Se conocen, se gustan.

Organizan cenas en la casa de uno y en la casa de otro.

Salen a comer, a tomar una cervecita a un bar.

Van a ensí, en eduerme juntos, hasta se presentan a sus amigos.

Quiero que seas mi pareja, pero no quiero sentirme atado a vos.

No quiero sentir culpa si te digo que en fin de semana no nos vamos a ver.

Quiero manejarme con libertad, pero a la vez quiero que estés amilado.

Se enamoran.

Se enamoran. Bueno, uno de ellos quizás sí. O cree que sí.

Pero algo se detiene. Lo que parecía ir también a hacer un algo, se queda en un casi.

Un casi algo. A muchas personas las relaciones

en tonos grises las hacen sufrir. Somos novios, somos chongos, no somos nada. El limbo en el que

nada no hay las relaciones se presenta sin etiquetas. Este nuevo modo de ser etiquetado de vivir los vínculos,

puede molestar. El deseo hoy aparece en distintos embases, no existe una sola

forma de amar o de relacionarnos. Pero a pesar de saberlo, la mayoría de nosotros

seguimos sosteniendo una mirada binaria de las relaciones que se resiste a ser desarmada o estás en pareja o estás soltero,

soltera. En el medio la nada. Claramente estas dos categorías hoy ya nos quedan muy chiquitas,

no alcanzan para abarcar todos los grises que tienen los vínculos en la actualidad. Estoy en una, ando en algo, no sé que somos, no hay títulos. Andamos ahí y

viste, más o menos. ¿Qué nos pasa por dentro cuando queremos a la otra persona? Hacemos planes

juntos, pero no hay palabra que nos nombres. ¿Qué se esconde detrás de esa falta de definición?

Tenemos las herramientas de gestión emocional para enfrentarnos y construir en este lingo relacional.

Esto es psicología desnudo.

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