Muy bien, estamos listos, ahora sí, estamos listos. Muy bien. Una vez te conté que en la escuela primaria,

tuve como compañero a un niño que sufría de una enfermedad degenerativa, se llamaba Fernando

Valente. La primera vez que lo conté yo no me acordaba el nombre, finalmente lo recordé un

amigo en común me hizo recordar que se llamaba Fernando Valente. Su espina dorsal estaba torcida y

sus brazos y sus piernas se iban encogiendo, cada vez más, cada año se iban doblando, fue el chico,

más noble y pudo que yo jamás conocí y por razones obvias nunca he elegido en ningún equipo,

porque no podía casi caminar. Y yo tampoco, aunque en mi caso no tenía ninguna enfermedad degenerativa,

pero también era un chico raro. Y en lugar de la espina dorsal, yo tenía doblegado para que le

entonces el espíritu tenía el espíritu amputado. Y cada vez que elegían equipos, Valente y yo quedábamos

en el pasto de la exclusión, simulando que no nos importaba, como que no sabíamos acostumbrados,

se nos había hecho un caño emocional de que nunca nos elegían para ningún deporte. Pero un día en

cuarto grado, por eso se oye en fácil recién en la importancia que tiene para un niño un día cual

quiera que se transformen un día extraordinario, un día común en cuarto grado, llegó un día de excursión

y debíamos armar equipos de dos en dos, parcar todo el día juntos. Y elegir a Valente significaba que

quien lo elegía debería ayudarlo para ir al baño hasta cargarlo en brazo cuando ya no podía más,

cuando se cansaba. Así que yo tomo una decisión, no esperé a que alguien no se eligiera, porque no nos

iba a elegir hasta que no les quedaba otra opción, lo que era peor es que alguien quizás maldijera por

tener que hacer una dupla conmigo o convalente. Así que cuando yo llegué a mi turno dije, el hijo

valente, yo todavía puedo ver su rostro de manera nítida, porque levantó la cabeza tenía una

mirada muy noble, una mirada muy muy orgullosa de que yo lo haya elegido, yo digo siempre era tan

pura esa mirada que yo supe que no me lo merecía, tuve que mirar para otro lado y Valente me dijo,

conmigo no vas a poder jugar, conmigo no vas a poder correr todo el día, yo dije, conmigo tampoco,

...