De pronto un lunes entro yo a clases y lo saludo y trato de empezar mi materia, el currículum

que tengo planificado para ese día y un alumno me alzala mano y me dice señorita, me

salve de morir.

Ella es María Ujénia, profesora de filosofía y reacción creativa en una escuela de la

ciudad de Durán, en Ecuador.

Por razones de seguridad no vamos a usar su nombre completo ni el de la escuela.

Y digo, ¿cómo es eso? Cuéntame.

Sí, me fui caminando porque necesitaba llevarle algo a mi abuelita

y a 10 metros adelante mío mataron a dos chicos en la esquina.

Lo que hice fue correr.

Escuchar este tipo de historias no es algo extraño

en el salón de clase de Mariogenia y tampoco en muchas partes del país donde se vive

una crisis de violencia. En los últimos tres años llegaron grupos criminales internacionales

a Ecuador y se aliaron a las pandillas locales. En poco tiempo, convertieron al país en un importante

centro de almacenamiento

y distribución de drogas en la región. Hoy, estos grupos controlan muchas ciudades,

mientras las bandas rivales se disputan el territorio.

El tema del encuencia de las bandas criminales en el aula de clases es un tema común.

Entonces, es imposible dejar ese tema ahí y decirles, ¿sabes que sigamos con la clase?

Porque el colegio y el aula se ha vuelto en ese entorno

para desaguarte y poder contar tus miedos y enfrentar los miedos.

Siempre que tratar de discutirlo con información.

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