¿Cómo podemos hacer para expresar lo que sentimos cuando no encontramos las palabras?

Bienvenidos al Podcast de Teden Español, soy ya Riga Rullski. Pedro Siri es un dibujante muy joven. En su charlante de XA y Shambler, Pedro nos cuenta cómo el arte puede ayudarnos a comunicar lo que sentimos. ¿Qué es eso?

¿Alguna vez tuvieron muchas ganas de decir algo, pero no sabían como decirlo, no sabían incluso si decirlo y aún así sintieron la enorme necesidad de sacarlo afuera. A mí me pasa bastante seguido. Y a veces hablar me meten líos. Me acuerdo una vez que estábamos en la escuela haciendo un trabajo en grupo y un compañero no hacía nada, se la pasaba padeando. Por lo que fui y le dije con la mejor intención, che, no me parece bien esto que estás haciendo. No es justo que nosotros estemos trabajando y que pues no lo hagas, además que nos distraez y no nos dejas hacer lo que tenemos que hacer. Se ve que no le gustó, porque yo se lo dije a él únicamente, pero fue y le contó a otros chicos lo que supuestamente le había dicho. Que no fue lo que dije, porque fue como en el teléfono descompuesto, como los rumores, que cada vez que se cuentan se transforman en algo distinto. En caso es que creció tanto esto que de repente varios compañeros me empezaron a mirar mal, como si hubiera hecho algo terrible. Y la verdad me dolió mucho. A partir de ahí, empecé a dudar. Tengo que decir lo que pienso o guardármelo, pero si me lo guardaba me sentía mal. Tenía la necesidad de decirlo. ¿Cómo hacerlo sin exponerme las burlas y críticas de los demás? Tal vez no sé decir algunas cosas. Tal vez me salen mal. Tenía que encontrar otra manera de decir en la que no

quedara prisionero de mis palabras de cómo la han entendidas y contadas. Fasi que empecé a buscar y como a mí me encantaba dibujar encontré una forma de decir en la que me sentía más seguro. dibujar es mi es mi psicólogo personal, donde vuelco todo mis pensamientos y emociones. Agarrro una hoja, un lienzo o lo que sea, y vuelco mi vida en ello. El arte me da mucho, tanto para los momentos buenos como los malos. Todo captado en un montón de hojas, como en una conversación conmigo mismo. Siempre, pero siempre tengo presente un ejercicio que me hizo hacer, una psicópedávoga, un diéne que estaba muy mal. Ese día empecé a contarle lo que me pasaba, pero de nuevo, el miedo de no saber decir bien las cosas, de exponerme otra vez, me tapó. Y en cuanto empecé a hablar, me desmoroné, y no podía parar de llorar. Con voz suave y tranquila me dijo, cerrar los ojos,

e imaginar que esa angustia es un objeto

que tiene forma,

peso,

textura y color.

Localiza en qué parte del cuerpo

de aprieta

y sacarlo de ahí por más pesado que sea. Imagina una luz que entran tu cuerpo y vale impiando todo. Lleva ese objeto hacia adelante con tus manos y mira cómo la luz lo desintegra. Fue mágico mientras escuchaba su voz y seía sus instrucciones, me calme totalmente y lo que parecía un problema terrible, dejo de hacerlo. Cuando dibujo, es al revés que cuando cuento, porque no tengo que cuidarme de mis palabras ni tener miedo de que sea mal entendido. Cuando dibujo pienso en qué es lo que me pasa, ¿cuál es el problema? ¿Qué forma tiene, qué textura tiene color? Lo vuelvo a una imagen, una figura. Y mientras lo voy plasmando en el papel me siento seguro, me tranquilizo y me calmo.

Es como lo que pasó con la psicópedaoga, siento que una luz entra en mi cuerpo y vale impiando todo.

La angustia se me escurre por los brazos, por el lápiz, llega la hoja y todo está en paz. Ese dibujo, ni dibujo, no puede ser transformado en algo distinto, no como lo que uno dice, porque las palabras se unquien las diga y con que intención lo haga pueden cambiar muchísimo. Pero me di cuenta de que no es solo cuando algo me dan gustía. Cuando tengo que decir algo y no me animo o me da un poquito de vergüenza, me es más fácil dar algo que hice en lugar de decirlo.

Por ejemplo, el año pasado, mi amigo Tomás,

se fue a vivir a España.

Para su último cumpleaños a Cana Argentina,

quería regalarle algo especial,

algo que supiera quiera solo para él.

Como resultado, le hizo un dibujo,

y cuando lo vio, me grasó con móvido. Fue algo hermosísimo, pero que no terminó ahí. Porque, meses después, estando él, ya fuera argentina, me mandó una foto de aquel dibujo en marcado y colgado en la pared, diciendo, ¿mieras lo que tengo en el cuarto nuevo, es increíble, tal vez, si solo le hubiera dicho cuánto le iba a extrañar y cuánto significaba nuestra amistad para mí, hubiera quedado ahí y ya se le habría olvidado, pero ahora lo tenía delante de él todo el tiempo. No es fácil hablar de emociones. Al menos para mí. No me es fácil abrirme a los demás y decir de una todo lo que siento o lo que me pasa. Y si alguno de ustedes están la misma situación y realmente les cuesta hablar de sus emociones, piensen si si no sería una buena idea en contra de en el arte, en un dibujo, en una canción,

o en cualquier otro medio, una forma distinta de mostrar lo que con palabras no siempre es

fácil de decir.

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