Me dijo que no eras para mí, justo a mí que soy muy desobediente. Cuando me

dijo que tenía que alejarme de ti, que tú no eres el camino correcto, recuerdo perfecto

que hubo algo adentro de mí que se encendió.

Y sé que fue algo más que una simple rebeldía porque si algo he aprendido en la vida es que las

normas, las expectativas ajenas, jamás van a definir ni mi vida, ni mis decisiones.

Nunca permití que mi familia o mis amigos, los colegas creyeran que mi pareja o que mi matrimonio era un proyecto comunitario donde todo mundo

podía opinar. Se desobediente en mi caso no es desafiar únicamente lo que tratan de

imponerme, sino que la rebeldía es seguirme en tuición. Creo que prefiero equivocarme así.

A terminar siendo pues una copia pálida de los deseos de los demás. Insisto, tu pareja no es un proyecto comunitario.

Muchos quisieron que yo siiera ese sendero común, pero pues yo elegí otra cosa.

Preferí trazar un camino que resonara en realidad con mis convicciones, con mis

ideales, con mis sueños. Y aunque yo me hay equivocado, no me importa. Porque miles de veces

me creó que no eras para mí. De hecho hecho me siguen diciendo después de veintitantos años junto a mi esposa que no es para mí.

Pero al parecer pues olvidaron una fuerza, la de mi convicción, la profundidad de mis

sentimientos y la claridad que tengo en la visión que llevo acá un midi a día.

No entienden que a veces que lo que te puede parecer incorrecto a ti es lo que me llena de vida a mí o me da sentido.

Es así como vivo. Soy alguien que no toma los caminos tan transcurridos y la verdad que bueno que aposté por ti,

ya. Que bueno que aposté por una historia que no únicamente seguimos escribiendo hasta el día de hoy,

sino que seguimos viviendo. Hoy por hoy seguimos desafiando los límites, seguimos rompiendo

los moldes y seguimos viviendo una vida auténtica, plena, llena de errores, de retos y

también de sueños. ¿Qué bueno que les deshube de sí? Lo seguiré haciendo. ¿Qué bueno

que me dijo que no eras para mí? ¿Qué aquí estamos. Los hechos siempre aplastan.

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