Hay una frase que yo suelo repetir con frecuencia y es que tenemos que aprender a ver a Dios, a ver a Jesús, con ojos nuevos.

Cuando me refiero a ojos nuevos, estoy hablando de quitar los filtros religiosos, los sistemas de creencia seredados y aquellos sergos que a veces hacen que veamos a Dios a través de preconceptos.

Hay mucha gente que incluso llega aquí con preconceptos, diciendo seguramente esto va a ser como aquella congregación que conocí, como esos que vean la tele, seguramente van a hablar de solo de dinero, etcétera.

Hay un montón de preconceptos o prejuicios que son filtros sergos que no nos dejan ver lo que realmente deberíamos ver.

Y si uno no desinstala esas tradiciones, vas a acabar todo lo que hagamos y todo lo que pensamos, porque es un filtro insisto, pero eso uno tiene que no solo ver a Dios sino que leer la Biblia con ojos nuevos.

Yo he oído a muchos soradores que relatan la Biblia como si sus historias estuvieran inpolutas y higiénicas, cena de perfección, de victoria.

Pero este libro siempre trata de personas reales con problemas reales que experimentaron traumas reales y están crudamente reflejadas aquí.

Esto es prosa o poesía descarnada de lo que realmente ocurría. Son historias de fracasos, aquí hay historia de violencia, hay historia de sexo descontrolado, de poligámias, de borracheras, de asesinatos, insesto.

Hay una cantidad de cosas que a veces no queremos mencionar porque solemos pensar por prejuicio insisto que al mencionarlas necesariamente las estamos validando.

Y yo no estuve desvalorizando la Biblia por el contrario, yo la estoy acreditando porque si vemos todas las historias sin la higiene y la asepsia religiosa que a veces le hacemos nos damos cuenta de los reales que son.

Y estas historias están aquí todas estas historias porque también son tú y mí historias, son nuestra historia.

Muchos estamos cansados de oír la Biblia desinfectada de todos aquellos que no podemos explicar o que se haga de este libro un manual de motivación, de agarrar las frases más bonitas, hacerlas repetir.

Y pensamos que esto funciona como las galletitas de panda a ver que me toca o como si fuera una suerte de horoscopo de vino.

Pero la Biblia está escrita con historias crudas, con historias reales y las historias de vida estrelizadas e impolutas sólo caben en libros religiosos inventados para controlar a la gente.

Y eso puede funcionar muy bien para el corán, para el libro del mormon, pero no para el cristianismo.

Y yo quiero contarte una de esas historias crudas de las tantas que hay aquí, tal como aparecen las escrituras sin agregar, ni quitar a la crónica que aparece allí.

Aquí esa mañana pudo haber sido una de las tantas en la rutina habitual del palacio de Jerusalén.

El niño se despierta en su cuna real, porque es el principio, le cambian sus pañales reales, le ofrecen su viverón real con su leche real.

La primera vez que este niño de la historia aparece tiene apenas, se presume cinco años, hijo del príncipe inieto del rey.

Tiene todos los privilegios que puede tener un principio que jamás soñaría tener un simple cortesano, pero él es el rey o el futuro rey.

Pero esta mañana la crónica dice que algo interrumpe el desayuno real de nuestro futuro rey, una tragedia, un infortunio inesperado.

De manera repentina, el palacio se transforma en caos, aparentemente llega un mensajero con una mala nueva, con una mala noticia y después ocurre lo impredecible,

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