5 • 668 Ratings
🗓️ 30 October 2025
⏱️ 20 minutes
🧾️ Download transcript
¿Por qué muchas veces nos desvivimos, lo damos todo, por ayudar a alguien que nunca pidió nuestra ayuda?
¿Qué es lo que nos lleva a pensar que, si no estamos encima del otro supervisando y dando una mano, que no puede, que no es capaz?
¿Qué implica para nosotros soltar la idea de "salvar" a quienes amamos?
Y lo más importante de todo:
¿Por qué ayudar sin límites puede terminar en un daño irreparable?
En el episodio de hoy, te invito a descubrir qué se esconde detrás del síndrome del salvador, esa necesidad casi ciega de recatar, de brindar ayuda, sin importar si el otro la pidió, la necesita, o incluso… si termina por empeorarlo todo.
¿Te gusta este contenido?
💌 Suscríbete a nuestro Newsletter GRATIS aquí.
🫂 Únete al CLUB de Miembros aquí.
❤️🩹 Comienza terapia HOY aquí.
✏️ Envía tus opiniones: [email protected]
.
📲 Síguenos en nuestras redes.
.
💜 Psicología al Desnudo es un podcast original de Psi Mammoliti.
.
📍 Grabado en Casa Spotify, Buenos Aires.
Click on a timestamp to play from that location
| 0:00.0 | Psicología al desnudo es una producción original de psimamoliti. |
| 0:04.3 | La plataforma de Psicología y bienestar en la que podés encontrar a tu psicólogo ideal. Golpiaste una puerta que nadie te pidió que abraz. Te desvivís por el bien de esa persona creyendo que le estás ayudando, pero en lugar de ayudar, invadís. Es peor. ¿Por qué lo damos todo por ayudar a alguien que nunca pidió ayuda? ¿Qué es lo que nos lleva a pensar que si nosotros no estamos ahí? |
| 0:29.7 | El otro. Es peor. ¿Por qué lo damos todo por ayudar a alguien que nunca pidió ayuda? ¿Qué es lo que nos lleva a pensar que si nosotros no estamos ahí, el otro no va a poder, no va a ser capaz? ¿Por qué nos cuesta tanto soltar la idea de que tenemos que salvar a quienes amamos? Cuando es que la ayuda deja de ser un acto de amor y pasa a ser una molestia y a causar daño. Soy Marina Mamoliti, psicóloga, y esto es psicología desnudo. El podcast de salud mental de Psyma Moliti, donde la veamos juntos en las profundidades del amente. En el episodio de hoy, el síndrome del Salvador. Dejás tus cosas para atenderlas de otro. Y cuando por fin crees que tu esfuerzo está dando frutos, pasa algo inesperado. El otro se enoja. Te dice que no necesita tu ayuda que te metiste donde no debías. ¿Te suena? Si la respuesta es que sí, bienvenido, bienvenida al síndrome del salvador. Esa impulso incontrolable de saltar al rescate, incluso cuando nadie pidió auxilio. A ver, ayudar es un acto noble. Todos en algún momento fuimos a cese que necesitaba una mano, pero ojo, la ayuda funciona solamente cuando el otro la quiere y la acepta. Podemos tener las mejores intenciones a la hora de querer ayudar, pero si la persona no quiere, si marca un límite y nos dice que no, entonces el juego cambia. Y muchas veces esto puede ser difícilísimo, porque es muy doloroso ver a la gente que queremos sufriendo y no poder hacer nada al respecto. Nos hace sentir inútiles. Nos hace pensar que si no insistimos, si no empujamos, si no rescatamos, el otro quizás no va a poder. Y es súper importante que entendamos que no venimos a esta vida a salvar a nadie. Yo puedo ofrecer ayuda a tener la mano, pero no puedo arrastrar al otro a que haga lo que yo quiero porque es lo que yo considero mejor. Hay una idea sobre la ayuda que me encanta, me parece muy acertada y es la siguiente. Para ayudar, para ser un buen ayudador, tenemos que saber soportar dos roles a la vez. Estar por encima y estar a la par. Esto le dice Mauricio Buentra, un psicólogo argentino. Estar por encima significa que cuando ayudó yo sé o tengo algo que el otro no tiene, no sabe o no puede en ese momento. Sí, mi mamá. Por ejemplo, quiere aprender a subir fotos en sus redes sociales, yo puedo ayudarla porque yo sí sé cómo hacerlo y ella aún no lo sabe. Tengo un conocimiento que el otro no tiene en ese momento. Pero a la vez tengo que entender que el otro y yo estamos a la par, quiero decir que valemos lo mismo, que en esta situación soy yo quien tiene o sabe algo, pero que en otra situación la cosa puede cambiar y puedo ser yo la que necesite ayuda, puede ser el otro quien tenga o sepa algo que yo no sé, todos somos ignorantes, sólo que ignoramos diferentes cosas. El problema aparece cuando creemos que sólo estamos por encima. Cuando nos convencemos de que si no intervenimos, el otro no va a poder sol. Y ahí dejamos de ser ayudadores y nos convertimos en salvadores. Tenía una consultante que se pasaba sesiones enteras hablando de los malos hábitos de su marido. |
| 4:06.1 | Te juro o que no le entiendo. Está todo el día sentado en la oficina. Fuma un paquete por día. Si siga así, no llega a fin de año. Me dice que soy insoportable, que lo dejen pas. Pero no se da cuenta de que lo estoy cuidando. A ver, quizás se ya tenía razón. Su estilo de vida no era sano. Pero por más que la tuviera su error, estaba en creer que su marido no se daba cuenta, que ella era la que sabía y que él era incapaz, desvalido. Por eso insistía todos los días esperando a que él milagrosamente les cierra caso. Pero la que no se daba cuenta era ella. Su marido sabía exactamente el riesgo al que se estaba exponiendo, manteniendo ese estilo de vida. Lo sabía y se hacía cargo de las consecuencias de sus decisiones y no quería cambiar, elegía eso y esto es clave. Porque no siempre el rechazo a la ayuda es cuestión de orgullo o de terquierdad. A veces es un mecanismo de supervivencia, ¿eh? Por ejemplo, pensemos en alguien con una adicción. Desde afuera, el problema aparece evidente. Pero es de superespectiva. Negar la situación es la única forma de sobrellevarlo. |
| 5:25.6 | Eso lo llamamos negación, que es un mecanismo psicológico que protege del dolor de enfrentar la realidad. Si una persona acepta que tiene un problema, acepta entonces que su vida como la conoce es tan riesgo. Y no todo el mundo está listo para eso, es más fácil decir, Bueno, no es para tanto, yo lo manejo, |
| 5:45.8 | cuando quiera lo dejo, |
| 5:47.8 | que enfrentarla en comodidad de cambiar. Otro mecanismo es la adaptación. Hay personas que han aprendido a vivir con su sufrimiento de tal manera que cambiar implicaría perder la poca estabilidad de que sienten. Cuando alguien se acostumbra al malestar, su dolor se vuelve parte de la identidad. Por ejemplo, si alguien lleva años en una relación de la llamada tóxica, tal vez no la deja porque le damos miedo el vacío que la rutina del sufrimiento. Si siempre se ha vivido con la ansiedad, quizás no se busca ayuda porque no se sabe quién sería uno sin ella. Para algunas personas pedir ayudas a admitir que su mundo no funciona, y eso es de miedo. Entonces, cuando alguien rechaza nuestra ayuda, no siempre lo hace porque no se da cuenta. Tal vez lo hace porque no está listo. Y eso es lo que mi consultante no lograba ver. Ella no estaba peleando contra la ignorancia de su marido. Estaba peleando contra un mecanismo de defensa. El Salvador se va a inmolar, vas a sacrificar su tiempo, su salud, su energía en un intento de rescatar al otro. Que muchas veces solamente termina siendo eso, un intento, porque el plot twist de |
| 7:06.4 | esta historia es que en general el Salvador no solamente que no salva a nadie sino que termina un diéndose también. Ahora, ¿qué es lo que hay detrás del síndrome del Salvador? Como toda en psicología tiene un porqué, así que vamos a lo profundo. En primer lugar, el miedo a la mano a mano. Muchos salvadores no ayudan por amor. Ayudan por miedo. Miedo a quedarse solos, miedo a no ser necesarios, miedo a no ser suficiente, si no están resolviendo a la vida de alguien más y este miedo no nació de la nada. Crecer en un entorno donde el amor dependía de lo que hacías y no de lo que eras, aprender que solo cuando eres útil, valías la pena, que si dejabas de dar, te dejaban de querer. Cuando una persona se acostumbra a estar siempre disponible para los demás, organizando reuniones, resolviendo problemas y ofreciendo su ayuda sin que se lo pidan,es llegar a sentirse profundamente heridas y a pesar de todo eso, no recibe el mismo nivel de reconocimiento o de reciprocidad. El problema no es que haga las cosas por los demás. El problema es creer que ese es el único camino para ser querido. Segunda causa, la falta de límites. También hay quienes no saben decir que no. Y el síndrome del Salvador puede surgir de la propia incapacidad para establecer límites sanos, para con uno y para con los demás. Personas que probablemente hayan crecido en torno donde decir que no era visto como egoísta. Entonces, creen que deben estar ahí todo el tiempo para los demás, incluso a costa de su propio bienestar. Creen que la muestra es darlo todo, dejar la vida. Y esta misma incapacidad para establecer límites, para ellos mismos, la tienen para aceptar los límites que plantean los demás. Si la otra persona dice que no, frente a su intención de dar ayuda, puede llegar a pensar que es un desagredecido, que no se da cuenta de la ayuda que está recibiendo, o que lo está haciendo por su bien. Y esto, nos lo tenemos que grabar a fuego. Respectar el NO del otro también es ayudar, es respetarlo. Y además, cuando alguien no quiere ser salvado, insistir solamente va a lograr una cosa, desgastarnos a nosotros y al otro. La tercera razón que se esconde debajo de ser ayudadores seriales es la incapacidad de tolerar emociones difíciles, porque a nadie le gusta ver su fría quién es ama, es incómodo, des doloroso, pero hay quienes directamente no lo soportan. No toleran la ansiedad ni el malestar que sienten al ver que alguien que aman está sufriendo o está tomando decisiones que creen equivocadas. Pero para algunas personas el malestar es tan grande que creen que la única solución posible es intervenir en la vida del otro. Solucionar el problema, tomar el toro por las actas. La cuestión de fondo acá es que no se trata tanto de ayudar al otro. Si no de un intento para reducir el propio malestar que genera la situación. Intento tomar el control porque esa es la forma que encuentro de gestionar el malestar que a mí me provoca verte sufrir, o verte tomar malas decisiones. Parece que ayudan al otro, pero en el fondo se están ayudando a sí mismos. Y sé que es muy difícil, sé que muchas veces queremos tener la solución al problema del sufrimiento de la otra persona. Pero si no tenemos claro esto, si no entendemos que el otro es el otro y es el único responsable de su vida, entonces vamos a vivir sacrificándonos por batallas perdidas que no nos corresponden. Y te lo digo ahora antes de que que sea demasiado tarde, no podés salvar a nadie que no quiera salvarse. No podés obligar a nadie a cambiar. Podés acompañar, podés se estar, podés ser un lugar seguro, pero no sos un superhéroe. No viniste al mundo a salvar a nadie y cuando lo entiendas, vas a dejar de cargar un peso que nunca te correspondió. Ok, si estuviste prestando atención a lo que va del episodio y te identificaste con algo de lo que dije, seguramente te estarás preguntando tengo yo el síndrome del Salvador. Por eso hoy te traje un test lúdico cortito para que puedas hacer una especie de autoevaluación en relación a que tan cerca o lejos estás del síndrome del salvador. Vale aclarar que el fin de este minites no es diagnóstico nada, simplemente que podamos entender hasta qué punto le brindamos nuestra ayuda a los demás desgastándonos a nosotros mismos. La idea es que escuches las siguientes afirmaciones y que vayas subiendo un dedo por cada una con la que te sienta identificado, mientras más dedos uvas, más cerca vas a estar de ocupar el rol desalvador. Vamos. Uno, suelo poner las necesidades de los demás por sobre las mías, incluso cuando estoy agotado. Dos, siento que es mi responsabilidad de ayudar a los demás a resolver sus problemas emocionales o personales. Tres, suelo renunciar a actividades soplanes que son importantes para mí, con tal de ayudar a alguien más. Número cuatro, me resulta muy difícil decir que no cuando alguien me pide ayuda, incluso si eso me causa mucho estrés. Cinco siento que mi valor depende de cuán útil soy a los demás. Seis me siento muy culpable si no ayudó a alguien, incluso cuando no quiero hacerlo. Siete, con frecuencia me encuentro involucrado en los problemas de otras personas, incluso si no me afectan directamente. Número hecho, siento que tengo que tomar la iniciativa para arreglar las cosas o resolver los problemas de otros, incluso si no me pidieron que lo haga. Nueve, a veces me siento abrumado o estresado por tratar de ayudar a los demás. Y 10, me enojo cuando me dicen que no pidieron o que no necesitan mi ayuda. Y como te fue, cuántos dedos subiste. Si le respuesta, es varios. Primero, déjame felicitarte. Sí, felicitarte. Te felicito porque ya diste el primer paso para cambiar que es tomar conciencia. Si no nos damos cuenta de lo que nos hace daño, no podemos hacer nada para impedirlo ni para cambiarlo. Entonces, ok, todo muy lindo, ya tome conciencia. Ahora quiero cambiarla. Bien, señores y señores, veamos ahora lo que sí podemos hacer para ayudar. Sanamente, alejándonos de el síndrome del salvador. En primer lugar, antes de ayudar, presta mucha atención. Muchas veces, damos por sentado que el otro necesita de nuestra ayuda. Nos adelantamos. Tomamos decisiones por él, por ella, sin ni siquiera preguntar. Y ahí nos equivocamos, porque la clave está en escuchar antes de actuar. Solamente lo otro sabe lo que siente, lo que piensa. Por eso en este punto, para ser buenos, ayudadores, tenemos que prestar atención. Se curioso preguntar, escuchar, preguntate realmente necesita ayuda. O yo soy quien creo que loa la necesita. Me pidió ayudar a otra persona, pues estoy asumiendo que me toca intervenir. Y si no está seguro, si no está segura, indagás si la persona quiere o no recibir ayuda. Puedes preguntar a ella en lo que te pueda ayudar, cómo te gustaría que te acompañe en esta situación. Nada de imponer soluciones, no descozas por sentado por más, ovia que parezca la respuesta a la solución. Terez que entender que para poder brindar ayuda necesitas que el otro quiere recibirla. Escuchar primero para ayudar después. En segundo lugar, aceptar los límites de la otra persona. Si el otro está trazando un límite, si te dice no gracias por mucho que yo considere que ese otro necesita mi ayuda, voy a tener que aceptar. Me va a costar, quizás sea difícil, y ojo que aceptar esto no es sinónimo de abandonar a la persona. Porque muchas veces pensamos que si dejamos de insistir significa que no nos importa tanto. Para nada, aceptar es entender, entender que mi ayuda solamente sirve si la persona que la necesita la recibe, sino mi ayuda puede causar más daños que reparaciones. Lo que sí puedo hacer en estos casos es dejar en claro que voy a estar ahí si la persona me necesita que sabe que puede contar con mío. Pero si el otro no quiere o no está listo para recibir ayuda, entonces me va a tocar acompañar desde otro lugar. En tercer lugar, desligate de la responsabilidad de salvar a los demás. |
| 16:26.4 | Este probablemente sea el paso más difícil, pero también el más liberador. No sos responsable de las decisiones de los demás. No sos responsable del bienestar de los demás. No sos responsable de carregar con el mundo en tus hombros. No importa cuánto quieras proteger a las personas que amas. Cada uno tiene su propio proceso, su propio camino, toma sus propias decisiones. No sos un superhéroe o una superhéroe. Ni tu valor depende de qué tan capaz seas o no de ayudar. Cuando soltamos la necesidad de salvar al otro, abrimos espacio para algo mucho más valioso, que es acompañar, estar sin imponer, sin empujar, sin forzar, simplemente siendo un lugar seguro, al que el otro puede acudir solo si lo necesita y si lo enlija. |
| 17:25.7 | No viniste a este mundo a salvar a nadie. Sé que aceptarlo puede ser difícil pero creme que hacerlo te va a ahorrar mucho sufrimiento en el futuro. No está siendo egoísta, no está sabando en ando a nadie. Simplemente se trata de entender que tu ayuda solamente puede ser útil cuando del otro lado, existe la intención de recibirla. |
| 17:47.8 | Asepa que el otro es un otro que toma sus propias decisiones y que asume sus propias responsabilidades y confía en que si esa persona te necesita va a acudir a vos, confía en sus tiempos, en sus procesos y mientras tanto puedes seguir acompañando, puedes a ayudar acompañ. Se en jugar, sin presionar, simplemente estando ahí, prestando atención, siendo oído, siendo contención. Y sí, ayudar es hermoso pero no puede convertirse en la única forma de validarnos. Aprender a soltar a confiar en que el otro también puede es un acto de amor. |
| 18:25.0 | Y aceptar y respetar mis propios límites y los de los demás es en realidad la mejor manera que tenemos de ayudar. Así que la próxima vez que sientas es impulso incontrolable de meter en la vida del otro para salvarlo, su arena. Pregúntales si realmente quiere tu ayuda. Y si te dice que no aceptalo contra la inquividad, porque a veces la mejor ayuda que podemos dar es confiar en que el otro sí puede. Un episodio de podcast puede ser el primer paso para explorarnos. Pero si quieres ir más profundo, te quiero invitar a ser parte del club de bienestar de Psyma Máliti. |
| 19:07.0 | Es un espacio seguro con experiencias en vivo, recursos exclusivos, un laboratorio emocional, |
| 19:14.2 | un club de lectura y mucho más. |
| 19:17.3 | Es nuestro espacio para crecer en comunidad. |
| 19:20.6 | Entérate todo sobre nuestro club en Psy simameliti.com, Barra Lu. |
Please login to see the full transcript.
Disclaimer: The podcast and artwork embedded on this page are from Psi Mammoliti, and are the property of its owner and not affiliated with or endorsed by Tapesearch.
Generated transcripts are the property of Psi Mammoliti and are distributed freely under the Fair Use doctrine. Transcripts generated by Tapesearch are not guaranteed to be accurate.
Copyright © Tapesearch 2025.