El desierto no es un accidente, tampoco es un error, el desierto es un plan.

Hay lecciones que únicamente se aprenden queridos cuando no hay nada más que las verdaderas que se rebelan cuando todo se ha acabado.

O sea que el desierto es el lugar en donde Dios le quita sus propios recursos al hombre y lo viste de su dependencia. Ahí lo pone en donde no hay agua para que recuerdes

quién es la fuente, donde no hay pan, para que recuerdes quién es el pan, donde no hay sombra,

para que busques la nube, entonces el desierto revela se adora a Dios o si únicamente adoras lo

que él te da. Entonces en el desierto no sobreviven los talentosos sino los valientes, en el desierto no sobreviven los talentosos, sino los valientes,

en el desierto no caminan los fuertes, caminan los que confían.

El desierto en realidad es la universidad de Dios y nadie, ese graduado, sin pasar por ahí.

Porque es ahí en donde se prueba tu corazón, es ahí en donde se sacude los ídolos,

es ahí en donde Dios te enseña vivir de lo invisible,

a caminar por fe, a comer mana, a beber de la

roca, a confiar cuando no ves nada y a seguir aunque no sientas nada.

Porque cuando por fin cruzas el desierto entiende tres cosas, no fue el lugar de tu muerte,

se no el taller de tu alma, no era abandono, era entrenamiento, no era castigo, era preparación. Por eso le cierto no te mata,

le cierto te construye, le cierto no es tu final, es la antes sala de tu tierra prometida,

el le cierto no va a ser tu derrota, va a ser tu mejor diseño y si hoy estás en ese

desierto no temas. Dios también está en el desierto y en el desierto los cielos siempre están en la cerca.

Dice de Euteronomy 816, el Señor tu Dios, te hizo caminar estos 40 años en el desierto

para hacerte bien al final.

Dios te ama, avanza y saldrás muy pronto de ahí.