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Relatos de la Noche

La Casa de los Poseídos

Relatos de la Noche

Sonoro

Drama, Fiction

51.7K Ratings

🗓️ 18 July 2025

⏱️ 39 minutes

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Summary

Si fuera tu único refugio de una tormenta, ¿entrarías a una casa donde tuvieron a un poseído? 

Para la siguiente historia les voy a pedir que sean prudentes, y no la escuchen si son tendientes a sugestionarse.

Recuerden que si es así, tomen distancia, por favor, y escuchen como mero entretenimiento... 

Dicho eso, adéntrense a la siguiente historia bajo su propio riesgo… y  si hay niños o menores de edad que tiendan a asustarse cerca, por favor pídanles que se retiren, o bien, escuchen después.

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Transcript

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Tuve que encerrarme ahí por la tormenta. Porque sentía que ahí en medios de la montaña, en medios de la nada, era la única forma de protegerme, escucher risas a los lejos afuera. Y es que se dice que ahí en esa montaña hay brujas, pero de alguna forma lo entendí, en ese momento entendí

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por qué se burlaban, entendí dónde me ve y dometer, por un segundo tuvo la realización,

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lo que estaba ahí adentro conmigo, era peor que lo que me esperaba fuera. por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, por eso, gusto poder recibirles a nueva cuenta aquí, en este espacio grabando desde una muy tormentosa ciudad de México, desde este cuarto lleno de libros pero comentanas muy delgadas, así que, sin algún momento la lluvia nos gane,

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perdonen el que se llegue a escuchar. Para la siguiente historia les voy a pedir que sean pacientes. Es una de esas donde hay que empaparlos, primero, donde hay que perderse en el lugar donde sucede. Imaginarlo, una vez que puedan verlo en su cabeza, estarán listos para vivir el terror que se adecina. no sugestionarse por favor y que escuchan la siguiente historia

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va No su cabeza estarán listos para vivir el terror que se afecina. Recuerden no sugestionarse por favor y que escuchan la siguiente historia bajo su propio riesgo. Y en serio, en serio, en serio si hay niños o menores de edad que tiendan a sustarse por ahí cerca, por favor, pidenles que se retiren o bien, escuchen después.

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Les voy a pedir que megan caso en eso, es muy importante de verdad, es una historia fuerte,

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y a todos los demás tienen 10 segundos para arrepentirse, para buscar otro podcast,

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a uno que los tranquilizan poco más, porque entrando no hay marcha atrás.

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Estas escuchando, relat relatos de la noche. Mi historia comunidad inicia con una advertencia, hagan casos a sus abuelas, si tienen la fortuna de tenerlas con vida, no hay en el mundo un ser que esté más preocupado por ustedes. A veces las mamás se preocupan demasiado por darnos lecciones, por prepararnos para la vida, pero las abuelas. Esas lo único que quieren, por lo único que rezan, es porque estemos fian. Porque no tengamos que pasar por sus esos que nos marquen para siempre, aun cuando estos puedan ser una enseñanza, que nos va a servir para el resto de nuestras vidas. Si digo todo esto es porque lo que voy a contar a continuación, es una mezcla de cosas que yo viví con las historias que me contaron, pero en conjunto le dan vida a lo que fue la noche más espantosa, más horrible de mi vida. La casa de mi abuelo es en el pueblo donde nació mi mamá, donde nació toda su familia. Mi mamá se vino a la capital para trabajar, pero todos los demás se quedaron por allá. Yo no los conocí hasta que mi mamá se lluvoreció de mi padre, cuando yo tenía diez años. Él, por alguna razón, no quería que yo con mi viera con ese lado de mi familia, que me asomara esa parte de mi vida, de recibir a un confiante de una fiesta de cumpleaños y de ese entonces siempre, aunque estuvieran lejos, fueron la familia que siempre estuvo ahí. Al lamentablemente la familia de mi mamá tiene la muy mala suerte de casi todos morir demasiado jóvenes, Aquella familia grande en el pueblo se faciendo pequeña. Sé que andaban otros por ahí regados, pero con el paso de los años, la única persona en la que iba a visitar era mi abuela. Juli. Sobre todo cuando se empezó a enfermar, nos tornábamos mi mamá y yo para que cada fin de semana, al menos uno de los dos fuera por allá, a quedarse con mamajula, como le decía mi abuelita. Y esto comunidad, sucede un viernes. No cualquiera. Yo sé que va a sonar a cliché, pero esto empezó un viernes 13. El viernes 13 de diciembre de 2013. Llegué y me bajé del bus que pasaba por el pueblo, Están chico que nadie más va a jají, luego garrecaminó hasta la casa de mi abuela. Era inevitable notar lo cada que iba, poner atención, Ver las tiendas donde corremos honrado por dulces cuando era niño, Que cada vez quedaban menos. Un oxo que de alguna forma sobrevivía ahí, con la poca gente del pueblo, se las había comido todas. La casa de mi abuelo estaba ya casi donde acababa el pueblo, al subir una calle desde donde se veía todo. Todas las luces, cada lámpara en cada calle, cada ventana cada ventana de lugar. Una vista que todavía la recuerdo y me enamora. Me encontré mi abuela fuera, preocupada, mirándose al monte, hacia los árboles, a unos 100 metros de su casa, donde empezaba la montaña. Primero pensé que estaba regando las plantas, pero luego me di cuenta de que era algo diferente, de que se veía mortificada. Le pregunté qué pasaba y en cuanto me fío me abrazó, me dijo que le había ido visitar mi teolalo y que le había dejado muy preocupada, que estu ahí practicando con ella un ratito, que le había dado una vuelta para ver cómo estaba, pero después otra vez le fue la cordura. de hablarcé a hablar solo, a decir cosas que no tenía sentido, como si hablara con alguien más, como si le contestara alguien que no estaba ahí, y luego, así como solía ser, salió corriendo pero hacia el monte. Y es que mi teolalo, subió uno de mi abuela, el primo más chico de mi mamá, su lia pasar por etapas como esta, se perdía por semanas, se volvió al oco, se perdía, a veces se iba a la montaña, a veces se aparecía en otro pueblo. Dicen que una vez lo encontró otro tío, lejos por la frontera, y se lo llevó de vuelta hasta allá. Mi mamá dice que porque cuando era adolescente se metió muchas drogas.

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Y a huela creé que porque su mamá tenía una deuda. Una de esas deuzas con algo más. Y que se la cobraron con la cordura de su muchacho. Mamá Julia creía mucho en las rujas, pero no de la forma que podemos imaginarlas la mayoría. Si no frujas, ¿de verdad? Por allá se daba mucho en otros tiempos de esas señoras que te hacían trabajos, que te ayudaban en la salud, en el amor, en la fortuna, para toda la resolución, para todo mal una respuesta, pero también una deuda, que a veces no te cobraban al momento momento pero que nunca, de verdad, nunca se quedaba sin pagar. Mamá Juliano se metía con ellos para nada, y era una cosa más de otros tiempos, demos atrás, porque desde que yo visitaba el lugar, ya no me tocó ver nada, por más que decían que se venido para el monte, porque una vez le había jugado chue con presidente municipal y las andaban buscando. Nada, yo nunca vi nada. Y pues, mi abuela siempre creyó que lo demitió la alo, esa locura temporal. Era cosas de ellas, cosas de brujas. Entramos en su casa, me iba a dar algo de senar porque llegué cansado, pero yo viajé a mi abuela, a mi mamá Julia muy preocupada, no se le quitaba la atención de los ojos, y veía que volteaba hacia la ventana que daba el cerro. Me purecen a Ari le dije que me va a dar una vuelta a buscar el teolalo, que a lo mejor andaba a ser que todavía, por ahí ha tontado entre los árboles. Ella me dijo que no, me señaló las nubes a lo lejos, no te la daba mucho en llegar a un atormenta. Yo le respondí que por eso sería importante encontrar a mi tío pronto, no sé fuera que dar por allá arriba y algo le pasara. Me preocupaba él claro, pero sobre todo mamá Julia, porque ya no estaba para esas preocupaciones, porque cada pendiente le ponía mal. Si yo me podía buscarlo y va a ser, además habiando tanto con mis primos en ese monte que ya conoce a bien la zona, tampoco me iba a ir a ser donde ya no me ubicaba. Al final convencia a mi abuela, me dijo que

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mi tío llevaba un suerte verde, uno que ella misma le había tejido, y que por favor no me quedaran el monte después de media noche. Yo le dije que no se preocupara, pasaban apenas las ocho, en ese momento yo no creía que me fuera tardar más de una hora en encontrar a mi teolalo.

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Antes de salir me dijo otra cosa más, una advertencia que sentí por alguna razón mucho más seria, justo antes de darme la bendición.

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Pase lo que pase, hijo. Aunque te agarra la tormenta, no te vayas a quedar en la casa de los

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hermanos Berlanga. Estaba andonada, pero no esta sola. Conocía la historia, los hermanos Berlanger andó señores de su agrandes, gemelos, que siempre vivieron solos, en un acasite en el cerro, en un campito plano hay arriba que usaban para sembrar de todo. De eso vivían, y su casa estaba justo en el centro del campo aquel. Recuerdo haberla visto una vez cuando era niño, pero no supo ni cómo llegué. O esperaba tener que ver la que ya noche. Me adentré por el sandero que conocía, el que me es de sentir seguro, y aunque el vuro, y aunque el viento empezaba a flotar fuerte yo le iba gritando a mi teolalo.

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Dicen que a veces el viento se lleva a la voz, y los gritos todavía más lejos. Así que confie, que el viento se llevara a la voz y encontrar a mi tío. En cuanto me metí entre los árboles se dejó de escuchar el pueblo.

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Ese silencio extraño del monte ya lo conocía.

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Delece en cuando no más escuchaban los perros ladrando a los lejos, pero nada más, como si solo ellos tuvieran permiso de escucharse. Subicás y media hora cuando escuché voces, platicando tranquilos, me acerquía donde estaban infítulos oscuras sentadas al lado de una foca tapagada. Ya está buscoro y no quisiera iluminar los colampas de mi teléfono, así que le hablé a ese par de siluetas. Buenas noches, no han visto pasar al alo por aquí. Lo pregunté de esa forma para que supieran que yo era gente del pueblo, que ahí todos nos conocemos, porque aún me quedaba la duda de que fueran maléantes escondiéndose por ahí. En la oscuridad parecieron un par de celotas negras, a las que nada más le veía lo blanco de los ojos. Me voltearon a ver. Lalo, por aquí no pasan a estas horas. Dijo uno. No pasan a estas horas por aquí. Dijo el otro de Mediato. Es mi tío. Esta mal se le va a la onda y se pierde. Y nos da miedo que algo le vaya a pasar por aquí arriba. Es sobre uno de Julia. ella es mi abuela. Les dije, creo que Julia sí la conocemos. Sí, conocemos a Julia. Sí, conocemos a Julia. Dijo uno y el otro también, después, en sí mandos en sus respuestas. Y eso me pareció raro. El pueblo es pequeñito, pequeñito. Y quizás era por ser de la gente más vieja, pero yo sabía que todo el mundo ahí sabía quién era mi abuela. Por eso dije su nombre, porque empezaba a sentirte es confianza, para que subieran quién era. Pero por aquí no pasado nadie, o no lo vimosienos pasar lo vienos pasar no lo vienos

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Pero sigues subiendo para que le encuentras pronto porque viene la tormenta Porque por acá uno no debe andar en ocho es como esto Voy a vender uno en ocho es como esta que fuera no no debe andar Agradecí intentándose muy amable como si con eso no me fueran a hacer nada si eran mal personas. Uno de ellos, el que hablaba primero se paró, se acercó un poco a mí. Estaba tan oscuro ahí donde estaban entre los árboles, que incluso a un metro de mí no pude agarrarle forma, no pude ver en el ningún detalle, no pude ver como iba vestido, ni como era su cara. Era una mancha negra ahí, cerca de mí, de la que sólo veía los ojos. Si sabes que no viene sólo mucho, yo me preguntó en voz muy baja para que sólo escuchara yo. Yo sé que traes el pendiente y tienes que encontrar a tu familia, pero hoy no son una buena noche para seguir subiendo. Dijo y las siluetas se volvió a sentar con el otro, junto a la fogata pagada. Como si yo no estuviera ahí si querían platicando, no lo suyo, y yo me despedí. Les dije que los veían el regreso. Y en cuanto caminé unos pasos deje de escucharlos. Me preocupaba mucho. Me había comprometido como mamá Julia. Me daba mucho miedo seguir, pero me daba más regresarme. Tener que decirle que no encontré nada. Que no me animais a seguir soviendo porque estaba muy oscuro. ¿Quién en sus anos juicios atreverías decirle algo así? No sé cuánto más subí, pero al lado del sandero por el que iba, a la derecha, vi un camino cortito que daba un campo. Ahí, sin la sombra de los árboles, se podías tinguir un poco más allá de la luz de mi lámpara. y un campo crecido, lleno de matas malas, en medios de él una casita, de adobe, apenas empieje. La casa de los hermanos Berlanga. También ahí, si un usarble sobre mí, pude ver que la tormenta se acercaba, y pensé no que dijo mamajula, en su advertencia, pero la que así te no se veía como un

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lugar al que siquiera me quisiera acercar. Seguí subiendo, seguí caminando un roto más. Por momentos apagaba la lámpara porque lo último que quería es que se me fuera a cabar la pila. No podía quedarme oscuras allá arriba, así que tuve que empezar a ahorrar energía. la batalla lea para por largo rato mientras iba gritando.

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Mesoco se fueron acostumbrando los curidad. Así que tuve que empezar a ahorrar energía, apagaba la lámpara por largo rato mientras iba gritando.

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Mi suco se fueron acostumbrando los curidad, de repente y no les miento sentí que hasta veía más cuando la pagaba. Así se que caminando, subiendo por el sondero que ya no me parecía tan conocido, que ya no ubicaba. Empecé a perder la confianza, prendiendo, caminando un poco, viende al piso frente a mí, iluminando alrededor a ver si veía el teolal por ella currucado, apagando, viendo lo lejos, alrededor, entre lo por oscuridad. De pronto cuando lo pué había algo, al frente, en los curidad pero bien clarita, una señora, para den medios del sendero, hacia donde yo me dirigía, ya se aviento, lo yo viste, necesé yo via, la mujer se sostenía su reboso con una mano cerca de la garganta sosteníéndolo. No me dejaba verle la cara, aunque a esa distancia llene sus colidad, igual hubiera sido imposible. Intenté, quise decir buenas noches pero no pude. Ustedes no han sentido el peligro de cerca, ese que no se ve tan obvio, que se esconde en la normalidad, pero, que algo le estice que no deben confiar en alguien, ese peligro que se sienta entre el estómago y el pecho, y que simplemente le estice que se alejen de ahí, algo así sentillo, algo que no me de lo que hablarle, y empezar a acordar los miedos de mamaculia, las historias que he escuchado, de las frujas que se venitados con Tera Almonte. De lo único de lo que estaba seguro era de que esa figura, chaparrita, no era metiolalo, así que sin decirle, nada de y media vuelta y empecé a bajar. Volte para ver si ya no se veía, pero pude ver la silueta, más cerca, venía corriendo. Apague Milán para ir empecé a correr hacia abajo en plenos, curidad. No veía el piso, nada, absolutamente nada, pero se que ha corriendo, dejando que hermi rodillas hacielante impulsado por la pendiente que cada vez se hacía más pronunciada. La mujer detrás de mi me se ya descerca, corriendo en la misma velocidad que yo. Super que si vas caparme de eso tenía que riesgarme, correr tan rápido como pudiera. Pensaba que podía llegar hasta la fojata pagada, hasta donde estaban esas personas que me habían advertido, pero al mismo tiempo sentía que no iba a aguantar. Tenía que pensar rápido. Pfff. De pronto sentía algo en mi quejada, en mi boca, en la nariz que empezó a arderme, punzando, viene adentro de mi cabeza, sentí luego metí en mi boca, en los ojos, me había caído, de pura cara, no sé cuánto más o de, pero lo primero que hice fue levantarme solo para escuchar que algo corriente a la mala, algo que podría podría jurar que se iba riendo. ¿Eso querías asustar un par que me rompiera la cara verdad? Crite hacia los curiosos, enojado. De alguna forma esperando que solo fuera eso, como deseando, pitiendo leacios que no más me hubieran querido asustar, esperando que me dejar a ir y seguir bajando. La tormenta ya había llegado, te lleno, me intenté reponer, seguir bajando como podía, pero la voy a empezar a correr por el sendero, volteaba en la escuridad, no la veía pero sentía que algo me seguía, ahora entre los árboles. La tormenta ya había llegado, de lleno. Me intenté reponer, seguir bajando, como podía, pero el largo empezó a correr por el sendero. Vultima escuridad, no la veía, pero sentía que algo me seguía, ahora entre los árboles. El sendero ya casi desaparecía, parecían posible seguir, y en eso al izquierda, ahí estaba el campo, y en metas de él la casita. La adpertencia de mi abuela, de mi mamá Julia y seguía, bien presente, pero también instinto de supervivencia, lo que me decía que me ha que cubrirme, encontrar un lugar donde pudiera esperar a que pasara la tormenta, ese rayo no había caído lejos de mí, la casa, el único refugio cerca, de la tormenta y de lo que fuera que me seguía, me ha dentroro en el campo y lo atravesé tan rápido como

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me permitía la malesa crecida en eso que alguna vez fue un campo donde se sembraba de todo, donde crecía de todo. En medio del sembradío, a unos metros antes se llegara la casa volvía de nuevo hacia los árboles, hacia esa escuridad absoluta.

...

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