5 • 1.7K Ratings
🗓️ 28 October 2025
⏱️ 30 minutes
🧾️ Download transcript
Esta noche, comunidad, nos adentramos en experiencias que rompen la lógica. Historias que no encajan en lo que conocemos, que no se parecen a un fantasma ni a una sombra… sino a errores en la realidad, a saltos en el tiempo, o a copias de nosotros mismos que nunca deberían existir. Testimonios que intentan explicar algo que no se puede explicar.
Personas que, por unos minutos… o por años enteros, dejaron de pertenecer al mundo de siempre. Una madrugada en Guadalajara que retrocede varios años. Una cochera en Houston donde aparece un niño que ya está presente.
Un camino en la montaña que lleva a otro tiempo. Y un hombre que regresa a casa, sin haber envejecido ni un solo día… Historias que nos recuerdan que quizás las reglas del mundo no son tan firmes como creemos.
Que la realidad, a veces, se dobla… se rompe… y deja escapar cosas que nunca debimos ver. Esta noche, les toca a ustedes decidir: ¿Se perdieron ellos en otro lugar… o ese otro lugar los encontró a ellos? Apaguen la luz… y prepárense para dudar de sus recuerdos. Porque esto… es Relatos de la Noche.
—
📖 Ya puedes conseguir nuestro libro en librerías físicas y digitales. Búscalo en tu tienda favorita o sigue el enlace: https://www.amazon.com.mx/Relatos-noche-Uriel-Reyes/dp/6073836201/
🎧 Disponible también en audiolibro.
🖤 Gracias por ser parte de esta comunidad.
See omnystudio.com/listener for privacy information.
Click on a timestamp to play from that location
| 0:00.0 | Fuemos a la cochera y podimos ver que hay. En oscuridad, mi hijo menor no sonreía desde dentro de la camioneta. Sin embargo, mi hijo. Mi hijo estaba detrás de nosotros, escondido, asustado por lo que fuera que estaba ahí dentro. Este octubre de relatos, mi querida comunidad, ha sido intenso y no ha hecho más que ir subiendo en terror y adrenalina, y así seguirá. No se espera lo que viene para cerrar el mes. Hoy les presentamos uno de mis temas ahoritos porque siento que he vivido cosas así para normales que van más allá de lo comprensible más complicadas que un fantasma. Un sentimiento desconcierto en un fallo en la realidad. Ante fantasma que van más allá de lo comprensible, de lo que nos han enseñado las películas de terror. Y eso creo que puede ser incluso más de terrador. Pero voy a dejar que ustedes juzgen porque ustedes como siempre tienen la última palabra. Les invito a quedarse hasta el final porque hoy también les vamos a decir cómo seguir participando por más libros porque aprovecharemos para regalar tantos como podamos para darles un pedacito físico de lo que somos les amo mucho y vámonos porque ya se se escuchando relatos de la noche comunidad es excelente noche, esta mañana me ocurrió algo muy raro mientras iba a tomar el autobús para mi trabajo y todavía no puedo explicarlo. Mi nombre es Macarena García. Soy de Guadalajara, aunque por cuestiones de planeación, tuve que mudarme de manera temporal, a un municipio muy cercano de la zona metropolitana. De eso son de todos los días, la fuerza trabajadora de Jalisco se estuvo el transporte y va a buscar la vida ya agua de la jarra o a zapopan. |
| 2:09.0 | Ayer puse mi alarma para la 5 de la mañana, tenia que estar en el paradero de autobús en la 6.5, pero la alarma nunca sonó. A abrir los ojos a la 5 con 55, 55 carajo, casi la 6 de la mañana, si no se le |
| 2:27.8 | corriendo perd perder camión. Me lo han terrápido, me alegre un poco porque por fin los vecinos habían acabado su fiesta eterna, habían sido tres días completos con música y alcohol y canciones hasta la manacer, alimenté a mis gat gatitos, a remis cosas y salí como todos los días. |
| 2:47.0 | La casa está lejos al paradero, así que siempre de reviso bien que no se me olviden nada. |
| 2:53.0 | Pero en cuanto cruce la puerta, una brisa muy rara me pegó en la cara. |
| 2:58.0 | Una era frío, fuerte, como si alguien me hubiera soplado directamente. |
| 3:04.0 | Me sentí muy rara, pensé que era porque no había desayunado y se quica minando. Cuando, de repente, como si hubiera salido de un videojuego, apareció un chico enfrente de mí. Traí un jersey de las chivas, pero viejísimo, de la temporada del 2009. Lo saludé como siempre hago. Tengo la costumbre de saludar a todos, como si es meara del cuena mal intención, pero el niño se me quedó viendo como si yo fuera extraña. No me contestó. Abansí unos pasos más y algo no estaba bien. El fraccionamiento que conozco no estaba. Si estaba, pero era distinto. Las cosas que con los años la gente ha ido pintando, ampliando, personalizando. Todo eso había desaparecido. Todas las casas eran blancas. Muchas parecía nuevas como cuando recién las entregan. Otras estaban apenas en construcción. El camino por el que subo cada mañana ni siquiera estaba. No existía. En su lugar había un matorral enorme como si nadie hubiera pasado por ahí nunca. Me detuve, mi corazón empezó a acelerarse. Lo primero que hice fue buscar mi celular en la bolsa del pantalón, pero no estaba. Tampoco mi tarjeta del transporte. Solo trae unas bonedas y mis llaves. Mentre una sensación horrible, quisiera regresarme a mi casa, pero me empezó a doler todo del cuerpo, como si caminarse hubiera vuelto complicado. Y un postito de tamales y me acercé para tomar aire. El señor estaba escuchando la radio. Decían que había habido un termoto muy grande en Turquía, contaban daños, muertos, pero les curo que yo, que yo ya había escuchado esa moticia, la recordaba hace años, le puse más nerviosa, me acercé al puesto, vilas monedas y los billetes que tenía el señor, Y aán los que sabamos cuando yo iban secundaria, distintos. Le pregunté si estaban la dirección correcta para tomar el transporte eléctrico, y él sin siquiera voltear por completo a ver, me dijo, ¿a quién no hay eso? ¿Está buscando la 380? Las pocas personas que pasaban por ahí se me quedaban viendo veo, como si yo no perteneciera ese lugar, como si me estuviera metiendo donde no debía. Ahí, y hasta ahí fue cuando lo entendí. Todo estaba bien, todo estaba correcto, la que no debía de estar ahí, era yo. la vuelta y decidí regresar a mi casa. Ya vería como avisar que estaba enferma. Y es que quién me va a creer eso? Caminé a lo que sentí como una hora, un camino aterno. Mi cuerpo avanzaba por inercia porque parte de mi mente reconoció la ruta, aunque no se parecía nada a la que conozco, subió una pequeña colina, cerró los ojos unos segundos, respiré, respiré hundo una y otra vez para intentar calmarme, sentí mareada perdiendo el equilibrio y cuando abri los ojos estaba frente al fraccionamiento vecino, cerca de mi casa, así como esto de los días, como si nada hubiera pasado. Corrías de mi casa, la calle estaba muy sola, pero yo solo quería regresar, llegar a ver a mis catos, ver mi vida normal. A dar la vuelta de mi cuadra, escuché otra vez la música de los vecinos, la misma fiesta como si nunca se hubieran detenido. Entré. Ahí estaban mis gatitos, dormiditos en el sillón. También ahí mi celular, mi tarjeta del transporte, mi tarjeta de débitó, esas cosas sin las que nunca salgo, todo donde lo había dejado, todo como si yo no hubiera salido todavía. Me temblamos las manos, tomo el celular para pedir un ober y sentir el peor, y es que cuando lo vi, el celular marcaba las 4 o 35 de la madrugada. Hola, buenas noches comunidades, relato será noche. Mi nombre es Major Laney, soy la mamada Alejandro y de Samuel. Y con mi esposo Eduardo, vimos desde hace muchos años aquí en Houston Tejas. Aquí en esta ciudad nacieron mis hijos y ellos comenzaron escuchar este podcast en la pandemia, cuando estamos todos encerrados y ya buscamos cualquier cosa para distraernos. Luego se enseñaron a su papá y entonces lo ponemos cuando viajamos por carretera, todos juntos y ya forma parte de esos momentos que se quedan en la memoria. Mi esposo siempre es el que los mantiene siempre conozquizan a tierra, que no se anden asustando por cualquier cosa, y por eso me sorprendió lo que pasó hace poco. Estamos escuchando el episodio en el que hablaban de los Ople Gangers, y Johnny sabía que así llamaban esas cosas. Eso que se puede hacer pasar por alguien más, como si fuera una copia exacta, pero un algo malo por dentro. Ese día al terminar le pisodio, Eduardo nos fía los tres bien serio, nos dijo, ¿se acuerdan de lo que pasó una cochera? Lo dijo así como si nada, y los demás nos quedamos quietos, viendonos unos a otros, los niños tenían la misma cara que yo, como de lo entender, y entonces se pronto me dio un vuelco en el corazón. Es momento que ya me ha guardado quién sabe dónde, que jamás comentamos después, regresó de golpe, como si alguien hubiera abierto una puerta que teníamos bien cerrada. Eso pasó en 2015, alejando tenía siete años. Era bien alegre y en platicador, Samuel tenía diez y estaban en esa etapa en la que todo lo hacía noja rápido, como que le dio la adolescencia temprana. Siempre fue adelantado. Era un domingo, recuerdo que habíamos ido al supermercado a hacer las compras de la semana. Llegamos tarde y como siempre todos estábamos bajando bolsas y acomodando las cosas. Y adorzo dejó el carro en la cochera que estaba pegada a la cocina. Cerro la puerta automática porque hacía muchísimo calor. Yo estaba guardando la cara en el congelador y escuchar los niños discutiendo como siempre, que se on una ayuda, que si el otro hizo menos o llevó menos bolsas. Y de repente Alejandro dijo que se olvidó su háipate en el carro. Le dije que fuera por él. Él se fue sin decir más como siempre hacía, pero no pasaron y diez segundos cuando regreso corriendo. Traya los ojos muy abiertos, sin aliento, y se peruense con el entrada de la cocina. Samuel se le acercó y le dijo, y el iPad me hizo, ¿a qué fuiste, pues? Alejandro empezó a temblar y morburo algo que ninguno de nosotros entendió. Samuel se molestó y le dijo, ¿qué? ¿Qué dices? Y se acercó más para escucharlo. Alejandro, muy despacito, sin dejar de mirar hacia la cochera respondió, que yo estoy ahí sentada en el carro. A mí se me paro el corazón. Pensé que estaba jugando, pero su cara no era la cara que asía cuando se abro más. Eduardo lo vio también y dejó lo que estaba haciendo. Samuel que siempre era muy valiente para defender a su hermano que a mi no hace la cochera, todo esta buscura y dentro. La luz de la cocina apenas iluminaba un pedacito del suelo. El caro estaba bien cerrado, |
| 11:07.2 | pero Samuel avanzó un poco más. Yo ya le iba a decir que regresar cuando lo escuché gritar, un grito fuerte, de miedo real, como nunca se lo había escuchado. ¡Mama! ¡Papa! ¡Ay, alguien ahí! ¡Ay, alguien ahí! ¡Caro! |
| 11:28.7 | Alejandro se puso llorar y corrió ponerse detrás de su papá. Yo más el que rápido de la puerta ya alcanzé a ver lo que Samuel había visto. En el asiento traceros del carro, estaba Alejandro. O algo que parecía Alejandro porque era idéntico la misma ropa, la misma caita redonda, pero estaba demasiado herguido, demasiado recto como si fuera más alto y delgado, desproporcionado, y estaba sonriendo, una sonrisa que no era de niño, una sonrisa como forzada, enseñándonos sientes exageradamente blancos, blancísimos que parecía impostizos. Y lo peor fue que nos estaba mirando directo, a los cuatro en la puerta, como esperando que nos acercáramos más. El duardo reacción no antes que nadie, no se empujó hacia atrás, se giró y de la repisa con toda la puerta tomó el arma que siempre tenéis guardada, entró a la cochera encendiendo la luz al mismo tiempo. La luz tardó una fracción de segundo a emprenderse, una fracción suficiente para sentir que, que ese ser se aquí ahí, pero cuando la luz encendió ya no había nada, el carro estaba vacío y la puerta trasera abierta. Mi Alejandro seguía ahí, abrazado mi pierna llorando. Yo me quedé inmóvil, pensé que me iba a desmayar y Eduardo revisó todo, se asomó debajo del carro, abrió la cajuela, vio por todos lados y nada. Nosotros estábamos en la única entrada que tiene esta cochera, que da directa a la cocina. La puerta del carro estaba completamente abierta y ninguno de nosotros escuchó que alguien la briera. No había ventanas en la cuchera. No había forma humana de |
| 13:26.3 | que alguien hubiera escapado. Le dordos se quedó un momento sin hablar. Luego bajó la pistórela de con el suelo. Yo abrazé a los niños y cuando lo sentí fue cuando me puse a temblar yo también. Samuel repetía, lo vimos verdad, lo vimos todos. Sí, si lo vimos, le dije. Esa misma noche, Eduardo llamó unos tios suyas que son muy cristianos, de esos que resan por todo todo el tiempo. Fueron al día siguiente con una vible enorme, vigita. Horaron ahí mismo una cochera, muy serios, muy preocupados. |
| 14:08.9 | Samuel ya lejando escuchaban desde la sala. |
| 14:12.1 | Yo no sabía si llorarlo hacerme la fuerte para los niños. |
| 14:17.0 | Nunca volvimos a ver nada. |
| 14:19.0 | Nunca volvimos a escuchar nada raro. |
| 14:21.9 | Nadie se enfermó, nadie cambió, nada más pasó, la vida siguió normal, pero nunca jamás volvimos a hablar del tema, fue como si todos sin ponernos de acuerdo, hubiéramos decidido que era mejor olvidarlo, hasta de hace unas semanas, cuando mi esposo los hijos escuchando su programa. Fue como si la memoria se hubiera quitado una venda. Lo recordamos los cuatro al mismo tiempo y desde entonces la cochera volvía a sentirse igual que esa noche. Extraña. Como si algo siguiera ahí adentro en algún lugar. Yo sé que la mente puede bloquear recuerdos traumáticos, lo entiendo, pero hay algo que no nos deja tranquilos, algo que se mete cada vez que pienso en eso. Si ese ser se veía exactamente como mi hijo, si son rey con esa seguridad, si nos estaba mirando como si ya nos conociera, era la primera vez que lo veíamos, o la primera vez que lo recordábamos, |
| 15:29.0 | Habremos olvidado o no sí olvidar, algo, abremos olvidado algo más. |
| 15:38.0 | Gracias comunidad, un saludo de la familia García de nosotros desde acá estamos justo a la mitad de este episodio comunidad y yo quiero aprovechar para decirles que gracias a ustedes el libro en México se está agotando gracias por haberse acabado esas 50 mil copias y si a uno lo tienen y se lo encuentran, compre lo de verdad. No voy a pasar como con el cómic que en su momento se vendió muy despacito y ahora que ya no hay, nos preguntan mucho por él, nos preguntan todos los días por él, pero no hay planes de rein primerlo. Lo que si tenemos un buenas noticias para la comunidad en España y Chile porque a esos países acaba de llegar una nueva edición, una edición diferente, especial para ustedes, de libro de relatos de la noche. Una impresión muy limitada de pocos ejemplares pero búsquenla en sus librerías favoritas en línea por ahí seguramente hay y nos encantaría de verdad no se encantaría que se llevaran a su casa un pedacito de relato de la noche y un pedacito de México. Ahí antes de continuar un saludo a misiones argentina de ese donde nos dicen nos escuchan mucho. Ahí no conozco, solo conozco a Buenos Aires y la Patagonia pero ócala que podamos visitar les muy pronto. Continuamos con el episodio a uno de los dos y de hace varios años. Mi historia quizás no es la más terrorífica, pero sí es rara. Y todavía me pregunto que fue lo que realmente me pasó ese día. Me llamo Julián Chávez. Yo tenía como 14 años y viéven un ranchito de Shilitla, San Luis Potosi, de Don Suyo originario. Allí está lleno de cerros en ormes y árboles muy verdes por el clima tanúmedo. Yo he casi todo el año, por eso la vegetación siempre parece que se quiere tragar los caminos. Una tarde mi novia y dos primas decidimos ir al ser roquebrado. Así le decimos a tomarnos unas fotos, nos gustaba ir a ver el atardecer. Estuimos en la parte alta del cerro hasta como la aceite de la tarde, cuando ya se estaba empezando a escurecer. Mi novia vivía en otro ranchito, y mis primas le iban a acompañar. Yo me iba a ir solo porque todavía tenía que ser un mandado para mi mamá, y la verdad no me preocupaba. Yo conocía muy bien esos caminos. Allá los senderos son en costus y casi no pasagente y en 1927 pues menos. Me llevaba la amparanizarular. Eran contados los que tenían un teléfono en la que le entonsas, nadie que yo conociera y además no verán como los de ahora que traen su lámpara iba caminando rápido porque ya casi no se veía nada y de pronto el camino se dividió en dos, eso nunca lo había visto nunca antes había estado ahí una bifurcación, estaba muy raro, me detuve, dudé pero al final elegí uno y seguí, no sé cuánto tiempo caminé, pero me empezó a dar cuenta de que ese camino me llevaba a otro cerro, uno muy grande. Ya estaba completamente oscuro y no quise regresar. Pensé que mejor llegaba a la parte alta, mi ubicaba y bajaba del otro lado, pero el camino se terminó. De un momento a otro ya no había de ro. Solo el monte, espina y silencio. Aún así se aquí, ya había avanzado demasiado. Me dije, ya estoy arriba, seguro de ese aquí, vea donde estoy. Pero no, no veía nada que reconociera. De repente llegué un potrero lleno de vacas y traté de recordarse alguna vez había |
| 19:45.3 | pasado por ahí, pero no, ese lugar no existía para mí. Fue ahí donde se me metió el miedo, me sentía muy muy lejos en mi casa, no sé, era arrar el sentimiento, ya no se ve así caminar, me cercaba, me perdía más. así que tomé una decisión |
| 20:06.1 | dormir ahí |
| 20:07.1 | que llegar a la luz el sol y ya vería como regla Ya no sabía si caminar me cercaba me perdía más. Así que tomé una decisión. |
| 20:06.1 | Dormir ahí. Que llegara a la luz el sol y ya vería como regresaba. Mi mamá estaría preocupada así pero prefería eso andar caminando ciegas para perderme hasta quién sabe dónde. Me coste en el pasto y me quedé dormido. No sé por cuánto tiempo. La luz era lúnera lo único que me de nombreable el terreno. |
| 20:27.8 | Espertaron unas voces. que me quedé dormido, no sé por cuánto tiempo. La luz de la luna era lo único que me |
... |
Please login to see the full transcript.
Disclaimer: The podcast and artwork embedded on this page are from Sonoro, and are the property of its owner and not affiliated with or endorsed by Tapesearch.
Generated transcripts are the property of Sonoro and are distributed freely under the Fair Use doctrine. Transcripts generated by Tapesearch are not guaranteed to be accurate.
Copyright © Tapesearch 2025.