Cuando mi padre partió hacia la eternidad, un amigo en común, un amigo que

lo cuidaba en los últimos años, me envió un sobre con alguna de las cosas

personales que mi padre atesóro durante su vejez y allí en ese sobre había un cinturón de cuero,

un viejo reloj pulseira, un anillo de bodas, documentos en color sepia y una carta amarillenta,

una carta escrita con bolígrafo azul, la carta era mía, se le había escrito a mano en

algún día del padre y por alguna razón Dios permitió que mi padre la conservara, yo me había

olvidado por completo de esa epístola y mucho menos recordaba lo que allí había escrito,

como adolescente yo les presaba, como jovencito yo les presaba lo que él significaba para mí,

porque había escritos hace muchos años y fundamentalmente le agradecía por sus consejos,

pero un fragmento de esa vieja carta me reveló de dónde provenía una raigado

sistema de creencias que convivió conmigo durante gran parte de mi vida adulta, lo descubría

en la carta, decía papá, realmente me has enseñado a evitar problemas, te lo agradezco y luego

repito una frase que se ve que él me decía, yo me he olvidado, dice como bien tu dice papá,

¿qué cuesta cerrar la boca y darle la razón a todo el mundo?

supongo que el señor hizo que mi padre guardara que esa carta para que yo auto descubriera

un viejo que hableado interior, y no sentemente mi padre me enseñó,

evita los conflictos y yo empecé a recordar que cuando ocurría un conflicto entre mis padres,

por ejemplo, yo solía irme de casa, cuando era muy niño, me iba lejos al fondo con las gallinas,

hasta que todo pasara y cuando fui más adolescente me iba a la calle para no irlos,

obviamente era incapaz de comprender la complejidad de los problemas que a ellos lo separaban,

y cuando el conflicto era entre mis padres y yo tenía una sensación de insignificancia,

porque pareció que nunca estaba interesado en escuchar mi versión de la historia,

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