Vamos a un emblema de Vennazona, antes de San Sikens y Mustis.

Y venidos a Rambulantes desde NPR, Soudaniel Alarcón.

En todos estos años que vamos a la aire, hemos hecho muchas historias sobre migración.

Está allí en el nombre de nuestro programa.

El ambulante se refería en parte a eso, al movimiento que caracteriza nuestra región.

Muchos de los que trabajamos aquí somos migrantes de alguna manera o otra.

Entonces es un tema que nos importa, que nos toca.

Pero la mayoría de las historias que hemos hecho han sido sobre la migración más obvia,

la que se hace sobre todo desde diferentes países latinoamericanos hacia Estados Unidos.

Y desde hace rato queríamos ampliar esa visión, porque la migración es cada vez más complicada, más diversa.

Hay cubanos en Venezuela, venezolanos en Perú, pero van los en Argentina y así.

De eso se trata de la historia de hoy, de una ola migratoria que muchos no se imaginan.

Así que hoy empezamos en Coilweko, un pueblo en la precordiera del centro de Chile.

Una es 9.000 personas viven en la ciudad de Coilweko, unos 30.000 en la comuna que lleva al mismo nombre,

queda 5 horas al sur en carro de la capital, Santiago.

Rosa Muñoz, una mujer de unos 50 años, es una de esas habitantes,

y en el 2016 estaba en campaña para convertirse en consejala de Coilweko.

Pero Rosa no pertenece al mundo de la política.

Su madre era artesana, su padre era carpintero que hacía muebles, que no sabía leer ni escribir.

Ellos vivían acá en el pueblo, pero estamos hablando de Artojano,

donde no teníamos calles paimentadas, donde no teníamos baño.

Rosa no terminó el colegio, sino que se dedicó a hacer ama de casa y madre de familia.

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