En algún momento de nuestra vida considero que todos hemos querido ser alguien que no somos en verdad.

Ya sea por admiración o por satisfacer las expectativas.

Creo que en esos momentos dudamos, negamos nuestra identidad, dejamos en un cacón todo aquello,

con lo que fuimos equipados desde chamacitos.

Pero lo más fuerte de todo esto es que se vivimos como una lebreige, o sea, que tomamos

identidades o personalidades a zones de otras personas de una celebridad, de un primo,

te vas a convertir en un fantochis y identidad.

¿A qué voy con esto?

Si sigue haciendo esto, vas a perder toda tu frescura,

tu locura. Estás a tiempo de escapar de esta domesticación de la vida. Si te han controlado

la raresas, es hora de traer de vuelta a ese loco que te dijeron que por nada del mundo tendrías que

ser. Todos en esta vida tenemos un lado disruptivo, rebelde, salvaje, contracultural, hasta trastocado.

Pero si tú se cultaste al tuyo debajo de tus frustraciones a un lado de las críticas que nos silenciaron

y detrás de tu pretensión de normalidad tienes que recordar que quizás

ese es el loco al que tienes cautivo que te podría llevar a cambiar el mundo si tan solo lo volvieras a liberar.

Coño, lo tienes he cuestrado aquí arrumbado, abandonado.

Le creíste a los que no pudieron conseguirlo y se aseguraron que tú tampoco lo hicieras.

Te nublaron la vista con sus miedos, con sus fracasos.

Y tan pronto te llamaron tonto, romántico, fantasioso. Eres un sueñador Daniel, inuso, empezaste a dudar de ti.

Pienes escuchaste las críticas de esos que no estaban dispuestos a ser nada por sí mismos.

Pues te dejaste convencer, te refugiaste en el sotano de la vida.

Pues que es ahora cuando este mundo necesita más soñadores, porque abundan los realistas.

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