Buenos días.

Gracias por estar aquí, andés perdiendo podcast.

Iniciemos este día, presentes y conscientes. Hoy quiero recordarte algo que a veces se nos olvida.

Los días difíciles no duran para siempre. Yo sé que cuando estamos ahí nos sentimos

en el ojo de un oracán y parece que las cosas no se van a resolver nunca. A veces se siente como si la

luz al final del túnel, nada más no fuera a llegar y podemos ver cómo se pierde la esperanza poco a poco.

Pero hoy te quiero recordar que no es así, que nada en esta vida es permanente y que todo eso que he estado leyendo hoy lo vas a

poder ver para tras un día.

Ahora, a lo mejor te suena un poco contra el victorio, pero te quiero hacer una invitación.

Cuando estés pasando por una crisis o por un momento doloroso, no te quieras apresurar

a salir de él.

La vida tiene su propio ritmo y cuando intentamos ir a uno distinto, nos podemos perder de

los detalles más importantes. ¿A qué me refiero? Para empezar, ya te he hablado de la importancia de dejar

te sentir las emociones que llegan a ti. Si un día te sientes triste, es importante

que te despermizo de habitar esa tristeza y escuchar el para que está aquí. Si solamente intenta se va a dirla y te apresuras a querer estar alegre otra vez, no le

vas a dar chance a la tristeza de cumplir su misión.

Todas esas emociones tienen una misión y llegan a ti para enseñarte algo.

Cuando esto pasa, entonces esa emoción no tendrá más remedio que instalarse ahí por un rato

y volver a tocarte la puerta las veces que sean necesario para que les escuches. En cambio, si tienes la paciencia de sentarte con

emoción y dejarla trabajar en ti, podrás canalizar todo eso que está sintiendo

tal vez con algunas lágrimas o con un día de introspección.

Pero la mayoría de las veces creemos que se evadimos y vivimos con friza, las cosas se van a ir.

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