Si sólo pudiera predicar un mensaje en mi vida, le pediría a Dios que fuera este.

Yo creo el mensaje que vas a escuchar hoy. Yo creo con todo mi ser que Dios ama la gente rota y que cuando en algún punto del proceso de la vida

encontramos una manera de dar la bienvenida a él en la oscuridad llegamos a conocer su amor de una manera que nunca antes conocimos.

Y eso mi amigo no es un tema menor. Cuando se vino abajo la fachada de religiosidad en la que había vivido por tantos años, yo comencé una nueva vida fuera de la seguridad de aquellas paredes religiosas.

Y al principio ni siquiera se sentía seguro, pero confieso que se sentía rico, no se sentía auténtico. Por eso digo que me considero un legalista en recuperación.

Y desde la última recaída que tuve en el legalismo y me refiero a la última vez que condené a alguien por su falta de higiene espiritual ya llevo 8 años, 7 meses, 2 semanas, 4 días y 13 horas, limpio de fariseismo y cuento los días como los ex adictos.

Y estos últimos años me veo a mí mismo cogeando detrás del señor sin saber a veces dónde él va, pero con la certeza de que a dónde quiera que él vaya yo iré con él.

Y hasta hoy en día sigo completamente convencido de algo inalterable y fundamental que el señor me ama.

Las palabras esas que cante de niño hoy se sienten más reales que nunca, que esa canción decía Cristo me ama, Cristo me ama.

Creo que más que nunca puedo decir si el señor me ama. Y yo he visto esa misma convicción en la vida de muchas otras personas rotas que he conocido a través de los años.

Y te digo que no cambiaría por nada la relación más profunda que yo he encontrado con Dios, creo que la gente rota tampoco la cambiaría.

Gracias al dolor de estas rotas tuvieron una conexión con el señor que antes no tenía. A veces me gustaría decirte que mi vida antes todo estaba mal y que ahora está todo bien, pero yo no puedo decir eso.

No todavía, yo digo que tal vez no pueda hacerlo de este lado de cielo, vivo días y lo confieso públicamente, porque así es, vivo días en los que el camino por delante se ve despejado, siento que son días soleados, me siento sobrecojido por el amor de Dios, por su misericordia, pero también como todo el mundo tengo días grises, días complicados.

Y entonces hay como una sensación recurrente que me persigue, una suerte de sueño que me ha causado desde la niñez. Me suelo ver a mí mismo en aquella cuna llorando, mi madre no puede alzarme debido a que está muy débil por el cáncer.

Mi papá está tan borracho y que ni siquiera me escucha como se dice en Argentina, duerme la mona. Y yo soy apenas un inito, tengo hambre, no solo del heche, sino tengo hambre también del abrazo de mis padres que no voy a tener por mucho tiempo, pero continuo solo en aquella cuna junto a la pared.

Y entonces por las, por las rendicas de aquel recuerdo, veo como que intenta colarse otra vez esa sensación de soledad, ¿no?

Las viejas heridas, desafortunadamente traen consigo profundos recuerdos. Y cuando me despierto de ese sueño recurrente, yo le doy gracias a Dios, porque aunque no estoy reparado de manera total,

si me siento muy amado. Realmente está bien, no estar bien, yo lo dije una vez y hasta tengo un sermona, si un mensaje así que lo pueden buscar en nuestro sitio oficial, está bien que no estés bien. Muchos de nosotros aceptaríamos con mucho gusto este desafío, este reto, si tan solo pudiéramos creer que somos realmente amados, aunque no nos sentimos bien del todo.

Así que en el inicio de este mensaje mi oración por ti al comenzar juntos es que entiendas que Dios te ama, como digo siempre, como te ama el Señor y que él se ha comprometido en llevarte a casa de manera segura.

Y porque te ama, te habla, no sablas, semana tras semana. Siempre yo he sentido un rechazo hacia las personas que usan más caras, no siento rechazo por los difraces siempre y cuando pueda ver su rostro, pero en lo particular, hoy como es un día de confesiones, confieso que un rostro cubierto me provoca escozor.

Todavía no puedo acostumbrarme a entrar a un banco, a subir un avión o ir al mercado y estar rodeado de gente más carada por esta nueva normalidad, ¿no?

Porque uno no sabe si quien te está tendiendo está sonriendo, está ajustado, algunos hasta de hecho están literalmente envueltos como musulmanes fundamentalistas, entonces están tan envueltos con uno ni siquiera les mira la cara.

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