¡Vamos!

Estamos listos, día en comigo, estoy listo.

¡No, no, no! ¡Dígame fuerte! ¡Estoy listo!

¡Dígame fuerte para lo que Dios va a hablarme!

¡¿A qué lindo? Y en casa también. Muy bien.

Hace ya varios años, cuando era un incipiente,

yo era un incipiente y embrionario, predicador,

recién estaba comenzando, me invitaron a un imponente congreso

del liderazgo, por aquel entonces sólo tenía cinco mensajes

que yo iba alternando según el país al cual me invitaban,

siempre eran los mismos cinco, porque cuando ese banjelista

y recorres muchas naciones no necesitas tener muchos mensajes,

tienes cuatro o cinco que funcionan y los vas cambiando

o vas anotando, esto yo acá lo predique para no repetir,

pero siempre eran cuatro o cinco, yo no tenía más de eso

y yo sentía para que el entonces quiera el predicador,

menos conocido, por supuesto el más limitado,

el más joven, el más inexperto, tenía que ser yo,

22 o 23 años, de todos los soradores que estaban ahí,

pero no era sólo una percepción personal,

yo era todo eso y en ese orden, joven, torp, inexperto

y recuerdo asistir a este congreso en particular

...