meta_pixel
Tapesearch Logo
Log in
Psicologia Al Desnudo | @psi.mammoliti

T4 E19 ¿Quién cuida de ti mientras cuidas?

Psicologia Al Desnudo | @psi.mammoliti

Psi Mammoliti

Mental Health, Health & Fitness

5668 Ratings

🗓️ 31 July 2025

⏱️ 37 minutes

🧾️ Download transcript

Summary

Cuidar de alguien puede ser hermoso, pero también muy desgastante cuando nos olvidamos de nosotros mismos. Nos enseñaron que priorizarse es egoísta, pero la verdad es que no podemos sostener a nadie si antes no nos cuidamos.

¿Quién sostiene al que cuida? En este episodio reflexionamos sobre el desgaste silencioso de quienes acompañan, y sobre cómo protegernos mientras cuidamos. Porque cuidarte no es un lujo: es una necesidad. Cuidar mejor empieza por ti.

¿Te gusta este contenido?
💌 Suscríbete a nuestro Newsletter GRATIS ⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠aquí.
🫂 Únete al CLUB de Miembros aquí.
❤️‍🩹 Comienza terapia HOY ⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠aquí⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠.
✏️ Envía tus opiniones: [email protected]
⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠.
📲 Síguenos en nuestras redes.
.
💜 Psicología al Desnudo es un podcast original de Psi Mammoliti.
.
📍 Grabado en Casa Spotify, Buenos Aires.

Transcript

Click on a timestamp to play from that location

0:00.0

Psicología al desnudo es una producción original de psimamoliti. La plataforma de psicología y bienestar en la que podés encontrar a tu psicólogo ideal. Estoy cuidando mi mamá pero no de más. Cada día es una montaña rusa de emociones. Angustia, frustración y mucha culpa. Me digo que soy fuerte pero recordé que estoy muy quemada. Todo, absolutamente todo me pesa. No lo quiero admitir, pero a veces quisiera que esto termine, ¿sabes? Aunque no sé, es solo pensarlo, me hace sentir peor. ¡Ulpa, gulpa! ¿Cómo siga este punto? Si él lleva 10 meses acompañando a su mamá en un tratamiento oncológico.

0:42.0

La vez que vino a terapia conmigo fue por vídeo llamada desde algún rinconsito solitario de los hospital. Se siente sesión, muy notando que su voz está cada vez más débil. Cada vez tiene menos energía. En nuestro último encuentro me dijo que ya llevaba varios días sin dormir bien que le doli a todo el cuerpo.

3:47.5

Shanice, si es físico o emocional o todo junto. Hoy mi mamá me preguntó cómo estaba y le mentí. Le mentí, le dije que todavía en como siempre. ¿Cómo le explico que me estoy apagando? Ya poquito. O sea es que siento que puse mi vida en pausa para sostenerla ella. Pero ¿qué me sostiene a mí? Cuidar de otros es un acto profundo, lleno de amor, de entrega. Pero ¿qué pasa cuando te olvidas de cuidarte a vos mismo en el camino? Escuchas, acompañas, sostenes. Hasta que el peso de estar siempre para los demás, te empieza a pasar factura. Nos enseñaron que priorizarnos a nosotros ese goísta, que cuidar de vos mismo viene después si es que queda tiempo. Y si te dijera que para poder cuidar de verdad a otros, primero, te tenés que cuidar a vos. ¿Qué pasa si te vivís dejando para el final? ¿Quién te cuida a vos? Mientras vos cuida a los demás. Soy Marina Mamoliti, psicóloga. Y esto es psicología desnudo. El podcast de salud mental de Psyma Mollicky. Donde la veamos juntos en las profundidades del amente. Hoy presentamos cuidarnos mientras cuidamos de otros. Para cuidar a otros, ¿de verdad? Primero, tengo que priorizarme a mí. ¿Qué pasa? Si no me cuido yo, mientras cuido a otros. Muchos dirían que nada, ¿no? Bueno, al menos al principio parece que nada, todo sigue igual. trabajas, escuchas, contenes, estás para quienes te necesitan. Pero en realidad, cuando el cuidado se estira demasiado tiempo y eso hace que empieces a descuidar tu propia vida, algo empieza como a vaciarse dentro. Sin dar nos cuenta el cansancio se acumula, te cuesta dormir, te vuelves más irritable, más distante, te desconectas de lo que antes te movía. Cuando no nos cuidamos a nosotros, el desgaste aparece rápido y se hace muy evidente a nivel físico y también en lo emocional. Y lo más engañoso es que al principio ni lo notamos, porque ponimos tanto foco en los demás que nos olvidamos de preguntarnos ¿Cómo estoy yo? ¿Cómo me siento? Mucha gente piensa que el desgaste por cuidar a otros es quizás exclusivo de cuidadores profesionales. como médicos, psicólogos docentes, trabajadores sociales, pero no, el desgaste no

3:46.4

discrimina, consume a cualquiera que pase mucho tiempo sosteniendo otra persona. Hablo de quienes acompañan a familiares enfermos, madres y padres que cuidan a sus hijos sin descanso, adultos que se hacen cargo de esos padres, que son mayores, personas que querían solas y que nunca pueden bajar la guardia, porque cuidar, aunque sea, una toda de amor, también desgasta. ¿Crees escuchar una ironía, el colmo de los colmos? Los que trabajamos en el ámbito del cuidado, solemos ser quienes más nos desquidamos a nosotros mismos. De hecho, lo que me llevó a pensar en este episodio fue un estudio que leí hecho por la universidad de Chicago que encontró que la mayoría de los cuidadores profesionales, como los psicólogos o los médicos, cuando nos involucramos tanto en el dolor, en las necesidades de otras personas, empezamos a sentirnos saturados como sin energía y con menos capacidad para empatizar incluso o para ayudar. Es como si el tanquecito de compasión que todos tenemos dentro se vacía para de tanto usarlo. Y me voy a tomar la licencia de hacer una mención especial para psicólogos o trabajadores de la salud mental. Trabajamos con el dolor psiquico del otro, con el dolor emocional. Y nuestra herramienta principal no es un visturí o un medicamento. Es el vínculo. Un lazo que necesita ser auténtico para que el otro pueda sanar. Entonces, si no nos cuidamos, ¿qué podemos en realidad ofrecer? ¿Qué tan genuino podemos hacer? A diferencia de lo que un montón de personas creen ser psicólogos no demoniza contra el sufrimiento geno, los psicólogos sufren también, sufrimos también. Y si no encontramos espacios para cuidarnos, inevitablemente ese desgraste se va a colar en el espacio que le ofrecemos a nuestros pacientes en nuestra capacidad de estar presentes, de escuchar, de ser sostén. Cuidar es todo un arte, es un acto de amor, entrega, de presencia, pero es un acto que puede agotar, de gastar mucho y en un montón de casos rompernos por dentro sin que nos dimos cuenta, porque sostener a otra persona no es solamente estar ahí, es por el del cuerpo, la mente, el corazón, es cargar con emociones que a veces ni siquiera son nuestras. Esas absorberan gustas ajenas hasta sentir las propias muchas veces. Y como todo arte, el cuidado tiene su lado hermoso, noble y con move doar y su lado oscuro, ese que nadie menciona. Es el lado en el que el cuidado deja de ser un acto de amor y se convierte en una entrega sin límites en donde acompañar a otro se vuelve una obligación silenciosa un mandato que no se discute en donde la empatía se transforma en una carga tan pesada que nos olvidamos de nosotros en el camino y aprendimos que quizás cuidar es darlo todo pero nunca nos enseñaron que la empatía también tiene un costo que cuando sentimos el dolor del otro como propio nos lo llevamos con nosotros, que cuando alguien nos cuenta su historia, su tristeza, su miedo, algo de eso se nos queda pegado, que cuando nos convertimos en su estén emocional de alguien más, dejamos mucha energía propia en eso. Y no hace falta haber vivido lo mismo que lo otro para sentir su sufrimiento. No hace falta haber pasado por un abuso, por ejemplo, para comprender el trauma de quien lo vivió, o no hace falta haber estado en una guerra para entender el terror de un ex combatiente. No hace falta haber perdido alguien para empatizar con el duelo de un amigo, porque la empatía nos permite sentir sin haber vivido, nos permite sostener, abrazar, contener incluso cuando la experiencia no es nuestra. Y eso es hermoso, pero también es un riesgo. Sabías que los seres humanos somos una de las especies más dependientes al nacer. Los bebés humanos nacemos completamente indefensos y dependientes. Muchísimas que las querías de otras especies. Necesitamos años de atención, enseñanza y protección. Y esto no es casualidad. Es parte de nuestra evolución y la razón principal por la que el cuidado ha sido central para nuestra supervivencia. Sobrevivimos si nos cuidan, si no, morimos. Y curiosamente, el cuidado no es algo exclusivo de los seres humanos. El reino animal tiene ejemplos fascinantes. Las elefantas forman guarderías en las manadas. Y cuando una cría hasta enferma o débil, las sembras adultas se turnan para protegerla y cuidarla. Incluso los lobos, que son muy conocidos por su espíritu de manada, cuidan a sus miembros enfermos, trayéndoles comida, por ejemplo. Sí es verdad que en nuestra especie el cuidado va mucho más allá. Somos la única especie que cuida de sus ancianos y de personas enfermas durante tan largos peridos. Y construimos sistemas sociales completos, incluso profesiones, o escuelas, hospitales, residencias parancianos, guarderías, refugios o eniges, todos cuidamos. todos, en algún momento, sostuvimos el peso del dolor de Alian más. Imagina por un momento que sos el psicólogo, la pareja o un amigo de un ex combatiente que carga con los horrores de la guerra cada vez que cierra los ojos, viene a su cabeza y mágenes. Cada noche vuelvo a reivir las explosiones, las pérdidas, los rostros de quienes no pudieron regresar. ¿Podes sentir el beso de sus recuerdos? Estar ahí para esa persona significa entrar, aunque sea un ratito, en ese abismo. ¿Cómo no va a ser abrumador y intentar acompañarlo cuando sus propios recuerdos lo devoran? O, imagínate, acompañar a un amigo con un diagnóstico terminal. Sabiendo que cada día puede ser el último. Estas ahí cuando el miedo lo invade, cuando el dolor se vuelve insoportable, o cuando las despedidas te destruyen el corazón. Sentís su fragilidad, su dolor, su angustia, no te suena desgarrador estar presente en esos momentos finales. Es humanamente imposible ser indiferente al dolor. Solo de mencionar historias de pérdida de trauma de sufrimiento ya nos acude un poco por dentro, no te pasa. Acá dejamos de lado a las personas con estructuras psicopáticas que no sienten culpa ni empatía, pero eso es un tema para otro episodio. Los humanos tenemos el don, aunque a veces sea una carga, de poder convertir un poquito del dolor del otro y en algo propio, alivianándolo al otro de su dolor. Porque cuando lo comparte ya no es solo suyo, ahora es compartido, está en ambos, el dolor del otro nos duele, no importa cuántas fuerteseas, si está cerca te va a afectar. Charles Figgley, un psicólogo especialista en trauma, nos dice que el trauma directo afecta a las víctimas, pero hay un trauma más indisible, indirecto que afecta al círculo cercano a quienes cuidan de quién sufre. Él lo llama trauma evicario y es el trauma que no sufrimos en carne propia, pero que absorbemos cuando estamos cerca de alguien que si lo vivió. Es el peso que cargan los médicos después de ver tantas muertes, el agotamiento de psicólogos que escuchan sufrimiento día tras día, la angustia de un padre que ve sufrir a su hijo o cualquiera de nosotros que escucha la historia de un amigo que está sufriendo. Este fenómeno se llama fatiga por compasión y acá viene la paradoja, los que más cuidan suelen ser los que menos se cuidan. Ni siquiera se falta irse a los extremos. Cuidarnos nos deja hasta incluso en lo cotidiano. Para algunas personas puede ser escuchar una amiga que atraviesa una ruptura morosa difícil, cuidar a un familiar enfermo por mucho tiempo, ayudar a tu hijo a superar alguna etapa complicada. Yo tenía un profesor en la facultad que siempre nos preguntaba, ¿quién cuida a los que cuidan? Pues, ¿tiene que suele quedar un poco en segundo plano? Porque se cree que quienes tienen la capacidad de cuidar tienen algo así como una batería infinita, o tienen super poderes para estar siempre bien. Claudia Diel en su charlaté de X nos comparte que ya estuvo 500 días de guardia al cuidado de su hijo y que se olvidó por completo de ya mismo. Y fue ahí cuando recordó algo que todos quizás escuchamos en los aviones. Esto de colo que es un mascarilla de oxígeno antes de ayudar a los demás. Porque no puede salvar a nadie si primero no desalba a vos. El autocuidado no es un lujo entonces, es una necesidadidad y además cuidarnos a nosotros, es un acto de responsabilidad también así a quienes estamos cuidando hacia los demás, porque sí claro Mauricio Huentra o un psicólogo dice que en el cuidado hay una regla de oro, respetar a los demás sí, pero primero y por sobre todo, cuidarme a mí. Y ese es un principio simple pero es poderoso, no es egoísmo, es lógica. Si yo me dejo de lado, ¿qué tan bueno puedo hacer para el otro? ¿Qué puedo dar si no tengo nada para mí? Cuando me priorizo, yo, cuando cuido, yo lo que siento, lo que deseo, estoy haciendo un doble acto de amor. Hacia mí y hacia los demás. ¿Por qué no puedo darle nada bueno a alguien? Si yo me estoy dejando en una situación que me daña, que me drena, que no me hace bien. Es decir, cuando me priorizo, también estoy cuidando al otro. Lo protejo hacia otro de las consecuencias que tendría mi propio desgaste. Entonces la clave es esa, no puedo cuidar al otro, más de lo que me cuido a mí. Si yo no me cuido primero, me quedo vacío sin energía. Y entonces no tengo nada para dar. Cuidarte en nosotros nosotros nos permite mantener nuestra capacidad de cuidar a otros, de cuidar nuestra energía para cuidarnos y después cuidar. También va a prevenir un montón de riesgos a nuestra salud física y mental, y sobre todo evitar errores en el cuidado del otro. Además de conservar nuestra capacidad de empatía y de compasión, cuando dedicamos tiempo de descansar, a desconectar, a cuidarnos, estamos además fortaleciendo nuestra resistencia emocional, haciendo unos más capaces de seguir sosteniendo a quienes necesitan de nosotros. En cambio, si nos agotamos, si nos dejamos consumir por el dolor ajeno, con el tiempo, vamos a dejar de ser ese punto de apoyo segura. Y por qué nos cuesta tanto a veces reconocer que también nosotros necesitamos ayuda. En primer lugar, por los mandatos sociales de que debemos cuidar siempre a otros. En muchas culturas, se valora mucho el sacrificio y la entrega desmedida a los demás y el autocuidado puede percibirse como algo egoísta hoy necesario. En segundo lugar, por el miedo al juicio, tanto de otros como los propios. Nos preocupa como nos van a mirar los demás si admitimos que estamos al límite, que estamos exaustos cansados, que ya no queremos cuidar ni acompañar. ¿Qué van a decir del cuidador que no quiere cuidar más? ¿O que incluso necesita él ser cuidado? Y la razón más sostenida en el tiempo lo poco que hablamos del tema. Inc Incluso a quienes elegimos carreras profesionales centradas en el cuidado de los demás, no se nos dan las herramientas suficientes para cuidar saludablemente, equilibradamente. No solemos pasar de la raya al exceso del cuidado. Y de cuidarnos a nosotros por cuidar de otros puede traer un montón de problemas. Rijos super notorios, muy reales y a veces de bastadores. Algunos de los más frecuentes son el famoso pernaut o también conocido como el síndrome de agotamiento, que es un estado extremo de de agotamiento causado por un estrés crónico. Si queréis conocer más de esto, les super recomiendo que vayas al episodio 34 de la segunda temporada, que se llama quemados y exaustos. El número 12 es el desgaste por empatía, o también se le dice fatiga por compasión. Es cuando sentimos una sobrecarga emocional grande, porque nos involucramos con el sufrimiento de los demás. Es como si estar conectado todo el tiempo con el dolor del otro, hace que nuestras emociones quedaran agotadas. Algo que de hecho ha sido demostrado en un montón de estudios es que hay médicos,

18:46.1

especialmente los que se dedican a cuidados paliativos, que de tanto estar expuestos al dolor a la muerte, desarrollan una especie de conexión emocional, que es un mecanismo de defensa, Una insensibilidad total que los protege, los aislas. Pero también nos afecta mucho, porque es como si su empatía se apagara para poder seguir adelante. Y se ve como una insensibilidad y una desconexión emocional muy grande que los hace ser totalmente indiferentes con el dolor de sus pacientes. Quizás te pasó alguna vez que fuiste a un médico, ese médico te tuvo cinco minutos, tres minutos, casi ni te escuchó, simplemente tomaba, no, está mirando para abajo ni empatizó con vos y quizás te quedaste pensando cómo puede ser que no pueda empatizar conmigo un poquitito de humanidad.

19:46.0

Bueno, hay algo de este mecanismo de la desconexión actuando ahí.

19:50.5

Otro efecto del agotamiento al cuidar se llama estrés basado en empatía.

19:57.5

¿Qué es cuando después de escuchar tanto dolor?

20:01.5

Es como si se absorviera ese dolor y se llevara con uno mismo. Esto nos pasa cuando el dolor de los demás nos impacta tanto que nos empieza a transformar. Por ejemplo, Mica, que es una colega psicóloga que trabaja con víctimas de violencia género, me contó que empezó a tener muchas pesadillasillas donde ella tenía que correr como para salvar su vida de una persona violenta. Incluso en su vida personal una vez que se animó a salir con alguien le invadían pensamientos intrusivos que le hacían tener mucho miedo de que ese hombre fuera a ser violento con ella. Otra colega que trabaja con niños institucionalizados me contaba que después de escuchar repetidas historias de abuso infantil, desarrolló un nido profundo hacia todo el mundo. Al punto de que le costaba mucho confiar en cualquier otra persona para dejar a sus hijos en la escuela. Una recomendación acá es que si sentís que estás atravesando algo de todo esto, te sentís identificado y querés buscar ayuda profesional, en si a Moliti somos un equipo de psicólogas y psicólogos con mucho recorrido, mucha experiencia preparados para acompañarte. Podés pedir una primera sesión o saber más de nosotros en si vamos a salir y punto con. Te voy a contar una historia personal. Hubo un tiempo en mi vida en el que mirando para atrás ahora yo no toque estaba completamente desportada. Trabajaba demasiadas obras, mucha responsabilidad, muchos pacientes y muchos pacientes con problemas muy delicados. Estaba absorbiendo un montón de dolor de otras personas y tratando de hacer que el sufrimiento de esas personas se alivie cuando realidad yo ya estaba al limiter. En realidad mi limiter ya lo había pasado pero en ese momento no lo sabía. Claro, así todo, yo seguía. Adelante, porque esa ocecita interna me repetía, dale, no podés frenar, tenés que ser fuerte, tal y tal, están sufriendo mucho más que vos, tienes que ayudar, como si ser vulnerable fuera un lujo que yo no me podía dar. Claro, llega una tarde, después de una maratón de consultas, una a atrás de otra, un consultante con intento de suicidio, otro con una reciente revelación de ver sufrir de un abuso y varios conflictos más. Después de todo eso me quedé sola en el consultorio. La solidad total, silencio y las luces apagadas me hicieron frenar un segundo. Me acuerdo que me puse a revisaras para pensar en alguna intervención para un paciente que le estaba pasando muy mal. Pero en ese momento me desvaneci. Fue un segundo. Realmente no llegué ni a caer, pero sentí como que mi cuerpo se derritió en el sillón. Y cuando mi conciencia volvió, tomé dimensión de que yo no me quedaba más energía. Pero qué escribí haciendo, porque me estoy diciendo tan tanto. Y ahí es que me lo de cuenta que no estaba durmiendo bien con mi amal o ni con mi amal. Vivía del consultorio, a casa de casa al consultorio. Nada más, no había otra cosa en mi vida. Claro, en este intento de ser inquébrantable, me había olvidado de lo más importante, que era cuidarme a mí. Ese momento fue una revelación para mí, porque hay entendí que la verdadera fortaleza no está en exigirnos hasta no poder más, sino en reconocer los límites propios en saber cuando parar. Me costó mucho entender que está bien admitir que soy humana, que necesito un respiro. Por más que mi impulso natural fuera seguir y seguir, pero entendí que el autovedado no es, nunca bricho es una necesidad, y esto que te cuento con mi historia tristemente es super frecuente en mi profesión. Los trabajadores de la salud estamos todo el tiempo expuestos al sufrimiento humano, a escuchar historia de trauma, de dolor, de traición, de desesperanza y todo eso puede pasar factura, si no aprendemos a poner el freno. Acá ahora viene lo bueno, hay un montón de cosas que puedes hacer para empezar a cuidarte, herramientas que pueden marcar la diferencia. Por ejemplo, la supervisión profesional, que es es un espacio para procesar lo que sentís y encontrar nuevas perspectivas, talleres de formación, por ejemplo, con otros colegas, redes de apoyo profesional y lo básico, pero más poderoso, dormir bien, moverte, comer bien, darte pequeños momentitos para vos. Y ¿sabes qué? Además, no vamos a poder con todo y eso está bien. Reconocernos nuestras limitaciones no nos hacen menos profesionales, nos hace humanos. Imagina que tu bien estares como la batería de un celular. Cada cosa que haces en el día le va desgastando. Y no tenés batería infinita, es más. Te voy a pedir que imagines que tenés 10 rayitas de batería por día. Y ahora, te voy a pedir que respondas con mucha sinceridad estas preguntas y por cada sí vas a bajar una rayita de la batería. Este ejercicio es para todos, no importa si sos profesional de la salud o no.

25:46.0

Vamos a ver, en qué nivel de carga estás. Pasa mucho tiempo escuchando o acompañando el dolor de otros. Si tu respuesta así, baja una rayita en tu batería. Te cuesta separar tu tiempo personal del cuidado que brindás. Te cuesta decir que no cuando ya no podés más. Sentís que a veces te faltan herramientas para manejar tus emociones o el impacto de cuidar. Sus, la persona que siempre cuida a todo el mundo en tu familia o en tu grupo. Sus de guardarte lo que sentís sin compartirlo con nadie para no molestar, te cuesta desconectar un liberar estrés después de cuidar. Sentís culpa si te tomás un descanso o un momento para vos. Sentís que tu energía se agota más rápido del orormal. Sentís que no tenés tiempo o espacio para procesar lo que te pasa? Porque estás muy enfocado en los otros. Si bajaste hasta dos rayitas de felicito, tenés una buena gestión de tu energía y sabes cuando recargar. Ahora si bajaste de tres a cinco rayitas de batería, bueno, tu batería se está abotando. Quizás no lo notas tan toda hora, pero si no empezás a recargar, pronto vas a empezar a sentir el desgaste. Si bajaste de 6 a 8 rayitas, bueno, tu batería está en niveles críticos, probablemente cientos, cansancio, estrés y esa sensación de estar medio en modo supervivencia. acá es urgente que empieces a hacer algo para recuperar tu energía y si bajaste 9 o 10 rayitas bueno te quedaste sin batería, este es el punto donde el cuerpo y la mente se empiezan a vaciar, a pagar. Es momento de tomar acción cuanto antes, porque si se hizo así el agotamiento te puede enfermar, te puede desgastar mucho emocionalmente, o incluso podría entrar en un estado de Bernaut severo, necesitas un plan de recarga cuanto antes. Ahora sí llegamos a la parte práctica. ¿Cómo hacemos para cuidar a otros? Pero sin dejarnos de lado a nosotros en el intento. Primero lo primero, auto-uidado. Esta es una necesidad fundamental para acompañar desde un lugar sano. Así que te voy a compartir las 5 p's para que empieces a incorporarla si quieres cuidar a los otros sanamente. Las 5 p son como un pequeño manual para que no te olvides de vos mismos mientras sosténse a los demás. Así que a medida que te las voy contando, pensás si vos las ponés en práctica o no en tu vida. La número 1 es preguntate con frecuencia, y acá es donde empieza todo. Preguntarlos cómo estamos? Simple, fácil, cómo estoy, nada más. Pero vimos que no ocupados, muchas veces cuidando de otros, que a veces nos olvidamos de mirarnos a nosotros. De verdad, cuando fue la última vez que te preguntaste con sinceridad, ¿cómo estoy? ¿Cómo me siento? No me refieras a respuestas rápidas del todo bien, sino a una respuesta con esta. Un datito interesante que leí el otro día, un estudio de la Universidad de Harvard encontró que el 47% del tiempo estamos en piloto automático, haciendo cosas sin ser realmente conscientes de cómo nos sentimos. Por eso, para ir y preguntarme cómo estamos, es el primer paso para empezar a cuidarnos de verdad.

30:06.0

La segunda P tiene que ver con, pero te jer tus límites, los famosos límites que tanto nos cuesta poner. Decir que no, a veces se siente raro, pero es más necesario de lo que pensás, te piden mil cosas, está bien decir, hoy no puedo, la verdad mañana te ha ayudado. O te quiero estar para vos, pero la verdad que ahora estoy muy carregada. Pensan esto, sí que más, tú dás tus velas hoy, ¿qué te queda para mañana? La P3 tiene que ver con pausar. Las pausas no son ningún lujo, son una necesidad, porque no sos un enchufe infinito de energía. Pausar es una forma de recetear, de soltar por un momento de la carga. Cuando te tomás una pausa, le das al cuerpo y alamente un respiro para procesar lo que está viviendo y para poder responder además desde otro lugar que no sea el estar agotado. Así que te super invito a reservarte un tiempito para hacer algo que te guste. Si sentís que no tenés mucho tiempo al menos, tomate 5 minutos para respirar, para salir cinco minutos al sol, sin celular, para leer unas páginas de un libro, para darte una ducha o simplemente para cerrar los ojos frinstantes. Una auto sin frenos tiene mucha mayor probabilidad de terminar chocando. Las pausa son necesarias. La cuarta p tiene que ver con preservar tu energía. Cuidar tu energía, elegir a dónde le ponés. No se puede estar en todo, con todo el mundo, todo el tiempo. Tu energía es como un tanque, se llena y se vacía. Si vos la gastas toda y no la recargas, te vas a quedar en reserva. Así que priorizad, te dormí bien, comé algo que te da bien, busca cosas que te pongan contento. Imagina que tu tanque de energía emocional está lleno, pero cada vez que ayudas a alguien, usas un poquito de ese combustible. Claro, si no lo recargas con cosas que tenú trante, vas a quedar vacío. Y nadie maneja con el tanque seco vacío. Entonces, hace un chequeo de energía diario. Al final del día, podés preguntarte cómo está mi batería. ¿Qué cosas gastó mi batería hoy? ¿O qué cosas la recarregaron? Pensan las actividades que realmente te llenan de energía o que te hacen sentir bien. Puede ser caminar a aire libre, escuchar música, charlar con un amigo. A mí, por ejemplo, me recarga un montón, tomarme un tecito en silencio o jugar con mi perra, buba, o leer, ya riconosco que esas son cositas que me recargan. Entonces, una vez que vos tengas identificado, ¿qué cosas? De recargan energía, agéntate tiempo. Para solo al menos una vez al día por cinco minutitos y vas a ver la diferencia. Y número cinco, potenciar tus conexiones. A veces sentimos que todo recae en nosotros. Por eso con el interco en otros puedes ser un alivio. Hablar con amigos, buscar apoyos con colegas, compartir con alguien que te entienda, es clave para no llevar todo el peso, del cuidado nuestros hombros. Y si notas que te estás aislando, es momento de buscar compañía. Después de una semana difícil, llama a ese amigo de confianza. Simplemente, contále como estás, compartíles como te sentís. Esa mini conversación de 10 minutos, donde alguien te entiende y no te juzga, puede hacer la diferencia. Entonces, pedí ayuda. Si estás cuidando un familiar, porque quizás sos quien mejor hace esa tarea, o despedir ayuda en otras cosas, como para salas compras, para sacar turnos al médico, o simplemente que te cuide en a vos mientras vos te tomás un respiro, compartir la carga del cuidado de fortalece, dejar que te cuidan también. Entonces, toma tu minuetito para pensar. ¿Cuántas de estas 5P estás realmente usando? ¿Ve la con los dedosreguntarte con frecuencia como te sentís, proteger tus límites, pausar las veces que lo necesitas, preservar tu energía y potenciar tus conexiones y pedir ayuda. Si te falta alguna de estas P, no pasa nada, pero sí usa este episodio como una oportunidad para empezar, a incorporarlas y a priorizarte. Si hay algo que quiero que te lleves de este episodio, ese es el recordatorio de que el autocuidado no es ningún lujo. Es una necesidad. Y también, esto de que no podemos seguir cuidando a los demás si no nos cuidamos a nosotros, si nos descudamos, si nos escuchamos a nuestro cuerpo, a nuestra mente, no podemos ser un pilar para nadie. Además, el legaste no pasa de la noche a la mañana. Se construye con una serie de micro descuidos y es nuestra responsabilidad y reparando esos micro descuidos. Si sentimos que ignoramos nuestras necesidades, tarde o temprano cuerpo, o mente nos pasa en factura y esa cuenta no es para nada barata. Nos vendieron el autocuidado como hacer cosas de otro planeta. Pírtate a un retiro de silencio en Tailandia o convertirte en un monje bud budista pero le autocuidado son cosas simples, accesibles al alcance de todos, cosas que podés incorporar en tu día a día, esto desde hacer pequeñas pausas, poner límites o conectar con quienes si te sostienen y si te sentís perdido acá en este podcast tenés miles de herramientas que te pueden ayudar. Me encantaría que me cuentes en comentarios cómo te cuidas a vos para cuidar a otros. Nos encontramos ahora sí la semana que viene. Hasta acá el episodio de hoy. Si estás listo el lista para iniciar terapia y transitar un proceso de transformación,

36:46.2

un compañía de un profesional, emceva MOLITY,

36:49.0

le estamos esperando.

36:50.2

Escuchamos lo que te pasa, que cambio buscas y te conectamos con el terapéuta adecuado para acompañarte.

36:57.2

Puedes encontrar más información emcevaamoliti.com. 홈타깝음

Please login to see the full transcript.

Disclaimer: The podcast and artwork embedded on this page are from Psi Mammoliti, and are the property of its owner and not affiliated with or endorsed by Tapesearch.

Generated transcripts are the property of Psi Mammoliti and are distributed freely under the Fair Use doctrine. Transcripts generated by Tapesearch are not guaranteed to be accurate.

Copyright © Tapesearch 2025.