Ahí está Argentina, Cuba, Dominicana, Puerto Rico, Colombia, que lindo, las banderas de los países representado, estos ríberes señores, somos ríberes y se aplauso que no se detenga conectándonos con el resto del mundo representándonos aquí.

En este lugar del planeta, hui! Arriba ese aplauso que lindo!

Vía la camiseta, hay que traer la darge, hoy falta el Argentina nada más.

Ahí está, acá está Argentina, no es en esa Argentina.

Dios te bendiga, ¿cómo están?

Toben asiento, Dios los bendiga, todos recién hacia un momento, estamos clamando, orando por Cuba, orando por nuestros países de América Latina, y ahora nos conectamos aquí a toda la gente de Europa, Africa, Asia, Oceania, América, que nos recibe durante tanto tiempo, exactamente desde allá.

Desde febrero, promediando febrero de 2020, hasta la fecha han sido fieles, gracias por estar del otro lado, gracias por escuchar estos mensajes y por ser fieles a...

No solo adiós al señor, a la palabra, sino ser fieles en la siembra, siempre agradezco a todos los que siembran de distintas partes del mundo, gracias por hacen posibles que podamos ser granero en otra parte del planeta.

Estamos listos para lo que Dios nos va a dar, dían conmigo, estoy listo, tan listo o si o no? Muy bien, hace algunos años atrás, me invitaron a dar una plática, una charla, en la Unidad Penal, número 3 de San Nicolás, una de las cárceles más antiguas de Buenos Aires.

Le habían dado esos reclusos un receso, una invitación a reflexionar, a pensar acerca de sus vidas, sus elecciones, algo que la gente fuera de esas paredes casi no acostumbra a ser.

Pero ahí, tras las rejas siempre hay mucho tiempo para reflexionar, y aquellos hombres estaban allí, necesariamente no era un pavillón evangélico, simplemente invitaron a todos los que querían ir a la charla, estaban allí para pasar una hora escuchándome por su propia voluntad, no era obligación, de modo que me regalaron su presencia cosa que agradeci profundamente.

Y debajo de esos rudos aspectos y esos corazones aparentemente endurecidos por la vida, por los infortunios, por lo que tuvieron que atravesar, yo pude divisar aníneos encerrados en cuerpos en piel de adultos.

No recuerdo exactamente de que hablé, mentiría si dije la dije esto y lo otro, probablemente, como me conozco, hablé acerca de las prisiones de mi propia vida, y que a veces podemos estar encerrados sin estar necesariamente en una cárcel regular como esta gente.

Y en aquel salón, mientras que hablaba, por cierto, yo era muy jovencito, mientras que hablaban algunas salmas heridas comenzaban a suyosar, y los vi llorando como niños frente a mí, ahí estaban monedas perdidas, o bejas perdidas, hijos perdidos, pero no cualquier moneda, no cualquier oveja, no cualquier hijo.

Los sentidos del señor, que sus raba cuidado, cuidado, no son mis hijos, son mis ovejas, son mis monedas.

Terminé la charla, algunos regresaron a sus celdas, pero un hombre de unos presómonos 50 años, se quedó parado frente a mí, y cuando lo saludé y lo abrazé yo sentí que se encadenaba una carga que parecía reventar un dique,

porque comenzó a llorar con la angustia de un niño, ver un hombre de estos, llorar así, te comuve, te estremece, yo no logré comprender toda la miseria y toda la humanidad que se desbordó en aquel pequeño abrazo, pero fue piseral, fue desgarrador.

Pilarmente el hombre se se acuerdas lágrimas y me dice, ¿de verdad crees que Dios ama un tipo como yo? ¿De verdad crees que Dios puede amar a un tipo como yo?

No es una pregunta retórica, teológica, es una pregunta desgarradora, me lo estaba preguntando, alguien que quizás estaba allí por haber asesinado, por haber violado,

estafado, en el mejor de los casos, ¿quién sabe? Pero ahí estaba la pregunta, este tierno ser humano, porque no deja de ser un niño y insisto encerrado en el cuerpo de un adulto, me confió esta monumental pregunta.

En otras palabras me dijo, Dios se encuentra algo en mí que sea digno de amor, algo que valga la pena ser amado, pienso que cada ser humano desde que somos chiquitos, anhelamos a escuchar estoy orgulloso de ti.

Así, ya sea porque ya hemos hecho una nota en la calificación, en un examen, porque ya hemos hecho bien un deporte, pero generalmente no salienta más cuando no lo dicen por nuestro comportamiento sino simplemente por existir, cuando lo dicen estoy orgulloso de ti.

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