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Relatos de la Noche

Mi Hermana me Ofreció a una Secta (y otras historias de horror paranormal)

Relatos de la Noche

Sonoro

Drama, Fiction

51.7K Ratings

🗓️ 9 September 2025

⏱️ 43 minutes

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Summary

En este episodio nos adentramos en algunos de los relatos más inquietantes que nos han compartido en los últimos meses: recuerdos olvidados que regresan de golpe en formas macabras, vínculos familiares que esconden secretos paranormales, y errores juveniles que abren puertas que jamás debieron tocarse.

Son historias intensas, difíciles de asimilar, pero que nos recuerdan lo cerca que puede estar lo imposible. Prepárense, porque lo que escucharán esta noche quedará grabado en su memoria.

¿Te atreves a escuchar? 

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🎧 Disponible también en audiolibro.

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Transcript

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Creo que esa cosa me escuchó, me sintió. Porque a pesar de la distancia volto a verme y corrió de vuelta hacia mi dirección, te juro que viese exactamente lo mismo que narraste, la sonrisa tierna, pero con dientes negros. cosa miraba directamente hacia la ventana donde yo estaba, con el mismo gesto que escribiste

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en tu historia. Muy buenas noches comunidades, desagrades con mucho por estar aquí, de nueva cuenta en este espacio, donde les tenemos preparadas como siempre, algunas de las historias más impactantes que nos han llegado. Este es uno de esos episodios fuertes que quizás a diferencia del anterior, por ejemplo, contienen historias muy difíciles de creer. Experiencias que probablemente para algunos parecen imposibles, pero recuerden que somos tan esépticos como nuestras experiencias propias no solo permitan. Así que les deseo que si nunca han vivido un suceso paranormal, pues que siempre puedan seguir así, yo puedan seguir con este tan saludable escepticismo. Que historias como las que vamos a escuchar a continuación siempre les parezcan lejanas casi imposibles. Pero si no, si en algún momento tienen su propia experiencia, ya lo saben, aquí vamos a

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escucharla.

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Estaremos esperando los conos brazos abiertos, si en algún momento se convierten en protagonistas

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de relatos.

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De la noche.

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Empezamos en 5, 4, 3, 2. Me llamo Jorge, hola, no hubiera creído nunca que una de tus historias fuera tocarme de esta forma alguna vez. Tengo varias anécotas de encuentros para normales, pero la verdad siempre he controlado mis emociones respecto a eso. Sin embargo, esa historia de la mujer que dijo ser un ángel en la gasolinera, la señora que parecía vestir un traje de humano, de piel y corría raro, creo que yo ha visto a muy tempranedad cuando tenía casi cinco, seis años. Y creo que tal vez por eso no la recordaba concientemente. Recuerda una noche de esas escenas que me gustaba dormir en la ventana de mi casa. Sí, en la ventana. Era una reja que quedaba flotante esa fuera de la casa, donde yo colocaba unas cobijas y una almohada, y me gustaba dormir allí algunas noches. Una de esas madrugadas. Vía algo. algo corriendo de la misma manera rara que narraste con la misma sociedad

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y con la piel, floja como si no fuera propia. Ya dormido algo casi instintivo, me despertó, y alcancé a ver a esa cosa corriendo pasando en frente de mi casa. Me me dincorporé para ver que era, y ese fue mi error. Creo que esa cosa me escuchó. Me sintió, porque a pesar de la distancia volto a verme y corrió de vuelta hacia mi dirección. Yo me lanzé de la ventana al suelo, pero la curiosidad infantil me hizo buscar un pequeño espejo de mano y colocarlo de tal manera que pudiera ver hacia la calle. Te juro, les juro, que vies exactamente lo mismo que narraste. La sonrisa tierna, pero con dientes negros. Esa cosa miraba directamente hacia la ventana donde yo estaba, con el mismo gesto que escribiste en tu historia. Ya no vieron ese lugar, hace muchos años me mudé. Ese sitio honestamente es un pueblo muy rural, pero tranquilo. Lo extraño es que justo venía caminándose a donde vivo ahora, escuchando tu historia, cuando casi pierdo el equilibrio al momento de que ese recuerdo perdido volvió a mi mente. Las piernas me temblaban y tuve que sentar mi momento para reponer valentía. Solo recordar esa mirada me quedó. Y tu la pusiste muy definitivamente mi cabeza te vuelta. Lo más raro de todos que yo no soy de México, soy de Venezuela, pero te puedo jurar que eso es exactamente lo mismo que yo vi. Hola comunidad, lo que estoy a punto de relatarles es algo confuso incluso para mí. Aún un logro comprenderlo del todo y aunque el tiempo ha pasado, me sigue resultando difícil procesarlo. Les pido por favor que esta historia permanezca en el anunimato. Los nombres, lugares y detalles no son precisos y por mi seguridad prefiero mantenerlo así. Una vez que conozcan la historia van a entender por qué. Para empezar de vo hablarles de mi hermana, Sofia, mi gemela. Eramos idénticas, tanto que menudo nos divertíamos confundiendo nuestros amigos a los maestros, e incluso nuestra propia madre alguna vez. Siempre estuvimos muy unidas, hasta que entramos a la preparatoria. Sofia con con su carácter extrovertido, nunca estaba sola. Siempre rodeada de amigos, pretendientes y atenciónes. Yo encambio verá lo puesto. Tímida, reservada y apenas con un par de amistades. Mientras ella destacaba y brillaba como una de las alumnas más queridas y populares, yo era más bien invisible, objeto de burlas y de constante bullying. Con el tiempo la relación entre nosotros comenzó a rescabrajarse. Tal vez, la grita más profunda se abrió el día que descubría Sofia leyendo mi diario, mi diario secreto, aquel donde confesaba mis inseguridades y sobre todo, mi enamoramiento por un chico de la escuela, uno popular, poco después ella ella inición a relación con él. No fue no viásco lo que me dolió si no la traicion, que lo hiciera sabiendo lo que yo sentía, casi como si hubiera querido herirme deliberadamente. Les cuento esto para que entiendan que nuestra unión ya estaba fracturada, y que Sofia empezaba a convertirse en alguien... diferente. Fue en el último año de preparatoria cuando no te los cambios más inquietantes. Sofiafie empezó a relacionarse con personas mayores. No adultos, sino chicos que parecía nir ya en la universidad, agenos a nuestro entorno escolar. No era raro verla salía con ellos, inventando excusas para mamá. Trabajos en equipo, salidas al cine, excusas que mi madre no cuestionaba, pues al ser madre soltera, tenía que trabajar

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todo el día y eso dificultaba que supiera lo que estaba pasando con nosotros. Y yo tampoco nunca solo dije, ya tenía bastantes problemas con mi gemela y de la tarla, era uno más. Además, yo suponía que quizás solo se llevó de fiesto con ellos, que en su rebeldía tenía mis de esta desmacidad. En la escuela se

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llegue haciendo la chica alegre y popular, que en su rebeldía tenía amistades de más edad.

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En la escuela seía siendo la chica alegre y popular, pero en casa se volvió cada vez más distante y hermética. Una tarde al regresar de la casa de una amiga, escucha mi madre discutiendo caluradamente con Sofia. Subí las escaleras que lo que vi y me asustó. En el piso había una tabla, una tabla aguija, velas negras, sales, parcida, un libro que parecía como de ocultismo y otros objetos que no reconocí. Eran cosas que mamá bien encontradas con didas en su ropero. La confrontaba muy enojada exigiendo una explicación. Sofía con una mirada de odio que jamás olvidaré, respondió con vos firme que ella era el elemento. Sí, así lo dijo, mirándola con desprecio. Nunca lo vas a entender, yo soy el elemento. Y después de que dijo eso me señaló, y con una voz extraña más grave de lo habitual, añadió. Soy el elemento, pero ella es la que me ataquí. Si ya no existiera, todo sigue diferente. Mi mamá desconcertada reaccionó de la única manera que pudo. Le dio una cachetada el egritó que estaba castigada. Por mucho tiempo me cuestioné porque mi madre no dijo nada más. ¿Por qué no le preguntó a Sofia que se refería y solo se limitó a prohibirles salir con amigos? Le quitó todos los permisos y le ordenó que, desde ese día, quería verla en casa inmediatamente después de la escuela. Lejos de mejorar la situación, aquello solo pareció en perrarla. La actitud de Sofia se volvió aún más inquietante. Cada vez más reservada, más distante, me miraba con usted, se dirigía a mi conburla con un sarcasmo que hería, como si yo hubiera hecho algo para provocarla. En la escuela mientras tanto Sofia seguía reuniéndose con aquella gente mayor y desconocida. A veces escapaba en medios de las clases para irse con ellos y regresaba justo al hora de la salida. Como si supiera que debía ser muy cuida dos en caso de que mamá pareciera buscarla. Así transcurrió lo que quedaba de la preparatoria. Fíjese, falejando más y más. No solo de mí, sino también de nuestra madre. Las pocas veces que hablaba conmigo lo hacía sarcasticamente y solía ser muy grosera. La mayor parte del tiempo simplemente microraba. Cuando llegó el momento de elegir universidad, nos anunció a la familia que seguiría estudiar otro estado con una beca completa. Dijo que había aplicado por su cuenta, que no quería compartirlo con nosotros y que le habían aceptado. Le dio mi mamá en una carta oficial, firmada, sellada por la institución y con eso, un mes después, partió de casa. Tiría así y dijera que no me dolió su partida, porque aunque a veces pareció de arme, yo la seguía viendo como lo que siempre había sido. Mi reflejo, mi mitad, una parte de mi alma. No comprendía cómo podían resultar letrán sencillo borrarme de su vida. Tratarme como si fuera la peste. Yo en cambio me quedé a nuestra ciudad de ingresé a una universidad pública para estudiar veterinaria. Siempre me habían fascinado los animales, y cuando vi que me habían aceptado me sentí inmensamente feliz. Era un sueño de infancia, uno que alguna vez compartí con Sofia, pero que ahora ha convertido en realidad,

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me pesaba como un recuerdo triste. Luego de que Sofia se fue el contacto con ella prácticamente desapareció. A veces llamaba a mi mamá y platicaba con ella, y yo sabía de ella a través de lo que mi mamá me contaba, pero nada más. algo que también ocurrió fue que a raíz de su partida

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empecé a tener sueños en donde veía Sofia parada en medio de un claro, con un vestido transparente, sincaba con los punos cerrados contra un piso lleno de símbolos y mor muraba palabras que yo no entendía, que apenas alquienza a escuchar. El señor Arraro porque al ver esa imagen sabía que no era yo, que era sofía, que yo más fíen en una especie de espectadora. Despertaba siempre cuando de repente, ella se levantaba y corría a mi con los ojos totalmente en blanco. Era una imagen terrible que siempre me causaba mucho miedo, que me hacía despertar gritando. Con el tiempo mis sueños con sofías hicieron muy recurrentes, siempre era lo mismo. Ella en medio del claro, fue cada desimbolos dibujados en la tierra con algo oscuro, y cada, murmurando palabras en un idioma que yo no entendía. Con el tiempo entendí y no me pregunten como que no era que yo soñara con ella, sino que estaba viendo lo que ella sí era en otra parte. Era como si una ventana invisible me dejaré espiar, o peor aún, como si ella me obligara a presenci. Era algo así como un desoblamiento que ella me imponía, al que me obligaba. Así pasaron algunos meses más, entre que no dormía bien por las pesadillas, la universidad y algunas otras cosas como la reciente ruptura con un obvio. Emocional y físicamente me sentía muy cansada, agotada. Desde que Sofia se fue, yo había bajado mucho de peso, vivía constantemente deprimida, ansiosa, y los recientes hechos no ayudaban para nada. Y aquí comunidad, es donde para mí comenzó la verdadera pesatilla. El día del accidente lo recuerdo bien, bastante bien. Había salido tarde de la universidad, yo vi a la venida estaba vacía. Recuerdo ir escuchando una canción muy popular en ese entonces cuando, de repente, hubo una interferencia en la música. un abogado de la música, un abogado de la música,

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un abogado de la música, un abogado de la música, un abogado de la música, un abogado de la música, un abogado de la música, observándome directamente mientras pasaba. Fue un segundo, un momento, no pude verla bien porque pas rápido con el auto, pero era ella, la reconocería en cualquier lado. Hansen nerviosa pensando que quizás había sido una trampa de mi mente, cuando de repente masa adelante ahí está otra vez, parada en la banqueta, solo viendome de nuevo. La pasé nuevamente, aunque esta vez decidí frenar de golpe y poneran reverse el auto. Ese fue mi error. En mi ansiedad por regresar y comprobar que era ella y no una visión. No me fijé que el frenar que de justo en el cruce de una venida. Lo último que recuerdos al sonido del claxon de una camioneta que me choco, llene es instante todo negro, silencio, mis oídos sumbando. No recuerdo mucho más por bastante tiempo, cayen como, sí comunidad, yo estuve en como por más y un mes, pero no fue el escanso ni vacío.

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Yo recuerdo, recuerdo que estaba atrapada en un lugar donde el tiempo no existía, donde había sombras que me rodeaban y donde esa misma voz masculina repetía mi nombre. Dentro del tiempo que estuve en coma se ya teniendo visiones donde observaba a mi gemela presidir rituales, alzando cuchillos, rugadas de velas negras y cánticos, yo siempre estaba en el centro y móvil, como si mi propio cuerpo hubiera sido entregado, sentía como me iba pagando, como si la vida se me escapara poco a poco. A veces del escenario cambiaba y veía a mi jamila en una especie de iglesia, con un vestido negro, de rodillas, rezando figuras que no eran santos, a figuras que tenían cuernos grandes y deformados, mientras yo sentía que algo me jalaba desde adentro como si quisiera arrancarme la alma tirones

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y ahí entre esas sombras entre todas las visiones que tenía lograves escucharla eres el precio, eres mi ofrenda, eres el precio, eres mi ofrenda Después supe que los médicos se habían perdido la esperanza conmigo. Mi mamá es esperado busco especialistas, estudios, tratamientos alternativos, nada lo ofreció una respuesta, aunque nunca fue una mujer estrictamente religiosa en ese tiempo se aferro a la capilla de los hospital. Se pasaboras ahí, rezando, llorando, preguntándole a Dios porque tenía que vivir aquello. Me confesó que te había no solo por mí, sino también por Sofia, que nunca se presentó a verme a acompañarla a pesar de sus súplicas. abandono también las descarraba, una hija usente y la otra agonizando. Fue en una de esas visitas cuando algo extraño ocurrió. La capilla que es una silencia absoluto. Un silencio no incómodo sino tranquilizador. Mi madre lloraba en la última fila con descocho pasos. No eran firme sino dificultosos, lentos. Sintió como alguien que parecía siempre haber estado en esa capilla se sentaba solado. Una mujer desconocida, de aspecto de lo más común, pero con una mirada especial, intensa. como vos muy baja le dijo, tu hija no es tan ferma. Alguien, muy cercano a ella le entregó. Hay un mínculo que la sostiene aquí, pero no por mucho tiempo. Mi madre debería haberse asustado, pero no lo hizo. Algo dentro de ella, una certeza que no subo explicar, le toque debía confiar, que se encuentro no era casualidad, que si quería verme despertar tenía que poner atención. Obe de ser. La mujer le entregó un pequeño moleto, un sacito de teloscura, relleno con yerba secas, un hilo rojo y algo que parecía polvo de hueso. Le indicó colocarlo debajo de mi almohada y esperar. Esta noche la desconocida llegó a los hospital sin que nadie la detuviera, entró como si fuera parte de mi familia.

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Cerró la puerta de mi habitación con seguro y desplegó lo que para cualquiera hubiera

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parecido una heregía, pero que mi madre presenció con mucha expectativa y confé.

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Encendió tres velas anas esquinas, dibujó un círculo de sal y ceniza alrededor de mi

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cama y colocó un cuenco con agua en el suelo, al que pronto dejó caer unas gotas de sangre, de su propia sangre. Comenzó a morar palabras que mi mamá no recuerda, pues ella recibe en silencios osteniendo un rosario. Aunque te emblaba, aunque se veía extraño para ella, algo en el ambiente, algo en esa habitación le decía que es ritual no era oscuridad, sino la única forma de salvarme. Yo, dentro de mi soño lo sentí, algo cambió a mis pesatillas, como si un viento invisible y violento barriera la maldad que me ocaba. La voz masculina que se cia mi nombre comenzó a quebrarse, a escucharse cada vez más lejos, y un sumbido me atravesó a los oídos, acompañados de un ardor en el pecho, como si mi corazón recordara de golpe que devía latir. Día sofía de rodillas frente a mí, sus ojos esorvitados, la boca torcida en un grito de furia. Extendía sus manos como

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garras, desesperada para cerrarse a mí, pero la sustancia oscura que me prisionaba, se hizo vie poco a poco, como uno. La última vez que vía mi gemela fue ahí, con la rabia su rostro, una rabia que no era humana.

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Senti un tiro un violento en mi estomago, como si un acuerda invisible se rompiera dentro de mí. Mi cuerpo pesaba pero al mismo tiempo una fuerza cálida que no provenía de mí, me empujaba hacia arriba, me obligaba a soltar lo que me retenía. Recuerdo que Sofia ha gritado mi nombre una última vez, un alarido que pronto se aguó. Y justo en ese momento, el aire entre mis pulmones como un golpe, sentido lor, frío, el peso de mi cuerpo real. No sé cuánto tiempo pasó pero sé que un rato después de ese ritual abri los ojos. Los médicos lo llamaron a un milagro pero después mi mamá me contó todo. Alguien había querido entregarme como un pago a una deidad y aunque yo no entuía, no quería aceptarlo. no quería creer que Sofia fuera capaz de algo así,

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