Y a los que se conectan de otra parte del mundo, gracias por estar firme como tal hondioso.

Gracias a estas leglesias desde Ana Gencalifornia, desde el avío Amiento,

en la calle Produejo de firme como tal hondioso, el escuadrón de búsqueda en combate contra las filas invasoras.

¡Firme, muy bien!

Hay sus sesos en mi vida que de adolescentes se me desdibujaron, pasa con la edad.

Hay cosas que uno se empieza a olvidar.

Y recuerdos que quedaron grabados porque tienen que ver cómo nos sentimos, más que lo que hemos vivido.

Y a veces son recuerdos de los recuerdos, ¿no?

Uno no sabe si lo vivió o le pareció lo que está recordando.

Por eso se va antes dibujando, no se sonrían algunos jovencitos porque ya vas a llegar a mi edad y te va a pasar.

Pero recuerdo lo que pasó en aquel frío invierno de 1982, hace mucho tiempo,

porque yo había comenzado la escuela primaria los cinco años,

debido a que me amaba muy enferma de cáncer, no tenía quien me cuide,

sin pasar por el jardín de infante o el Kinder, directamente me mandaron a el primer grado.

Así que llegué al séptimo grado de la escuela primaria y eran siete años en ese entonces con 11 años y medio.

Igrecía los 11 años y medio y ningún colegio secundario me permitió ingresar hasta que no cumpliera mínimamente los 12 o los 13.

Entonces, como yo cumple los años a mitad de año, el colegio al que habíamos aplicado no me permitió ingresar por mi edad.

Así que me quedó un año en casa esperando crecer.

Es lo malindo que te puede pasar dado el esente. ¿Y qué haces este año crecer?

Tener un año más. Pero una mayoría de mis compañeros de la escuela primaria,

que ya sí tenían 13 años, eran más grandes que yo, si pudieron ir a ese colegio, que era muy famoso,

por lo menos estaba cerca de nuestro colegio primario, era el colegio Werner von Simmons,

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