque ellos nunca mienten. Y sí, he hecho cosas malas y también he regresado las que me hacen. Y antes de que alguien prejunte no tengo un local ni trabajo para otros, eso para mí son pequeñeses. Por supuesto, Uriel no sé si mi historia vaya a ser ir algún día, tal vez no sea un relato de la noche, pero es mi vida y se las quería contar. Pero eso sí, no se preocupen. Porque además de esto tengo muchas otras historias que contar desde mi perspectiva, las que viví y las que presencié. Pero todas terminan igual, porque siempre se cumple lo que digo y lo que veo. Escucho relatos en la noche desde hace años. lo pongo desde que me levanto, mientras me he preparo para ir a trabajar y también cuando regreso a casa. Y cada vez que lo hago, siento que no estoy sola, estoy con ustedes, comunidad. Mi querida comunidad antes de pasar a la siguiente historia le recuerdo que estamos absolutamente en contra de cualquier tipo de maltrato animal a cualquiera de ellos. Si sientan que lo sándan persiguiendo por ahí una bruja o un agua al convertido en algo, espantenlos con grosorías o aguantense, pero nunca, nunca,

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vayan a estimar a un animalito. Eso no sea ese aquí en la comunidad de relatos a la noche.

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Lleven ese mensaje, por favor. Habiendo dicho esto, continuamos con la siguiente historia,

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con la venganza del Nagual Holoriel hace dos años que escucho tu podcast, desde pequeño me han interesado estos temas aunque un tiempo en el que no podían ni siquiera hablar de ellos debido una experiencia que viví, que quizás es una historia para otra ocasión. En fin, estoy escuchando tus últimos relatos sobre brujas y recordé una historia que me contó mi abuelita, paterna cuando era niña, no gustaría compartirla. falleció hace cuatro años y de alguna manera siento que al contarla un rarías memoria. Mi a bolita solían arrarnos que tenía una llego a la que los suen destrenzaban la crín por las noches, o que en la playa cercana a su casa se veía un ginete que valgar hasta desaparecer en el mar. Pero entre todas sus historias,

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había una en particular que contaba con mucho pesar, pues trataba sobre el último año de vida de su papá, de mi sabuelo. Mi abuelita creció en un egido colindante entre los estados de tabasco y veracruz, te lo diré, pero te pido omitas el nombre de ese pueblo, por los conocidos que quedan ahí. La familia de mi abuela se dedicaba al comercio de

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coco cacado el Maíz. Tenían parcelas para estos cultivos, además de ganado y a veces corral. Y la casona más grande de lugar, completamente de madera. Nos contaba que un año antes de que su papá falleciera, comenzó a parecer un espécie de sopiilote blanco, muy grande, del tamaño de una persona, siempre en la cima de una calera. Tenía pluma tan blancas que parecía embrillar. Todas las noches infalta, cuando mi sabuelo llegaba a casa, ese animal comenzaba a cantar. Después de varios días, mi sab volarle dijo que tuviera cuidado, que aquello no era normal. Insistió en que visitaran el sacerdote de la comunidad, y mi visabuelo, aunque algo eséptico, accedió. En cuanto llegaron el sacerdote, lo observó detenidamente, y le dijo que lo que los ech echaba no era un simple animal, sino algo que existía entre este mundo y el otro. Para esas herces de ellos debía darlo un tiro certero con una bala de plata vendita. Y siguió a sus indicaciones y vizavuelo mandó a fabricar dos balas de plata. Una vez vendecidas con agua de la pila bautísmal de la capilla, se preparó para actuar. Una noche junto con dos esos chicos mayores, dio casa a que llave. Uno de mis tíos logró acertar un disparo, y mi abuelita contaba que vio como el animal cayó desde la galera hacia unos matorrales. Sin embargo, el buscarlo, lo único que encontraron fueron las ramas aplastadas, como si algo muy pesado hubiera caído allí, pero ningún rastro del animal. Esa noche que ya avenó volvió, y mi visabuelo pensó que que ella molesta visita había huido, o quizás había muerto, así que decidió continuar con su vida como siempre. Pero una semana después, mi visabuelo fue al pueblo. Al salir de la tienda comunitaria, se encontró con un hombre que llevaba menos de dos meses y fienden el lugar. Ese sujeto semana atrás le había pedido trabajo, pero mi visabuelo le había dicho que no tenía puestos disponibles, pues todos sus hijos y hijas encargaban del negocio. Al verlo, el hombre visiblemente molesto le dijo, me fregaste Julián, pero ahora yo te voy a fregar a ti. Y se aguelóó que el hombre tenía un vendaje en el brazo derecho y que su pierna estaba lastimada, como si hubiera sufrido una caída. Sin embargo le contó con calma que no lo devia nada, que ni siquiera lo conocía. Y el sujeto solo sonrió de forma extraña y se marchó Tías después de mi sabuelo comenzó a experimentar un simple molesto hipó. Al principio no les dio importancia, pero el hipó persistía y no desaparecía con ningún remedio casero. Se volvió constante, permanente, sin una causa clara en explicación. Pero ocupado acodió con doctores de toda la región, quienes tampoco lograron encontrar la razón. Incluso se sometió a estudios para descartar enfermedades graves como cáncer, pero todos los resultados indicaban que gozaba de buena salud. Con cada consulta, análisis y viaje, la familia se fue enfrentando a dificultades económicas. Mi visabuelo comenzó a vender sus parcelas, su ganado y demás pertenencias, hasta quedar solo con la que zona y unas cuantas gallinas. Mis tios y mi abuela acordaron llevarles todos sus unidos para consultar con un especialista, pero falleció unos días antes de que pudieran emprender el viaje. Cuando lo notice de su muerte y el sufrimiento de la familia se divulguen el elegido, comenzaron los rumores. Decían que el hombre que había amenazado a mi visabuelo era una cual quería quedarse con todo lo que él tenía

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Además, después de que llame NASA, nadie volvió a ver ese sujeto en la comunidad

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Nunca se encontró una explicación para el extraño padecimiento de mi visabuelo

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Pareció un maleficio vengativo, una especie de castigo que aquel hombre, quizás un aguel rencoroso, había lanzado sobre él. Pero antes de expedirme y permíteme contarte en historia más, y es que mi aguela también recordaba una experiencia especial que vivió con su papá, con un híbizavuelo, después de que él falleció. La noche después de que nació mi padre, mi aguelita lo estaba amamantando. En aquellos tiempos era común colocar pavillones sobre las camas para protegerse de los mosquitos. De repente el pavillon se levantó y mi agulita vio para su asombro, a su padre, a mi bizaguelo. Ella que Zanchok pues se le había fallecido dos años antes, sin embargo él habló con Karl me le dijo que había ido a conocer a su nieto. Le pidió que le permitiera cargarlo, y aunque mi abuelo estaba desconcertada, se lo pasó. Dijo que mi visabuelo tomó al niño en sus brazos, lo miró con Tarnura, le dio un beso en la frente y lo vendíjo, antes de marcharse le digo mi abuela, ya no estoy triste por mi hija, estoy escanzando, pero siempre voy a cuidarte a ti y a tus hijos. Le dio al niño, y entonces el pavello volvió a caer suavemente, y mi abuelita quedó ahí, sin entender de todo lo que acababa de pasar. Gracias por leerme y por hacer que estas historias, como las de mi abuelita, perduren. Te pido por favor cambiar el nombre de mi sabuelo. Quise contar tal historia tal cual me la contó mi abuela y soy creyente de estos temas,

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