No sé si alguna vez visitaste Israel, a mí me ha tocado hacerlo en alguna ocasión,

si eres un cristiano que ha leído la Biblia, vas a tener muchas emociones encontradas cuando

llegue esa tierra santa. Algunas muy lindas y otras no tanto. Algunos que hemos leído

las escrituras sentimos decepción la primera vez que vamos a Israel. No es algo que se cuenta

mucho en público, pero es algo que me tocó vivir y que me consta que lo han vivido otros

hombres y mujeres de Dios que han ido por primera vez. Porque uno trata de ver el lugar original

y se encuentra con todo lo puesto. A excepción de, no sé, el mar de Galilea o lo que es

estrictamente topográfico, el hombre lo ha tapado casi todo. Entonces donde vas, solo

ves cortinas, insignias, iglesias, cuadros pintados, catedrales, basilicas y después por

todos lados hay velas, velas, velas más velas, encienso. Tanto que a veces el lugar original

está completamente cubierto. Esto no es adesmérito de Israel ni de la tierra santa. Volvería

ir muchas veces porque no deja de ser un lugar maravilloso. Nada más que estoy diciendo

que uno sufre una decepción cuando quiere ir a un lugar histórico, bíblico del cual

escuchó mucho y uno vez que cuando llega al sitio hay una catedral, un santuario, una

basilica, justo encima de lo bíblico. Tú te imaginas que vas a ir a Belén y ver un

pesebre y no hay una basilica. Te imaginas que vas, no sé, al monte de la tentación y

vas a ver un monte, no hay un iglesia. Entonces uno vancioso por caminar esos sitios

del que tanto escuchamos y hay una basilica o una iglesia repleta de imágenes. Y la gente

toma fotografías de los adornos, de las imágenes, de los tapices, hay numerosos íconos

y el crecimiento de siglos y siglos de veneración, pero se pierden lo más importante. Entonces

cuando yo recordaba esto, pensaba que a nosotros en la vida cristiana nos puede suceder lo

mismo. Podemos tener una computadora repleta de videos cristianos o en nuestro celular,

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