Tengo de alguna otra parte, la llama no se apagará, es un río que no se detiene.

El Ángel va por tú y es mi casa.

El rey ya venido a morar.

El hábito mienta casi provee.

Viverte, es un río que no se detiene.

La llama no se detiene.

Viverte, es un río que no se detiene.

Es imposible pasar por esta vida sin haber sido agravgado, sin que alguien te haya ofendido.

Si has pasado por esta tierra y dices nadie me ofendió jamás lo más probable es que haya sido un estado vegetativo o en coma y no te diste cuenta.

Pero si respiras y convives con otros organismos vivos, es muy posible que hay cosas que te produzcan desayves, ofensas, maltratos.

Cuando dijera, ¿cuánto levantaría la mano que fueron ofendidos alguna vez?

Todo el mundo levantaría la mano, ya que sea que te ofendieron de niño, de adolescentes, hace dos días, hace una obra.

Siempre hay algo que nos duele, que nos ofende, que nos lastima.

Y hay un sin número de personas que nos cuentan y nos dicen si.

Yo también fui ofendido, yo también mis rondáneos, hay cosas que me lastimaron.

Y a veces, a escuchar esos relatos de traición, a escuchar esos relatos de dolor, subestimamos.

Y estoy hablando de nosotros los ministros, subestimamos esas rupturas emocionales.

Decimos, bueno, el señor dice que usted tiene que perdonar y ya, de la otra mejilla.

Y el que lo está viviendo dice sí, yo sé que eso dice la Biblia, pero una ruptura relacional,

cuando rompemos una amistad, cuando rompemos un compañerismo, genera una pérdida de energía.

Es como que la energía se fuera por un saco roto, te roba la energía emocional, te vampiriza, te drena las fuerzas.

Cualquier ruptura que tenga relacional, el haber confiado un amigo que ese amigo te traicionó, ni hablar de un con suje, ni hablar de un hijo.

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