hace un mes viaje en avión. Generalmente los huelos me ponen nerviosa, entonces

decido abstraerme de lo que sucede hasta estar arriba escuchando música o algún

podcast con mis abriculares. Esta vez todo fue diferente, estoy explorando

por qué le tengo miedo al avión, entonces presté un poco más de atención.

La voz del parlante dijo,

En caso de despresurización de la cabina, se abrida automáticamente un compartimiento arriba de sus asientos,

dejando caer una máscara de oxígena.

Y ve de la máscara, colóquela sobre su nariz,

ibaca y respira el normalidad.

¡Ongase siempre primero su máscara de oxígeno antes de ayudar a alguien más!

Frené, me quedé pensando en esas palabras. En serio, me tengo que poner primero la más cara yo antes de ponerse a alguien más.

Y si fuera una hija o hijo que enviada a la humía,

y si es mi mamá, mi hermana o alguien que amo,

también tengo que ponerme la primera yo.

Creci escuchando que ponernos a nosotros como prioridad es egoísta.

Aunque he intentado romper con esas creencias, muy en el fondo al parecer,

seguí existiendo en mi la idea de que primero está el otro.

Primero tengo que dar, ayudar.

No puedo quedarme con esa primera boca, nada de oxígeno yo.

Y su esfuerzo por despegarme de esas creencias.

Y en seguida la consigna del antoparlante cobro sentido. La ecuación me cerró.

Si no tengo oxígeno, yo me muero.

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