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Esto reambulante desde NPR, sodaniel Alarcón.

Un día de 1991, Gerardo Chávez, costarricense y biólogo especializado en reptiles, específicamente cocodrilos, estaba caminando por una playa en costar rica.

Era de noche.

Había presiguiendo mi caballo que me dejó botón y me estropecé con alguna playa cuando el hombre quiera una tortuga.

Gerardo no se había demasiado estos animales, sólo un poco más de lo que había aprendido en la universidad, pero quedó fascinado por lo que vio.

Esa tortuga, grande, pesada, lenta, se dirigía a ser un nido en medio de la arena con sus aletas para depositar sus juegos.

Esa tortuga solitaria lo animó a hacer un proyecto de investigación sobre estos animales, en la universidad en la que trabajaba.

La nidación para asistos y cosas de este tipo.

Su hábitat, su anatomía, sus comportamientos, así pasaron dos años.

Su mano recordaba que ha visto como unas cuarenta y cinco por ahí tortugas y había cuidado como unas veinte mil crías,

había estimado las rampas en los mioses.

O sea, se dedicó a monitorear los nidos para que los depredadores no se los comieran o incluso para que los humanos no se robaran los juegos.

Así que cuando Gerardo visitó por primera vez, Osteonal, una playa de arena negra en el pacífico Costa Ricense, sentía que ya había visto muchas tortugas.

Fue unos tres años después de ese primer tropezón.

Era asistente de un profesor y iba con varios estudiantes.

También era de noche, así era más fácil ver las tortugas y no interrumpirgas.

Entonces, me paro en la playa y yo estudiante de antes, esta es una playa de tortugas, no hay que hacer huido,

aquí evitar las luces, vamos a caminar sigilosos para no asustarlas y vamos a llegar donde están ellas.

Y donde me doy la vuelta, me pareguen una y me caí y me caí encima de ocha.

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