Psicología al desnudo es una producción original de psimamoliti. La plataforma de psicología y bienestar en la que podés encontrar a tu psicólogo ideal. ¿Por qué nos pega tanto la decepción? ¿Qué pasa nuestra cabeza cuando las cosas no salen, como les imaginamos? ¿Cómo aprendemos a levantar la cabeza sin que nos aplaste el peso de lo que pudo haber sido. Soy Marina Mamoliti, psicóloga, y esto es psicología desnudo, el podcast de salud mental de Psyma Moliti, donde la veamos juntos en las profundidades del amente.

Hoy presentamos la decepción. Si buscamos en el diccionario, la real académica española define a la decepción como el pesar causado por un desenganio. etimológicamente viene del latín de septio, que se refiere al sentimiento causado por un engaño. Enganio, todos conocemos esa sensación. Es como pisar el aire esperando encontrar el escalón que no está. La decepción de ese salrieta que aparece cuando lo que esperabas no pasa. Cuando alguien no es y en creías, o cuando la vida te da un cacheta, su que no esperabas. A veces llega a sin aviso. Otras veces la vemos venir, pero no logramos esquivarla. Y lo peor es que siempre deja ese sabor amargo de lo que pudo ser, pero no fue. Podemos sentir decepción por infinitas razones y en diferentes intensidades. Pero sea como sea la decepción siempre está dentro del grupo de las emociones displacenteras, feas de sentir. La La decepción es una emoción secundaria. Es el resultado de dos emociones primarias fusionadas. La tristeza y la sorpresa. La tristeza aparece cuando perdemos algo que tiene valor para nosotros. Cuando algo que nos importa ya no está. Y la sorpresa tiene la función de ayudarnos a reaccionar ante lo inesperado, a atravesar cualquier estímulo que aparece de repente y sin aviso, ya sea lindo o feo. Entonces, cuando tristeza y sorpresa se juntan, aparece la decepción. Pero no es solamente una mezcla de emociones, nada más. No, no, la emoción de la decepción es compleja y hoy vamos a descubrir por qué. Virgina Gawell, una psicóloga argentina que admiro un montón, explica que la decepción es una desexcepción. ¿Qué quiere decir ella con esto? Que cuando nos decepcionamos, hay algo de esa situación o de esa persona, a la cual creíamos excepcional, única, perfecta que habíamos idealizado quizás como excepcional, que deja de hacerlo. Algo sorpresivamente muestra la ilacha, se destapa, deja ver otra verdad, como que se rompe. La imagen idealizada se quiebra y lo que antes parecía impecable ahora muestra sus fallas, su lado oculto. Y bajar eso que tanto admirábamos del pedestal duele dejar de admirar a alguien duele es como un golpe que no esperabas eso que veía tan perfecto se cae y en su lugar aparece la tristeza algo que era importante para vos de repente ya no lo es la decepción casi siempre viene acompañ de algo más, de una tradición, de un daño o de una mentira. Si tu pareja, te engaña y confía vacivamente. Si un amigo habla de vos a tus espaldas. Si alguien que amaste la estima con sus palabras es un golpe y al corazón no lo viste venir, porque había puesto toda tu confianza en esa relación. Y cuando alguien rompe esa confianza, sentís que algo

dentro tuyo se derrumba. Ahora, yo te dije que la decepción es compleja como la mayoría de las

emociones. Pero ¿por qué? Porque la decepción está muy relacionada con nuestras expectativas. Y las expectativas, uf, bueno, son todo un tema. Los seres humanos funcionamos a base de expectativas. Me refiero a que las expectativas son ideas o posiciones que tenemos sobre lo que creemos que va a pasar. ¿Cómo se van a comportar los demás o cómo van a resultar ciertas situaciones? Básicamente son lo que nos permite anticiparnos a las situaciones de la vida, predecir lo que va a pasar y a prepararnos para eso. ¿Y qué tiene que ver la decepción con nuestras expectativas? Todo. Custamente nos decepcionamos cuando algo no cumple lo que esperábamos, cuando no coincide con nuestras expectativas. ¿Piste en esa película que se llama la vida de P? A mí me gustó mucho a hay un montón de gente a la que no le gusta, pero la historia va más o menos así. Al principio P tiene una expectativa clara. Se está yendo de viaje a Canadá con su familia para empezar una nueva etapa, un nuevo comienzo lleno de oportunidades, una vida mejor. Pero la vida tiene otros planes. El barco naufraga y esa ilusión se rompe en mil pedazos. Lo que pi esperaba como un futuro prometedor se convierte en una pesadilla. El barco naufragó su familia desapareció y su destino no es una tía rallena de oportunidades. Si no, que queda a la deriva en un bote salvabidas enfrentando no solamente a un océano infinito, sino también a un tigre de vengala que no lo deja en paz. Piso sobrevivió, pero todo ese viaje quedó muy lejos de lo que le había imaginado. El sueño de ese nuevo comienzo fue reemplazado por una lucha brutal por la vida. Es decir, expectativa y realidad chocaron y el golpe es brutal. El problema es esa relación entre mis expectativas y la realidad. Mientras más alejadas,

estén mis expectativas de la realidad, mientras más distancia haya, entre una y otra, más probabilidades de decepcionarme voy a tener. Cuanto más grande es esa distancia más duele el choque.

No todas las decepciones vaniguales.

Algunas surgen de lo inesperado, de algo que jamás nos imaginamos que pasaría. Y otras en cambio vienen de algo que conocíamos, pero que elegimos no ver. Existen dos tipos de decepciones. La decepción frente a lo desconocido y la decepción frente a lo conocido. Veamos la primera. ¿Cuánta veces escuchamos frases como lo mejor para no decepcionarse es no tener expectativas? Ay, andasine expectativas, déjate sorprender. Carla, por ejemplo, mi paciente de quien te hablé al principio, estaba feliz ilusionada con su viaje. Había planeado cada detalle cada momento. Su expectativa estaba anclada a la idea de pasar tiempo con Lucía, con su mejor amiga, como en los viejos tiempos. Pero Lucía canceló. Y ahí estaba Carla, frente a una realidad que no coincidía con su expectativa. La sensación de vacío no vino de la cancelación en sí, sino de la diferencia abymal entre lo que Carla había imaginado y lo que realmente pasó. Y así funciona la decepción frente a lo desconocido. Proyectamos lo que queremos que suceda, pero no nos basamos en la realidad, sino en nuestro deseo. Y cuando la realidad llega, arrasa con todo lo que habíamos construido en nuestra cabeza. Adhamos un ejercicio chiquitito. Pensaron en la persona, una que haya conocido en los últimos dos años. ¿Tenés el nombre? Ok, ahora pensé en la primera vez que le habiste. Probablemente ese día haya tenido una impresión de esta persona. Pero a medida que fuiste conversando, compartiendo tiempo, puntos de vista, seguramente te diste cuenta que algo de lo que había pensado o imaginado de esa persona quizás no era tan así. Nunca una persona encaja al 100% con la idea previa que nosotros tenemos de ella.

Lo mismo con las situaciones.

En definitiva, la expectativa frente a lo desconocido no deja de ser más que solamente una ilusión.

Y cuando la cosa no coincide con la realidad aparece la desilusión. Veamos la segunda forma de decepción, la que aparece frente a lo conocido. Virginia Gavel está psicólogo habla del duelo por decepción y ella va a decir que este duelo tiene dos formas, como dos, maneras de enfrentarnos a esa sensación amarga, de darnos cuenta de que alguien o algo no es lo que creyíamos. La primera es la decepción por insistencia, cuando sostenemos la ilusión a pesar de la realidad. Acá la cosa cambia, ya no estamos hablando únicamente de una ilusión. Acá hay contacto con la realidad, hay información, hay pruebas, lo que no quiere decir que por más que yo tenga evidencia o por más que la realidad sea muy clara frente a mis ojos, yo no pueda seguir alimentando mis expectativas con mi ilusión. Yo puedo seguir creyendo algo por más que la realidad me muestre otra cosa. El tema es que ahí estoy frente a un problema, porque si yo tengo una amiga, por ejemplo, y estoy convencida que ya es la mejor amiga de la mundo. Pero esa persona me da señales que no está natentas y olvida de mis cumpleaños, de cosas que son importantes para mí, me hace comentarios irientes, Ninguneaé, me humilla, pero así todo yo sigo convencida de que es la mejor amiga del mundo, bueno, hay algo ahí, por algo estoy eligiendo mantener la ilusión en vez de aceptar la realidad. Hay una historia de Buda que refleja esto, es la parábola de las dos flechas. La primera flecha representa las cosas inevitable de la vida. Dolores pérdidas, enfermedades, frustraciones y la certeza de que nos vamos a morir. Esta flecha es inevitable. Ahora, la segunda flecha en cambio es la que nos disparamos a nosotros mismos. Es el dolor adicional que le agregamos a las cosas inevitable de la vida. Pasa cuando nos resistimos a aceptar la realidad o cuando nos aferramos algo que quisieramos que fuera diferente. Ese sufrimiento no es inevitable, sino que proviene de nuestra reacción al primer dolor lo podríamos evitar. Por ejemplo, después de una ruptura morosa, además del dolor natural de la separación, pues decir que les sumemos pensamientos como nunca voy a encontrar a nadie más o todo es muy para mí o no sirvo para amar. Y eso genera mucha más angustia y prolonga más el sufrimiento. Me acuerdo el caso de una paciente, ella creía que su hermana era la persona más buena de este mundo y lo afirmaba de todo el tiempo. Pero cuando me contaba los comentarios o las acciones que hacía su hermana, las actitudes que tenía hacia ella, era totalmente contradictorio. No la escuchaba, se olvidaba todo el tiempo de cosas importantes para ella, incluso decía cosas como que la ropa que tenía puesta le quedaba horrible, que se veía fea, que así nadie le iba a mirar o le iba a aceptar. La cosa era que ella quería una relación profunda con su hermana. Esta paciente no era de Argentina, él costaba un montón hacerse amigos nuevos en su nueva ciudad y su hermana era la única persona que ella conocía. Idealizó tanto esa hermandada que estaba dispuesta a soportar cualquier cosa, porque aceptar la verdad significado en algún punto quedarse sola. Y a veces preferimos a cerrarnos a la mentira más dulce que enfrentarnos a la verdad más amarga. ya prefería quedarse con la ilusión de una hermana buena antes que resignarse a la realidad de quedarse sola por no poder contar con esa hermana. Y la segunda forma de decepción frente al conocido es la decepción por contradicción. Este tipo de decepción pasa cuando una persona cercana en quien confiamos plenamente a actúa de forma inesperada. Nos muestra una faceta de sí misma que jamás habíamos visto. No se trata de una ilusión que construimos en nuestra cabeza. Es real, la persona en quien confía, vamos, nos falló. Y esto es súper doloroso porque se rompe la confianza. Alguien que nos daba seguridad y apoya, nos falla o nos lastima con acciones que no esperábamos. Un amigo que no estuvo ahí cuando lo necesitamos, alguien de nuestra familia que nos hitió profundamente con algo que nos dijo. Ahora, ¿qué hacemos en esos casos? ¿Qué hacemos cuando la decepción no tiene que dar con una ilusión? Si no, que realmente la persona a la cual yo quería me hizo daño y yo no les esperaba de ella. Bueno, acabamos a tener que evaluar. Voy a traerte ahora algunas preguntas que pueden servir de guía si te pasa algo así. Si querés poder disponerle pausa al episodio y re buscar algo para escribir y responder a medida que te vaya preguntando o hacerlo mentalmente. Primera pregunta es, lo que hizo esta persona fue en contra de tus valores, de lo que consideras como amistad, amor, respeto o confianza. Si tu respuesta es que sí, entonces ahora preguntate, ¿es la primera vez que esto pasa? ¿O puedo reconocer esta conducta en varias situaciones. Número tres es la primera vez que esto pasa, o puedo reconocer esta conducta en varias situaciones ya. Número 3 es la persona se mostró a rependentida de haber hecho eso, y dio perdón, hubo una toma de conciencia del daño que causó, y dio perdón de manera genuina o solamente trató de justificar su actitud. ¿Qué alguien nos decepcione? No quiere decir que necesariamente tenemos que eliminarlo de nuestras vidas. Todos cometemos errores. Yo misma y vos también muy probablemente hayamos decepcionado a alguien alguna vez. La clave está en hablar, en plantearlo, hacerles saber a la otra persona que eso que pasó te dolió, que tuvo un impacto en vos. El problema aparece cuando hay falta de conciencia en relación al daño que se causó. Si esto se repite, se repite, y no haya repentimiento, entonces sí hay algo para revisar en ese vínculo, porque si siempre es la misma historia, si siempre dueles igual. Entonces acá sí, es nuestra responsabilidad decidir qué hacemos con ese vínculo, o lo aceptamos como es, sin seguir esperando algo que no va a pasar, o tomamos distancia y nos priorizamos. Y si te cuesta tomar la decisión de dejarte, si eso te resulta un desafío, te quiero recomendar un recurso súper valioso. Hace un tiempo y sé un curso sobre el desapego. Es un curso para aprender a soltar y dejar ir. Es hermoso. Además de un montón de clases tiene un warbook que te va ayudando como a aterrizar todos los conceptos que vamos haciendo en el camino paso a paso para soltar y dejar ir. Te puedes superar ayudar a dar el primer paso. Lo encontrás a nuestra web si mamoliti.com barra cursos y se llama el arte de soltar. Ahora si volvamos al episodio. La decepción es parte del paquete que recibimos cuando entramos al mundo adulto. La adultés implica tener que cruzarnos varias veces con la decepción. Nadie escapa. El tema es que hacemos con esa experiencia. Nos vuelvemos desconfiados.

Empezamos a pensar siempre lo peor con tal de protegernos. No. Aunque no les voy a mentir, esto paso un montón de veces. Pero la idea no es volvernos desconfiados, sino hacer ajustes. ajustes en lo que esperamos de los demás, en lo que esperamos del mundo, para evitar decepciones innecesarias. Y para que cuando aparezca la decepción porque va a parecer, podamos manejarlo de manera sana, sin dejar que nos defina o que nos arrastre. Hay una serie de pasos que podemos seguir para lidiar con la decepción. El número uno es entender nuestras expectativas. Pregundate si las expectativas que tenés son realistas o si quizás están siendo demasiado altas. Muchas veces nos decepcionamos porque sin querer, pusimos la vara demasiado alta. Por ejemplo, esperás que una amiga siempre se vive acordando de cada cosa que haces y te mando un mensaje preguntándote siempre como te fue. Y cuando ya no lo hace, te decepcionas. Quizás puede ser que esa expectativa esté demasiado alta. No se trata de bajar la vara, eh, ni de conformarnos con menos. No, sino de alinear nuestras expectativas con la realidad. Quizás pensando lo bien, te da cuenta de que nadie tiene por qué recordarlo todo ni estar siempre pendiente de demás. Entonces, ajustar expectativas nos ayuda a prevenir la decepción. El paso número dos es aceptar la realidad. Y ojo que aceptarnos significa justificar. Implica dejar de resistir lo que ya pasó para avanzar, sin culparte ni echarle toda la culpa al otro. Por ejemplo, tu armada no fue a tu cumpleaños. Esto dio, pero aceptar que ya tiene sus motivos y que no puedes controlarlos es el primer paso. Otra vez no significa justificar su ausencia ya, vas a ver como resolves ese dolor, hablando probablemente. Significa dejar de luchar contra lo que no puedes cambiar para encontrar paz, porque ya no puedes volver al pasado y cambiar lo que pasó. El paso número 3 es permitirnos sentir, porque la decepción siempre viene con un combo de emociones tristeza, broma frustración, y a veces miedo de que vuelva a pasar. La clave es no esconder todo eso a agito de la alfombra. Es permitirnos sentir esas emociones porque eso nos ayuda a elaborarlas. Por ejemplo, perte es un trabajo que te superen tus yas mava. Claro, sentéis tristeza y frustración. En vez de ocultarlas, hablas con un amigo, amiga, con tu pareja, habla con tu psicólogo, con tal y como te sentís. Ponin palabras, porque eso además te va ir dando tiempo para procesarlo. Cuando haces esto, la decepción pasa mucho más rápido, y nos deja aprendizajes que si lo negáramos o escondiéramos no aparecen. El paso número 4 es darle sentido a lo que pasó. La decepción no siempre viene con un cartelito que dice acá está la elección. No se trata de creer, bueno todo os do pasa por algo y de esperar que todo tenga un final feliz. A veces lo que la decepción nos enseña es crudo, nos enfrenta a la realidad tal como es sin adornos, sin fantasías. No sobría a cuestionar lo que esperábamos de los demás, de las situaciones, incluso de vos mismo. No hace cuestionar las ilusiones que teníamos sobre una situación, o sobre una persona. Nos obliga a ver las cosas con mucha crudesa y aceptar que no todo está bajo nuestro control, aunque quisieramos que lo estuviera. Y eso en realidad está buenísimo. Porque al fin y al cabo, la verdadera elección está en aprender a vivir con la incomodidad de lo que no salió como queríamos, sin dejar que eso nos defina. Y, y además, aprender a levantarnos mejor la próxima vez. Y llegamos a la parte práctica de este podcast.

Digimos que las expectativas juegan un papel fundamental en esto.

¿Cierto?

Bueno, te voy a proponer un ejercicio para evaluar

cómo están tus expectativas en relación a alguna persona o a alguna situación.

El objetivo es que entendamos de dónde es que viene nuestra decepción. A N D E N S I N N N N N N N N N N N N N N N N N N N N N eso, no pasa nada, puedes hacerlo mentalmente. Un pequeño tip para contestar las preguntas, es que a medida que las vallas escuchan no pongas pausa al episodio, las contestes y después continúa con la siguiente y así. Primero pensaba en la última situación en la que te hayas sentido decepcionado, decepcionada. Algo que no salió como esperabas. Organizaste una juntada y muchas amigas te cancelaron a último momento. Tu jefe te dio un feedback que no esperabas. De hecho esperabas que fuera todo lo contrario. O fuiste a comer un lugar que querías hacer un montón y la comida era horrible. Cualquier situación en la que algo no haya salido, acorde a lo que esperabas. ¿Listo lo tenés? Anotarlo o pinialo en tu mente. Bien, ahora quiero que te respondas las siguientes preguntas. Lo que esperaba era realista, o me imaginé un escenario demasiado ideal sin margen de error. Mis expectativas estaban basadas en la realidad o en mi deseo. Había señales previas de que esto podía salir diferente. Estoy sobrecarregando a los demás con mis expectativas, es decir, estoy pidiendo más de lo que realmente pueden barra. Esta es una decepción aislada, pues un patrón que se repite. Me decepción con frecuencia por cosas similares. Habría cambiado algo si hubiera anticipado un resultado menos ideal, si hubiera sido un poco más flexible, quizás me hubiera delido menos. Ya aprendí de esta experiencia, pero no con el típico todo pasa por algo, sino que ajuste puedo hacer en mis expectativas para evitar sufrirlo mismo la próxima vez. Muchas veces la raíz de la decepción no está solo en lo que pasó, sino en cómo lo imaginaste o como esperaste que pasara. Entender eso no se trata de culparte, sino de aprender a ajustar tus expectativas a la realidad y dar espacio a la posibilidad de que las cosas no siempre salgan como vos querés. La decepción es incómoda, duelle y no siempre es fácil de procesar. Nos confronta con la diferencia entre lo que imaginamos y lo que realmente pasa, entre lo que esperamos de los demás y lo que de verdad nos pueden dar. Tenemos que aprender a decepcionarnos, es parte de la experiencia de estar vivos. Sería una mentira vivir sin decepciones, no es real, pero aunque sea dolorosa, nos ayuda un montón a madurar emocionalmente. te os enseña que no se trata de dejar de esperar cosas buenas, sino de aprender a esperar lo posible ni lo perfecto ni algo sin cicatrices, lo real, lo humano, nos enseña ver las cosas como son no como que demos que sean. Nos obliga a soltar ilusiones imposibles, a dejar de exigir perfección. Y en ese aprendizaje encontramos libertad. La libertad de vivir sin la carga de ilusiones imposibles, de crear vínculos más honestos con miles de imperfecciones. Aprender de la decepción nos da la libertad de seguir esperando cosas lindas de la vida. Pero esta vez con los pies bien plantados en la realidad. No nos olvidemos que la verdadera pregunta no es cómo no sentir decepción, eso es imposible. La verdadera pregunta es cómo elegir seguir adelante después del golpe de la decepción. Te vas a quedar atrapado en la amargura esperando que los demás cumplan con tus expectativas o te vas a animar a ajustar la mirada, a soltar las ilusiones imposibles, y aceptar que lo imperfecto también puede ser suficiente. Un episodio de Podcast puede ser el primer paso para explorarnos. Pero si queréis ir más profundo, te quiero invitar a ser parte del club de bienestar de Psyma Máliti.

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