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🗓️ 23 October 2025
⏱️ 46 minutes
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Todos creemos que solo estamos "pasando un rato" en redes sociales… Hasta que el teléfono nos absorbe por horas y nos damos cuenta de que no podemos soltarlo.
En este episodio de Psicología al Desnudo, exploramos la adicción a las redes sociales: por qué ocurre, qué pasa en nuestro cerebro y cuáles son las señales de alerta que indican que quizás ya no tenemos el control.
No se trata de demonizar la tecnología, sino de recuperar nuestra atención, nuestro tiempo y nuestra calma mental..
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💜 Psicología al Desnudo es un podcast original de Psi Mammoliti.
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📍 Grabado en Casa Spotify, Buenos Aires.
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| 0:00.0 | Se estima que al menos una de cada 10 personas va a desarrollar algún tipo de adicción comportamental a lo largo de su vida. |
| 0:07.0 | Más del 50% de la población mundial usa redes sociales todos los días. El 98,5 de los adolescentes está registrado en al menos una red social y el 83,5 en más de tres redes. El promedio de uso diario varía entre cuatro y siete horas, cada día, cada semana, cada año. El 46% de personas dice que las redes sociales afectan negativamente a su estado de ánimo. Para los niños de seis a nueve años, la OMS recomienda no pasar más de 30 minutos por día frente a una pantalla. Salir de una adicción es difícil pero no imposible y nunca nunca tenés que hacerlo solo. Si vos, un familiar o amigo están atravesando problemas con alguna adicción comportamental, podés recibir ayuda gratuite y confidencial contactando con los centros de tratamiento de adicciones de tu localidad o pedir orientación a profesionales de la salud mental. |
| 1:07.4 | ¿Te pasa que agarras el teléfono solamente para responder un mensajito |
| 1:11.4 | o dar una mirada rápida y sin darte cuenta terminas horas atrapado |
| 1:17.0 | en alguna red social? |
| 1:19.0 | ¿Por qué es tan difícil soltarlas? |
| 1:25.4 | Soy Marina Mamoliti, psicóloga, |
| 1:30.4 | y esto es psicología desnudo. |
| 1:34.0 | El podcast de salud mental de Psyma Moliti, |
| 1:38.2 | donde navegamos juntos en las profundidades del amente. |
| 2:49.3 | Hoy presentamos adicción a redes sociales. Si alguien te dijera que tiene una adicción, probablemente pensarías en algo como alcohol, drogas, siga rillo. A lo mejor, incluso si hablamos de redes sociales, hasta te reirías un poco. Adicción a Instagram, Valle, que es eso, si todos usamos el celular un montón. Claro, parece inofensivo porque elegimos creer que nadie podría nunca tener una adicción a redes sociales. Es algo que hacemos porque bueno, todos lo hacen. Pero ¿qué pasa si te dijera que puede ser mucho más serio de lo que parece? El problema con la adicción a redes sociales es que se esconde a plena vista. Es tan común que nadie la nota, tan normalizada que nadie la cuestiona. Todos estamos horas frente una pantalla, deslizándonos por el feed, orriéndonos de memes o viendo videos. Pero cuando es que dejamos de ser usuarios y empezamos a ser esclavos de un algoritmo. Una notificación. El dedo deslizándose por la pantalla. Un like, otro, un comentario. Más seguidores, subir fotos, comentar, chatar. Estar a la vaguardia, seguir todas las tendencias nuevas. Cui, tengo que cambiar los guiones. Cambiar el modo de hablar el algoritmo cambió. Lamentes acelerar el corazón la terrápido. Dopamina, la ser excitación. Las redes sociales nacieron con un propósito claro, conectar a las personas, construir comunidades, pero lo que en su momento parecía el invento perfecto, hoy se dio vuelta. En lugar de unirnos, nos alejan y no sólo de los demás, sino incluso de nosotros mismos. Retrocedamos un poco en la historia para mirar más su mount para tomar un poco de perspectiva. La humanidad siempre ha buscado formas de conectar. Es casi como si estuviera nuestro ADN, ese desew profundo de compartir con otros, de sentirnos partes de algo grande. Somos gregarios por naturaleza. Eso quiere decir que nacemos con la necesidad de vivir en manada, de construir lazos, de pertenecer. Desde el inicio de los tiempos hemos creado herramientas para acercarnos, para contar historias, para no sentirnos solos en el mundo. Desde las plazas públicas de la antigua adresia, donde nacieron los debates filosóficos, los colicios romanos que unían a miles en torno a espectáculos épicos, hasta las cartas escritas a puño elétera, que cruzaban oceanos en busca de la mora de la distancia. Esas eran nuestras redes sociales de entonces. Espacios para compartir, para hacer vistos, para ser escuchados. Pero aquellas conexiones eran distintas, porque tenían pausa, tenían tiempo. Poco a poco fuimos sumando tecnologías cada vez, más modernas, el telégramo, el teléfono, los correos electrónicos. Cada avance, tecnológico siempre buscó lo mismo, acercarnos, romper barreras, acerque, sentirnos parte de algo fuera más fácil, más rápido. Y entonces llegaron los smartphones y con mischos las redes sociales y todo se volvió instantáneo. Lo que antes requería paciencia y espera como semanas esperando una carta o algún encuentro planificado, todo eso se volvió mediato, un clic, un mensaje, un like ya mismo. Pero hay algo que nadie se vio venir. Las redes sociales dejaron de ser solamente un medio de comunicación y se convirtieron en una extensión de nosotros mismos, en parte de nuestra identidad. Te pasó, quizás, alguna vez que sentiste que si no compartías algo en redes, como si no hubiera pasado. Hoy, en este preciso momento, más de 4.500 millones de personas usan alguna red social. Eso es más de la mitad del planeta. El 95% de la población entre 13 a 19 años tiene alguna red social, de los cuales, en promedio, pasan casi unas 4 horas y harías consumiendo contenido. Y mientras las estadísticas crecen y las interacciones se multiplican, hay una pregunta que mi cabeza no puedes esquivar. ¿Y es la de realmente estamos más conectados. Podriliar un filósofo francés decía que vivimos en un mundo de simulacros. Y las redes son el simulacro perfecto. Simulan conexión, pero nos dejamos solos. Simulan éxito, pero nos vacían. Simulan validación,, pero nos fragmentan. Muchas personas ya no interactúan con las redes sociales desde la elección, conciente o el disfrute, sino desde la conclusión. Esa es la trampa del simulacro. Creemos que estamos conectados, entonces nos quedamos ahí, nos quedamos en las redes, aunque en realidad estemos más aislados y nunca. Hay un límite muy sutil entre el uso y el abuso de redes. Es un límite casi imperceptible, no se nota cuando lo cruzamos, porque las redes están diseñadas para que no nos demos cuenta. Cuando perdemos el control, ya estamos hablando de una adicción. Vamos a definirla. La adicción de las redes sociales es un patrón de uso, compulsivo y excesivo de plataformas como Instagram, TikTok, X, Facebook y otras. La llamamos adicción porque interfiere significativamente con nuestro bienestar emocional, social y físico. Y esta dicción no se mide solamente por la cantidad de horas que estamos frente a la pantalla. No es simplemente usar mucho Instagram o TikTok. Lo que la convierte en una dicción es la relación que desar desarrollamos con esas plataformas. Como terminan afectando a nuestra autoestima, también a nuestras relaciones y a nuestra capacidad para estar presentes, para sumergirte en el mundo de las adicciones sin sustancias de super recomiendo ver o escuchar el capítulo 1 y 2 de esta serie de adicción a comportamientos. Podríamos empezar preguntándonos porque hoy, porque existe y crece tanto hoy la adicción a redes sociales. Bueno, nada es casualidad. Causas hay muchas. No es que de un día para el otro nos volvemos sin capaces de soltar el teléfono. Hay razones concretas detrás de esta dependencia y son mucho más profundas de lo que pensamos. Estamos hablando de un cocktail explosivo de factores sociales, psicológicos y biológicos, todos combinándose en el mundo que habitamos hoy. Todo está diseñado literalmente para mantenernos enganchados. Primero, los factores sociales, los likes, los comentarios, los seguidores son la nueva moneda virtual con la que se paga la aceptación social. Detrás de eso hay algo muy básico que la sostiene, que es nuestra necesidad de ser aceptados y de encajar. Además, vivimos en la sociedad del cansancio, dice Viunchulhan, un filoso fosurcoreano. Lo que quiere decir que estamos agotados, es un signo de nuestra época, estamos agotados físicamente, emocionalmente. Nos transformamos en nuestros propios explotadores. Ya no necesitamos. Jefe, jefa que nos explote. Porque nos autoexplootamos solitos. Nos convertimos en empresarios de nosotros mismos, mediendo nuestro valor en productividad, |
| 10:25.5 | visibilidad y likes. |
| 10:27.4 | Pensarlo en tu propia vida, ¿no? |
| 10:29.9 | Te sentís agotado a veces al final del día. |
| 10:33.0 | Es que cansancio extremo, |
| 10:35.1 | que impacta en todos lados, |
| 10:37.6 | yo lo veo cada vez más en consulta, |
| 10:40.0 | incluso en la gente que me rodea, |
| 10:42.9 | y en mí misma también. Y claro, vivimos con un agotamiento tan pesado encima que llega un punto en que nuestra cabeza pide agritos una pausa, pero no sabemos parar, porque parar duele, porque si frenamos aparece el vacío existencial y ese ruido interno o las preguntas que no queremos escuchar. Y entonces mejor nos hacemos los tontos, los distraídos y consumimos algo que nos distraiga, que nos anestesie un poco. La pastillita digital que nos adormese por un rato. Este es el terreno perfecto para la adicción a redes y no nos culpo, ¿eh? Necesitamos a veces adormecernos de tanto cansancio, pero lo cruel o ironico diría, Han, es que esa búsqueda de alivio nos agota todavía más. Después están los factores psicológicos. Cada vez que recibís un like o un comentario tu cerebro recibe una recompensa como un premio inmediato que activa tu sistema de dopamina, es el mismo que se activa cuando comés algo que te encanta o recibís una linda noticia. Y eso genera un circuito de retroalimentación que te hace volver una y otra vez ahí, buscando ese mismo subidón lindo que te da el like. Ahí está también el componente biológico de todo esto, porque nuestro cerebro está diseñado para buscar recompensas. Y ahí las redes sociales son el terreno perfecto. Y por último, otra de las causas potentes tiene que ver con el diseño de las plataformas. Los algoritmos no son neutrales. Saben exactamente qué mostrarte y en qué momento. Los algoritmos de las redes te muestran contenido, además, diseñado específicamente para vos. Si yo agarré el TikTok de mi hermana, no me voy a enganchar tanto como si fuera el mío. Porque esa experiencia está hecha pura y exclusivamente para mantener su atención. Es decir, conoce los gustos de mi hermana, sus preferencias, no las mías. Los algoritmos saben todo de nosotros. No solamente que nos gusta, sino cuántos segundos pasamos mirando cada video, qué publicaciones nos hacen frenar el scroll y por cuántos segundos nos quedamos ahí, qué colores llaman más nuestra atención, qué temáticas nos interesan más. Cada red social nos estudia y nos da exactamente lo que |
| 13:29.4 | necesitan. nuestra atención que temáticas nos interesan más. Cada red social nos estudia y nos da exactamente lo que necesita para mantenernos ahí. Sistemas como el scroll infinito eliminan cualquier esfuerzo de seguir consumiendo. Si quisiera seguir scrolliando por siempre y para siempre, Podrías, no hay un final nunca. El final externo no existe. |
| 13:48.8 | Es el límite, ahora lo tenés que poner vos. Y también las notificaciones, que nos hacen creer que todo es urgente. Meta y su prueba es con distintos colores para las notificaciones. Y adivina cuál generaba más compulsión el rojo. Asociamos el color rojo al peligro y a la urgencia en nuestra biología. Por eso cuando ves ese numerito rojo en tu app que te marca las notificaciones que tenés, tu cerebro siente como que tiene que revisarlo de inmediato, urgencia. |
| 14:25.4 | El mecanismo de las redes es exactamente el mismo que usan las máquinas tragamonidas de los casinos. Las redes sociales son las begas digitales, donde está la línea entre el uso saludable y la adicción a redes sociales. Como exploramos en episodios anteriores sobre adicciones insustancias, la línea entre un comportamiento habitual y uno adictivo está un sutil que pasa de esa percibida para la mayoría. Esta es una de las grandes diferencias con las adicciones asustancias. De un lado están las redes sociales como herramientas maravillosas. Vamos a decir, los inspiran, nos conectan con amigos, con familia, con amores, nos entretenen, nos hace sentir parte de algo, son una vía de escape en momentos complejos e incluso nos permiten trabajar. De el otro lado, está el ex, su cara más oscura, la que pasa a esa percibida. Nos acostumbramos tanto a vivir conectados que ni siquiera nos damos cuenta del impacto que tienen en nuestra mente y en nuestra vida. Porque no es solamente estar mucho tiempo en redes. Es lo que pasa en nuestras cabezas mientras estamos ahí. Nos comparamos, por ejemplo, vemos vidas aparentemente perfectas, cuerpos editados, relaciones de película y pensamos ¿por qué mi vida no se ve así? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? Aunque sepamos que es una versión jurada de la realidad, no importa, nuestro cerebro no puede evitar la comparación y por ende la frustración. También perdemos tiempo. Abrimos Instagram solamente para ver algo rapidito y dos horas después seguimos ahí. Sin pausas naturales, contenido infinito y notificaciones, que nos es en sentir que siempre hay algo más que ver que no deberíamos ciernos. También se reduce un montón nuestra capacidad de concentración. Un estudio de la Universidad de California encontró, escucha también, que la generación Z tiene menos capacidad de concentración que un pesto de rado el promedio de atención bajo a 8 segundos mientras que el pesto de rado tiene 9 segundos nos volvemos mucho más impulsivos también cada like cada comentario cada mensajito genera una micro de escarragumón shot de dopamina. Claro, nos acostumbramos tanto a esa gratificación inmediata que cualquier otra actividad sin una recompensa instantánea nos aburre. También nos sentimos más solos. A menos conexión real, menos conexión cara a cara más sensación de soledad y dormimos peor. Porque la luz azul de la pantalla interfiere con la producción de melatonina que es la hormona del sueño. Si usamos el teléfono, justo antes de dormir nos va a costar mucho más relajarnos y nuestro descanso va a ser mucho menos reparador. Ahora, no se trata de demonizar las redes sociales, ¿eh? Pero si entender cómo nos afectan, para poder usar las conconsciencia y no quedar nos atrapados en ellas. Siempre hay dos caras de una misma moneda en todo. Un usar redes sociales no tiene nada de malo si lo hacemos de manera equilibrada. De hecho, quizás tengo la fortuna de que vos esté ahí del otro lado escuchándome gracias a una red social. Hablar de adicción a redes sociales no es exagerado. Muchos estudios muestran que uso compulsivo de redes comparte con las adicciones asustancias, patrones como la pérdida de control, la tolerancia es decir, necesitar más para sentir lo mismo y la interferencia fuerte en la vida diaria. A pesar de esto, con tantos estudios, con evidencia, el DSM5, que es el manual, usado para diagnosticar tras torno mentales todavía no la reconoce como una adicción. ¿Por qué? Porque la ciencia avanza con cautela y los estudios siguen en proceso. Todavía es un fenómeno muy nuevo, pero, aunque no esté en el manual, la evidencia ya es clara. El uso descontrolado de redes tiene las mismas características que cualquier adicción comportamental. Vamos a hacer un chequeo de nuestra relación con las redes. Te propongo lo siguiente. Un mini test lúdico basado en los criterios que se usan para diagnosticar adicciones. Si escuchaste los episodios anteriores, ya sabes que son las nueve señales de alerta que pueden hablarnos de una adicción. Vamos a revisarlas una por una haciendo un autochequeo en el camino. Hacelo incluso si crees que esto no tiene nada que ver con vos. Tal vez aprendas algo sobre tus propios hábitos que no habías notado. Y si no es tu caso, capaz de sirva para entender mejor a alguien que sí está atrapado en esta dinámica. Bien, vamos a meternos de lleno en un momento de sinceridad por cada afirmación con la que te identifiques levanta un dedo. Bien Primero criterio para diagnosticar una adicción es el curso peligroso. Esto es cuando pones en riesgo tu seguridad o la de otros por hacer esa actividad. En este caso, por no soltar el teléfono. Entonces, revisas Instagram mientras manejas, te perdés en tiktok cuando estás cruzando la calle, o pasás días durmiendo 3 o 4 horas porque te quedás excroliando sin freno. Es cuando las redes te hacen tomar decisiones riesgosas ahí, aparece una red flag. Sóles contestar mensajes mientras cruzás la calle y ni miras si vienen a autos. O subisistorias mientras conducís un auto. Sacas el celular en situaciones en las que necesitabas estar 100% presente porque te generan cidad no mirarlo. Si es que sí, levanta un dedo. Número dos es el impacto en los roles importantes. Por ejemplo, |
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