¡Muy bien! ¡Estamos listos! ¡Sionos! Para que Dios nos hable. Muy bien. Hace algunos años llegó un respetado predicador a la Argentina. Yo vivía ya, no solía viajar este hombre ni salir de su país, hablo de David Wilkerson, pero aquella vez en una rara excepción decidió ir a ver a los líderes de mi país, el cúpora muy limitado, fue una mañana en un lugar llamado Costa Salguero, era un grupo de quizás, no más de 100, entre los que yo tenía la providencia y el privilegio de estar asistiendo. Y recuerdo que aquella mañana saludó el caballero al liderazgo y fue directo al hueso del asunto y dijo, no quiero perder mi tiempo ni se los haré perder a ustedes. Así que le diré lo que Dios me mandó a decir, lo que Dios me dijo que le dijera. El gran problema de la mayoría de esos iglesias, añadió, es que han orado en lugar de obedecer, y es por eso que vuestras oraciones ya no funcionan. Fue fuerte, ¿no? Es presialmente para aquellos que siempre bregamos y sostenemos que la oración es muy importante, y no lo dudo, de hecho. Finalmente dijo una cosa que jamás olvidaré y que de hecho lo convertí en una acción en un totem, en un proverbio personal para el resto de mi vida. El dijo, la oración sólo es eficaz cuando dejamos de usarla como un sustituto para la obediencia. Lo dí de otra vez, el dijo, la oración solo es eficaz cuando dejamos de usarla como un sustituto, como un reemplazo a la obediencia. Y aquel querido respetado predicador no estaba alejado de la verdad. Si habláramos menos, si hicieramos más, yo creo que causaríamos el mismo impacto que la iglesia de los apóstoles del libro de los hechos causaba. Entonces, algunos pensamos en ocasiones que el señor nos va a decir, bien pensado, Ciervo Fiel, cuando lleguemos allá o bien dicho, Ciervo Fiel, bien discutido, bien debatido o bien criticado, Ciervo Fiel, pero el solo nos hará el único el ojo posible y es bien hecho, si es lo o es. No hay otro elogio, nunca nos va a decir que lo pensamos bien, que lo debatimos bien, porque son los hechos de los apóstoles, no las teorías de los apóstoles. Y quiero que me preste mucha atención a esto, porque de otro modo creo que podrías perder el alma de este mensaje, ¿no? Las reformas, yo siempre sostengo que las reformas espirituales nunca nacen de nuevos descubrimientos. Eso es lo que suelen hacer las sectaks. Las sectas descubren cosas nuevos o creen, descubrir cosas nuevas en la Biblia y ahí salen las heregías. Las reformas verdaderas, las vueltas a la senda antigua, nacen de un red descubrimiento de algo antiguo, de algo primitivo que se nos hizo común sin darnos cuenta, que nos olvidamos. Y que necesita red descubrir nuestra iglesia? Cuando habló de iglesia, no habló solamente de esta congregación local, sino de toda la iglesia que nos está viendo a través de todo el globo. ¿Qué necesitamos redescubrir? ¿Qué estamos perdiendo nuestro valioso tiempo a veces orando y reclamando por aquello que ya funciona en lugar de obedecer? O sea, la oración siempre tiene que ser en pos de tener más comunión con el señor. Horamos porque necesitamos estar cerca de él, como una pareja que se ama y valora cada minuto que puede estar juntos y charlar, platicar, mirarse a los ojos, pero no para pedirse el uno al otro cosas. La oración eficaz es aquella que surge del amor, de la comunión, de querer estar juntos, pero muchas veces oramos equivocadamente, pasamos horas, por ejemplo, pidiendo la Dios que salve almas, que las traiga a la iglesia, señor, trae a los perdidos o toca a mi cuñado, a mi primo, y si mucha fea a tu suegra, para que Dios los bendiga.

Y la actitud es una suerte de, señor, si tu amaras a esta gente, en la mitad de lo que yo la amo, no os harías crecer. Si tu amaras un cuarto de lo que yo amo a la gente, llenaría la iglesia con gente nueva. A veces esa es la actitud petulante que tenemos. como que nosotros amamos más a la gente que adiós, como si nosotros tuvimos más interesados en que los perdidos se salven, que Dios mismo que envió a su hijo por esos perdidos. Entonces hay algo que está mal en esta extraña teología, porque nuestra oración insisto tiene que ser siempre la excusa conectarnos con Dios, estar más con él, pasar, con el no una palanca que le mete presión a Dios y lo obliga a actuar. De así es que produce tanta uruticar y tanta adversidad cuando escuchamos reclama, decreta, ordena a Dios. No sólo no podemos ordenarle nada, Dios, ni decretar nada. Podemos creer las promisas, podemos mencionarlas, pero Dios sigue siendo el rey y él es soberano, a veces hice sí, a veces dice no, a veces dice hay que esperar, esa sí. Pero, horar esperando que Dios salve a la gente es vivir un cristianismo pasivo, casi yo diría, raseando los rieles de la incredulidad. Sólo que lo difrasamos de reverencia diciendo, yo llavré por las almas. Ahora no hay nada más que hacer, ahora espera que Dios las traiga. Lo he escuchado desde pastores hasta líderes. Bueno, yo llavré, ahora hay que esperar que Dios traiga la gente. Y eso viene a colación de que por años los cristianos practicamos la santidad por su extracción. O sea, no hagas esto, no hagas aquello, no peques, no mires, no caiga sententación. Cuando yo llegué por primera vez a una iglesia cristiana, recuerdo que eran todas una lista de cosas que ya no se podían hacer. Ya no puede fumar, ya no puedes bailar, ya no puede usar cierta clase de vestimenta, ya no puedes tomar alcohol, ya no puedes mirar partido de fútbol porque son 22 tipos corriendo atrás la cabeza de Satanás. Había un montón de cosas que no se podían hacer. Entonces, el problema es, con todo esto, que los cristianos bien podremos astenernos de hacer cosas incorrectas, lo cual está bien,

pero seguir sin hacer nada correcto.

O sea, eres cristiano sí, ¿y qué hace?

Bueno, no hago un montón de cosas, ¿y qué hace bien?

Y bueno, sé, pero sé lo que no hago.

Entonces, la bondad no es solo ausencia de maldad.

Alquel que tenga ausencia de maldad. Aquí el que tenga ausencia de maldad no es que sea una persona buena. Simplemente no es mala, pero eso no se defía que sea necesariamente bueno. Te dirán cómo que no, si no es malo es bueno, no. A ausencia de maldad no significa presencia de bonda. En la economía de Dios, terminar sin perder, pero también terminar sin ganar nada. una pérdida, es en la parábola de los talentos. Si erbo inútil, porque lo que te diste, lo enterraste, o sea, uno diría, pero no perdió nada, el tipo, lo enterro, sí, pero terminar sin perder y terminar sin ganar es perdida total. Para Dios. Y yo me pregunto si no tendríamos o no tendremos tanto miedo a hacer lo que no es correcto, que nunca llegamos a hacer lo que sí es correcto. Hay un montón de congregaciones que me miran ahora que dicen, yo sé muy claro lo que no se puede hacer como cristiano de ahí. Entonces, ¿qué se puede hacer como cristiano? ¿Qué se puede? ¿Qué sí podemos? ¿Qué nos añade el creer en Cristo? Ya sabemos lo que nos quita, que nos añade. Porque el plan de Dios no es que nos congreguemos una vez a la semana. Pobre, si esto era todo. Cristo no creo que murió, subió la cruce mejantes a Crificio, resucitó para que nos congreguemos dos horas los domingos. Tiene que haber algo más. Habiendo hecho esta introducción, vamos a nuestra historia del día. Imaginemos estar parados en un monte llamado Tabor, Tabor, teave o R. Muchos de los encuentros de la gente con Dios ocurren en la

Biblia en las montañas. De hecho, se mencionan cientos de veces

en la Biblia, los montañas, los pináculos, ¿no?

Moisés se encuentra con la presencia divina en una sarsa

ardiente en lo que se llama la montaña de Dios.

Fue en el monte Sinai, donde Dios hizo su pacto con el pueblo,

fue en una montaña donde Elías escuchó la voz de Dios en su sur o de Dios, y las montañas marcan especialmente la vida de Jesús también. Fue en una montaña donde el señor Recha sol atentación, donde Satanás le ofrecía todos los reinos del mundo, fue en una montaña donde eligió a sus discípulos,

la plática, la charla, el discurso más famoso

y más influyente de toda la historia de la humanidad,

es el sermón de la montaña.

La muerte más célebre de la historia ocurrió en una colina,

en una montaña llamada Monte Calvario.

Entonces, la misión de hacer discípulos fue entregada a su discípulos en la montaña,

dice la Bilea que Jesús les había indicado.

O sea, la cima de la montaña es como el punto donde el cielo y la tierra están lo más

...