Buenas, hoy les voy a contar una aventura maravillosa que me abrió

horizontes geográficos que yo no tenía en mi percepción del mundo y que al

borota mi fetiche por la geografía, un viaje a la Patagonia, un viaje a los

glaciares del sur de la Argentina.

Entonces la cosa empieza con un parcho de colegio, es una historia amistad de la

adolescencia en donde nos damos cita en buenos aires, entonces como el viaje

empieza en Buenos Aires, Bogotá, Buenos Aires, lo primero que hago es recomendarles que

revisiten en la historia de las ciudades de América Latina el capítulo de Buenos Aires,

porque al volverlo a escuchar, se van a dar cuenta esa fascinación, esa amor, esa

alegria, ese gusto que yo tengo por la ciudad de Buenos Aires, entonces ahí la recreamos

de nuevo y empezamos por volver a la ciudad que siempre es maravilloso volver a visitar,

buenos aires, y resulta que en buenos aires vamos a ir al museo de los emigrantes y cuando

fuimos al museo de los emigrantes nos encontramos con una cosa que hoy día producí una agaría

nostalgia. Buenos aires y la Argentina se presentó como un enorme proyecto de inmigraciones,

le abrió a las puertas al mundo entero, la ciudad de Buenos Aires pasó de 400.000 habitantes a

cuatro millones de habitantes en un lapso de menos de 20 años, abrieron las puertas al mundo

en el museo de los emigrantes que tiene un espacio como sanitario, yo nunca he ido a la

isla del ispero, debe ser algo parecido, la idea de cuando un país se prepara para recibir una

gran población del planeta entero, entonces las instalaciones son como sanitarias y allá muestran

todo el proceso, hay un espacio particular para el medioreante y una de las razones por las

cuales llegaron tantos emigrantes del medioreante es por la libertad de cultus, porque en la Argentina

se recibía gente de todas las religiones, o sea que podían llegar a los armenios, hay un barrio

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