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🗓️ 19 September 2025
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Esta noche escucharemos historias que se cuelan en casa y en la memoria. Un testimonio íntimo sobre una presencia que imita rostros cercanos; el reporte de un militar que, en la sierra de Durango, descubre que no existe entrenamiento para eso; y, desde los Andes peruanos, un ritual a mitad de la noche para traer de vuelta lo que nunca debió irse.
Si estás aquí, ya sabes: hay tiempo para arrepentirse… pero no mucho.
¿Te atreves a escuchar?
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| 0:00.0 | Y unidad y yo llegamos a una ranchería cerca del pueblo de la Chacala. La gente nos advirtió. Ahí no sólo había que cuidarnos del crimen organizado. Había algo más. Algo todavía me has peligroso. Algo que aterraba la gente del pueblo. Muy buenas noches comunidades, gracias por dejarnos llegar hasta sus hogares, hasta sus automóviles, hasta sus audífonos, donde quiera que nos estén escuchando, agradecemos la preferencia y sobre todo a todos aquellos que siguen compartiendo sus historias con nosotros, agradecemos su confianza. Oya historias nostárgicas, hay historias que se van a meter a nuestras casas y también relatos que nos van a llevar lo más recóndito de un bosque, que nos van a poner en los zapatos de un escuadrón militar que se enfrentará con algo para lo que no se podrían haber preparado. listos list, listas. Tienes unos segundos para repetirte y buscar otro programa, porque ya estás entrando en el mundo de relatos de la noche. Yo crecí siendo con muchas personas. nunca veía nada paranormal, nunca escuchaba nada fantasmal, ni por asomo algo sobre natural, aunque todos los demás en mi casa así, creo que hasta el mismo horey él ha dicho que él es así y que por eso sigue siendo séptico. Tuve una niñez de lo más tranquila en una casa donde mamá decía que veía a un señor, un señor de sombrero como de campesino, pero muy macabro que la miraba desde la sal acentado, cada que ya se levantaba en la madrugada para preparar el desayuno de mi papá. Según os decía, aprendió a ignorarlo. El señor estaba allí solo un momento y luego desaparecía, pero la visión era constante. Mi papá y mis dos hermanos mayores, Gabo y Hénesis veían a un niño con otras que citas al cielo, les hacía travesuras, les escondía cosas, se asomabab por la puerta cuando ellos estaban solo en alguna habitación. Le estaba miedo porque, aunque no hacían nada, decían que el traje parecía como el que usaría para enterrar a un niño de ese edad. Como le dije yo no vi nada de eso. Tuve una niñez muy tranquila pero algo ocurrió. Algo pasó dos díasuesto que cumplía 11 años, era una tarde muy tranquila, sin mi papá y sin gavo, que sonos que siempre llevaban escándalo a la casa con sus bromas, sus gritos y sus juegos. Me gustaba escucharlos, sí, pero también me gustaba mucho la paz de las tardes escenas que ellos se iban al baseball, Nosotras habíamos preparado todo para hacer una cena especial. Mi mamá había ido a la tienda a la vuelta de la calle para traer algunas cosas que necesitábamos. Yo apenas me estaba quitando la uniforme de la escuela. Me puse ropa más cómoda. De verdad me gustaba cuando nos poníamos de acuerdo para cocinar y siempre me terminaba ensuciando. Estaba animada, salí de mi cuarto para bajar. Y Liana, espera. Mi hermana me habló desde su cuarto. Como le escuché sonaba preocupada, le contesté desde su puerta, sentía que algo pasaba. Tenía el luz apagada y las cortinas cerradas, su cuarto estaba muy oscuro y ella solo estaba sentada en la silla de su escritorio. ¿Todo bien? ¿Qué tienes? Pregonte. Ven. Ven tantito. El escuro que estaba a punto de entrar, pero... Sentí algo que nunca antes había sentido. Desconfianza. Desconfianza de mi hermana. Le dije que me esperara que iba por algo abajo y me dijo que no. Nada más eso dijo, pero... Aún así va que las escaleras confundidas hasta que... Les cro por mi mamá, que abajo, abajo estaba mi hermana en la cocina picando verduras, aunque sabía que era una tontería y que era imposible, le pregunté si hace un segundo ella no estaba arriba en su habitación, se quedó Seria me preguntó qué había visto y le dije que ella, a ella sentada en oscuridad de su habitación y que me había hablado para que entrar. En ese momento subía su cuarto y yo las he aquí, ya no había nadie, pero mi hermana entró con decisión, se rode golpe la puerta y grito con fuerza, con mi hermana no te metes, con ella no. Después empezó a resare en voz alta, mezclando los herías cada que paraba entre diferentes oraciones, como si quisiera sacar algo de ahí a la fuerza. Yo me quedé una puerta paralizada, hasta que ella me me volteó a ver y me dijo que bajara, que ya |
| 5:25.5 | no miraran nada más, que me olvidara de eso. Yo no sé si tuvo algún efecto lo que hizo, pero nada tan fuerte me volvió a ocurrir después. Yo no pude ver a ninguno de los sentes, conozque convivía a mi familia, pero yo fui la única que vio a algo haciendo se pasar por uno de nosotros, una vez, pero lo vi. Ya con el tiempo cuando éramos grandes, una amiga de imamá nos dijo que vivimos mucho peligro en esa casa, que sobre todo el hecho de que si hiciera pasar por un niño, o que se me apareciera a mí en la forma de mi hermana. Dejaba claro que lo que |
| 6:05.0 | había en esa casa no era en fantasmas, sino un demonio tomando diferentes formas, buscando de qué manera nos podía provocar. Gracias por su atención comunidad. Si son recepticos, creanme. Tampoco pueda embajar la guardia. Comunidad antes de continuarles tengo que advertir que la siguiente historia es fuerte, es violenta, dice una tema muy sensible, es así que recomiendo mucha discreción o la escucharla y si hay niños cerca sería mejor que no escuchen esta parte del episodio. Es una historia bastante fuerte, |
| 6:46.5 | pero tan aterradora que no podíamos dejar de contarla, se titulla las rujas de la chacala. Y no decimos más, descubran ustedes mismos, pasamos ya a la siguiente historia. Hola Oriel, me llamo Efrainín, aquí todos me hice en el wytre. Te escribo desde Bacalar, Quintana Ro. Esto que te voy a contar me sucedió allá por 2009, cuando pertenecía al cuerpo de fuerzas especiales del ejército mexicano. Hoy soy paramedico de la Policía Municipal de Bacalar, desde donde te escribo. Te mando un fuerte abrazo y te pido que saludés por este medio a mi hija, Paloma Castillo Montalvo. Y te voy a contar mi historia. Eramos una unidad de élite. En los tiempos del presidente Felipe Calderón nos desplegaban a cada rato. En esa ocasión éramos aproximadamente 14, uno oficial y 13 de tropa, entre estargento y cabos. Los nombres que mencionare son los reales y no tengo problema con los menciones. Llegamos a Tamasula de Victoria Durango, ya los pocos días caminamos hasta una ranchería muy cercana, el pueblo de la Chacala, el lugar era pintoresco, bonito, parecen imágenes de postal, y más para personas como nosotros que éramos mayormente de la península de Yucatán, pocas veces habíamos visto lugares como las imponentes sierras de nuestro México. Todo comenzó cuando llegamos a una casona donde nos aguardaba una mujer anciana, y unas cinco o seis jóvenes. No recorres exactamente cuantas eran. Como siempre nunca falta el comandante o el compañero que son forro, y a donde se aquel llega en amor a chicas. Lo primero que hicimos fue acercarnos a las jóvenes y pensando en la coquetería, les ofrecimos un pago a cambio |
| 8:45.3 | de que nos prepararon algo de comer. Ellas nos enegaron, aceptaron y nos cieron una lista de cosas que querían y nos fuimos tres de nosotros a la tienda. Hay un hombre de aproximadamente 60 años nos recibió, nos miraba con cara de esa la aprobación. Ustedes los bachos nunca van a cambiar, por una faldita fácil se dejan en venenar. Nos dijo, solito se vinieron a meter en la boca del ovo. Creemos que lo decía porque ya tenía noobios o esposos y que estábamos metiéndonos en problemas por eso. |
| 9:25.6 | Híjimos en forma de broma que estuviera tranquilo, que no íbamos a robarnos a nadie. |
| 9:31.2 | El concar a de burla nos miró y mientras se reía nos dijo. Si no lo digo por eso, ellas no son lo que ustedes creen. Así como me ven, yo antes a ser dote, pero tú es la esventura de tu parme con ellas. Hoy para mí está prohibido siquiera tocar la Viblia, tampoco me puedo ir de este pueblo. La vieja, la vieja las maneja, y no perdona ninguno que se cruce con ellas, pero yo ya se los advertí, ahi usted si no me quieren escuchar. En ese momento nos dio algo de risa del pobre viejito de sus historias, tomamos nuestro mandado y regresamos a la casa de las muchachas. La gente en el camino mientras atravesabamos un parque pequeñito y calles polvorientas, nos miraba como compena. No sé si yo sospechaban el terror que se vecinaba sobre nosotros o simplemente nos usaban por vernos tan inmorales salir específicamente a esa casa en lugar de buscar una fondita o una lanchería. Cuando llegamos nuestro comandante estaba muy entusiasmado en la charla con una de ellas, todas eran muy bonitas. Todos sabían que las mujeres del norte son muy bellas y que las de la cierra tienen algo especial. No pasó mucho y nos llamaron a comer. Procedimos entrar quienes nos encontramos afuera, brindando seguridad, que era algo que sin importar la situación no podíamos |
| 11:05.2 | escuidar. Era mozona unidad diferente las demás por nuestro nivel de adiestramiento. Comimos. Todo fue tan rico. La carne venía en cuadros de buen tamaño, suave con mucha consistencia. La disfrutamos tanto. A mí me quedó una duda. Nun vide donde se lo la carne, no era congelada, no era carne séca ni amada como se acostumbran aquellos lugares, no era de ave y tampoco parecía de res ni de porco. Se lo comenté a un compañero, uno que ya murió y que espero que descanse en paz, el con una risa en la cara me dijo que seguramente no sabíamos comida un cabrón. Acuérdate de lo que nos dijo el padrecito, me dijo, capaz que eso fue, más tarde nos despedimos y empezamos la marcha por el punto del cual ya traíamos órdenes. Teníamos que destruir un laboratorio |
| 12:05.2 | clandestino que se encontraba fuertemente custodiado por hombres que se dedicaban al cultivo |
| 12:09.8 | de Amapol, a Yutras Plantas. Ellas nos fijaron que no subiéramos al cerro, que porque |
| 12:16.8 | en esos días pasaban cosas extrañas. Todos pensamos que solo buscaban desfiarnos |
| 12:22.2 | la misión. Tal vez sus maridos o familiares eran precisamente a que el grupo de hombres a los que íbamos a enfrentar. Avanzamos a pie por más de dos horas. El terreno reinclinado y pedregoso. Cada tanto se soltaba una piedra y alguien advertía a los demás. Ya había caído la noche cuando no se cercábamos al lugar. Por fin, el teniente que traí el mando nos reunió, y después de girar las últimas instrucciones, procedimos a rodear el lugar tratando de no alejarnos mucho uno del otro. Y ya estábamos en la cima de aquel cerro. La punta de la montaña se cerraven forma de… como de Crater. No sé cómo explicarlo. Pareció no armiguero gigante. La elevación no terminaba en una planicia en forma de cono. Más si en su día, dejando un hueco del cual alcanzamos a ver que salía la luz de una gran fogata. Empezamos a escuchar cantos, risas, alaridos que parecían de dolor. Hasta ese momento tenía muy claro que estábamos a punto de vivir un enfrentamiento. Tenía los nervios al cien y el dedo en el gatillo, esperando el inminente instante en el que soltería mi primera descarga de ese día. Nos acercamos más, y al quedar en la punta del cerro ya teníamos una clara visión de lo que pasaba en el fondo de aquel oyo, no podía creer lo que estaba presenciando. Mirea mi costado, puse ver la cara de miedo y asombró de los demás que estaban conmigo, de hombres reicios y valientes. Hacen el fondo, hacía mujeres, mujeres jóvenes que, estoy seguro, estaban haciendo al punritoral un sacrificio, destasaban largo, animales, lo que parecían ser perros o coyotes, estaban bañadas en sangre y con los pechos desnudos, parecían no darse cuenta de nuestra presencia unos cuantos metros sobre ellas. Ejército mexicano, tienes el sobre y no se muevan. Fue grito del teniente, y media también dice en asustar se nos miraron, buscaban en las penumbras poniendo sus manos en forma de visera, tratando de tapar la luz que la estalumbrava. Con Cuchillianmano y sin mostrar nada de miedo, comenzaron a subirte desde el fondo de aquel cráter. Una corría cuatro patas para agarrarse mejor. Otra parecía correr como usando los pasos hacia atrás. estar equivocado, no podíamos estar toda la unidad equivocada. Eran las mismas mujeres, o por menos demasiado parecidas, demasiado, a las que un rato atrás varios kilómetros atrás nos habían atendido y tratado con ternura. El miedo que sentí fue inmenso, escuché disparos, alguien reaccionó y detonó su arma, no sé si le disparó a ella, o si el miedo le ganó y se les capó el tiro. Luego fueron dos o tres rafagas, el que estaba a mi lado corrió y yo no quise quedarme un segundo más, Corritrasel, pero en la penumbra de la noche no lo podía ver. Corriamos el robajo y de pronto lo único que pude sentir fue mi cuerpo golpeando con algún tronco, mi carazo tanto contra el piso. Mi boca y minarguís llenándose de tierra. Me paren automático para seguir corriendo. Mi arma colgaba del portafucil sin la menor intención de tomar la llapuntar hacia donde estaba la amenaza. Yo corría sin poder ver para donde iba. No veía nada ni a nadie. Corría entre la oscuridad absoluta. Escuchaba muy cerca de mí los cadeos de alguien que corría pisándome los talones, pero por ningún motivo volteé para ver quién era. El terror que sentía solo me permitía correr por mi vida. Nada pena, pero es la verdad. Nunca le corría el enemigo, porque yo sabía que al igual que yo, cualquier otro hombre es mortal. Pero sentí, ¿sabes? De verdad, te lo juro, que estaba frente a algo que no tenía explicación, frente a algo que no podíamos enfrentar. Esas mujeres no se veían normales, pude ver en sus caras algo de locura, pude ver en sus caras algo de moneaco. Corría hasta que mis piernas ya no pudieron responderme, hasta que mi gargantar día por el esfuerzo, y por un momento sentí que moría. Solo me deje caer tratando de ocultarme en el suelo en terramas caídas y el tronco de algúncumpino. Pegué a mi cara al suelo, preferí va a viar antes que tragar saliva tan solo porque no quería ser ningún ruido. Ahí permaneci tirado, inmóvil, no sé ni por cuanto tiempo. Mi cuerpo estaba mojado por el sudor que salía como ríos por mi piel, a pesar del intenso frío de aquella noche. unos pasos se escuchaban, muy despacio, como los pasos de un casador que acecha su presa. Entre la neblina había un cuerpo que avanzaba muy despacio, sin ningún ruido más que aquella respiración. No sabía concertar esa si era de monidad o alguna de aquella saberrantes mujeres. No quise resgarme, se relozó justi y dije la cara pegada al suelo. Después un rato escuché algo, el llanto pagado de alguien como cuando lloró a sensilencio, y luego, a ratos a la distancia, se escuchaba una melodía, el canto de dos o más mujeres, eran varias voces como en un canto angelical, un canto que a mi invitaba a ir tras ellas, Mi estito de supervivencia me dijo que era la misma técnica de las Irene's atrayendo marineros. En cuanto pensé eso, en cuanto estuvo en mi mente, escuché risas macabras, risas de mujeres, risas de aquellas almas perdidas como un burlándose de mi miedo, del miedo de todos nosotros. En ese momento no sabía que fue de mis compañeros, no sabía si estaba solo en aquella montaña merceder mal, no podía ver ni escuchar a nadie de los que habían ido conmigo. Y entrasuraba Dios para que me sacara de esa situación, volví a escuchar la risa de niñas y adultas al mismo tiempo. Sonan como mujeres, pero también empezaban a sonar como huejo lotes. Después un grito de hombres en la distancia revivió el temor, pensando que habían tomado a alguien de mis amigos. No invadió el miedo, origen mis pantalones, creí que nunca más volvería a ver la luz el día, y ahí simplemente cerrar los ojos, dispuesto a esperar mi destino, si me iban a matar a mi, no quería ver de dónde llegaría el golpe que me daría el fin. Despertó una rama que se quebraba, el murmullo de dos hombres que se arrastraban cerca de mí. Eran Carlos Mario y Luirias, que ya sabían encontrado entre sí. Muy despacio más cerca y me di cuenta de que me faltaba parte del equipo táctico, que lo había perdido en la huida. No traía el cargador en mi arma larga, y mi arma corta se encontraba tirada cerca de donde estuve escondido. Amanecía y la niebla era espesa, pero al menos ellos condidos nos permitía comunicarnos por medio de señas. Pasó como una hora cuando pudimos al fin reunir los casi todos. Ya juntos nos atrevimos a hablar en Bossalta, comenzamos a gritar el nombre de nuestro amigo, del cabocamacho que no estaba entre nosotros. Uno dijo que le escuchó gritar, y yo me insioné que igual había escuchado un grito, pero que no había sabido de quién era. Ahí lo buscamos por dos dos días. Mandaron una compañía de para que hay distas y unidades cercanas para buscar por todos los rincones. Encontraron su arma en no alto de un si-prez. Tenía manchas de sangre. Una semana después hallaron su mochila y una bota. Luego sochale contivales, que estaba con la tela rasgada como si un animal hubiera despedazado con saña. De él, de Camacho, no volvimos a saber nunca más. Dispuestos a tomar venganzo por lo menos a buscar respuestas, fuimos a la casa en la ranchería donde conocimos a las mujeres que nos habían dado de comer, pero no encontramos a nadie. Solo estaban los platos donde nos dieron de comer, susios, y con un penetrante olor apodrido. Fue muy difícil explicar los sucedidos sin parecer cobardes o estúpidos, pero fue más difícil para nosotros, vivir sabiendo que la familia le mintieron, diciendoles que el cabo camacho había desertado, que se había ido de manera de sonrosa, y que con eso ya no habría más explicaciones por dar. Un año después pedí mi baja, me vine a vivir para acá, a trabajar en un ambiente mucho más tranquilo. |
| 22:25.0 | Aunque después también acá me tocó llegar a vivir situaciones que se comparan con el miedo de esa historia. |
| 22:33.0 | Eso se los contaré en un siguiente relato. |
| 22:36.0 | Lo escribiré tan pronto tengo oportunidad. |
| 22:39.0 | Muchas gracias por escucharlo. |
| 22:42.0 | Gracias por la confianza. Comunidad recuerden que si están escuchando este punto del episodio ya deberían estar sus critos y ser parte de la mejor comunidad de internet. Nos ayuda muchísimo que lo vayan. Al terminar no se olviden de dejarnos un comentario de contarnos que historia fue su favorita del episodio y por acá en la descripción dejamos como siempre los enlaces para que encuentren nuestras redes sociales para que entren a nuestra página y envíen su historia y claro claro, para que compren su libro, aunque ya |
| 23:25.3 | quedan muy pocos, pero si todos debes lo encuentran, comprelo. Continuamos con más relatos de la noche. Hola comunidad, hola Oriel, me presento, soy Jesús y vivo en cicalla, un pueblo de la provincia de Guancayo en Perú. Empecé a escuchar relatos el anocho para acompañarme mientras estudiaba, y hoy quiero compartirles una historia que le pasó a mi familia hace un tiempo. Una historia que recién conocía en la vigila por el fallecimiento de mi abuelito pacífico, en el año 2020. noche mientras cerábamos su cuerpo. Mis tíos empezaron a recordar anécdotas para liviar un poco la tristeza, pero entre todas hubo una que nos dejó aterrados a mis primos y a mí. Una historia que por alguna razón nunca nos habían contado antes. Mi abuelo Pacífico tuvo seis hijos, David, el mayor, Juan, Pilar, Raúl, mi mamá, Rosa, y la más pequeña, Mittacati. Mi abuelo se dedicaron toda la vida a la chacra, al campo. Aquí en Sikaya casi todos son los campesinos. De hecho, me abuelo de Joaca de ahí un pedazo de tierra para que, con los años, los embraran o lo vendieran. Un día a mi teota beat le pidió |
| 24:45.9 | a mi abuelo que sebrara chocolate en su parcela, maíz, el hote como le dice en el México. La idea de venderlo después y preparar Pachamanca, ese plato tradicional de la sierra que tanto disfrutamos por acá. El problema era que esa chacra quedaba lejos, más allá del cementerio del pueblo. Así que todas las mañanas a la 5 en punto, me abuelo y vacace de su hijo |
| 25:09.5 | David. El problema era que esa chacra quedaba lejos, más allá del cementerio del pueblo. |
| 25:05.1 | Así que todas las mañanas a la cinco en punto, me abuelo y vacace de su hijo David, te dí a prestar a su camioneta, cargaba su pico y su bolsa de coca, las hojas que mas caba siempre para aliviar el cansancio y la altura, y se iba feliz a trabajar. volvía a la estúsima y de la tarde, justo para el almorso con mi abuela verta, pero |
| 25:27.7 | un día no regresó. Al asinco de la tarde mi abuela salió preocupada a buscarlo, en esos años casi nadie en el pueblo tenía celular, así que no había forma de localizarlo. Mi abuela encontró a mi tío David en acaille, igual de ese esperuntaron a la gente cerca del cementerio, y así dieron con un amigo de David que los llevó en su carro hasta la chacra. No tuvieron que llegar hasta allá. En el camino vieron la camioneta de mi tío, volcada a un lado del camino. Mi abuelo estaba ahí, pálido, temblando, con la mirada perdida. Ya era de noche cuando lo llevaron de regreso al pueblo, pero no hablaba, no reaccionaba. Su cuerpo estaba frío como si el asangre no corrieras por sus venas. En la posto de salud de apenas le dieron medicamentos simples, pero nada funcionaba. Los hermanos empezaron a llegar de poco, cada uno con algún remedio casero pero mi abuelo se llegue igual, como si se estuviera pagando. Entonces llegó a pilar. Ella había tomado clases con un curandero, alguien que sabe curar el susto, el mal de ojo y cosas que la medicina no entiende. Dijo que lo de mi abuelo no era normal y piso preparar un cubo con Cui, pero antes, necesitaba ser otro ritual. Mando a mi mamá comprar algunas cosas, hojas de coca, galletas con forma de animalitos, dulces y garros y un poco de guardiente. y mamá que cuando llegó el obvio, el abuelo pareció un zombie, que había cambiado un cuestión de minutos, que estaba flaco o huesudo con la piel casi ceniza. Esa misma noche pilar reunió a la familia, pidió la ropa que llevaba a mi abuelo cuando volcó a la camioneta. Con mi te Juan el volante se fueron todos al lugar del accidente. Eran casi las tos en la mañana, el aire el lava, la neblina bajaba de ensa desde la sierra. En medio del camino mitió extende una manta, colocue encima los dulces, las galletas, la coca, les pidió a todos que se sentaran al rey door y empezaron a mascar. Solo el crujido de las hojas entre los dientes se mezclaba con el silencio de la noche, luego más adelante, tendió la ropa de mi abuelo y encendió un cigarro. Con cada boca nada soclave lumo sobre la tela, como si quisiera devolverle el aliento perdido. Le pise a mi abuela que lo llamara. Pacífico, pacífico, pacífico. La voz se me abuela a sé que brava en oscuridad, y entonces algo se moviente las hierbas al lado del camino. Mi mamá dice que vio figuras negras corriendo a lo lejos, acercándose, que eran altas pero sin forma clara. No alcanzaba a verles el rostro, eran siluetas muy negras, casi solo sombras. Vistios pensaron en los pistacos, esas personas que te matan para llevarse la grasa del cuerpo, pero ellos, estas cosas, no parecían algo realmente humano. Cada vez había más, y cada vez llegaban más rápido esconderse entre las hierbas, pero al mismo tiempo asomando los ojos brillantes, como de animales, como para que supieran que estaban ahí. Era ya no todo lo que todos tenían miedo por más que intentaban disimularlo. Juan corria en cender el carro. David y mi mamá casi arrastraban a mi abuela que se resistía paralizada, llamando a mi abuelo una y otra vez sin dejar de repetir su nombre. Todos empezar una to topezar al correr. Todos menos pilar. Mi tía en lugar de huir corrió hacia la ropa. Mi mamá gritaba que la dejara que corriera pero pilar recogió la manta. Tomó las prendas de mi abuelo y apretó todo contra su pecho. Sólo dejó los dulces y las galletas tirados en la tierra, subió al carro y le gritó a mi tío que acelerara. El motor rollo, el carro se sacodió en la tierra suelda. Detrás, esas figuras negras seían corriendo, algunas se quedaron inmóviles mirándolos, otras se metieron a las chacras perdiendo entre la niebla. Nadie quiso mirar demasiado tiempo si a ellas, nadie se atrevió. Cuando por fin llegaron a la casa encontraron a mis tíos más jóvenes dormidos. Pilar no perdió tiempo, visto mi abuelo con la ropa del accidente y poco a poco, No empezó a cambiar. Aymismo pieron como su piel recobró el color. |
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