Tiento de alguna otra parte, es un río que no se le tiene.

Que la vida, mi amor, nunca se provee.

Pero ya es un río que no se le tiene la llama.

Hace muchos años, ya creo que promediando 20 tantos años,

Dios me dio un mensaje que solía predicar mucho en las congregaciones donde yo iba,

por eso le puse a este mensaje el mismo, título nada más que la agregué otra vez,

porque uno vuelve otra vez a bailar con la mafea, en más de una ocasión.

A bailar con la mafea era la proviene de las veces que los que somos un poquito viejitos

y íbamos a un lugar a bailar y entonces los lindos se llevaban a las lindas

y lo que no éramos lindo, que teníamos que salir con los remos y con esto,

hablar y hablar, lo que teníamos que salir con verbo, decía a alguien que quedó en la banca.

Ah, y Dios, era eso, no bailar.

Y entonces iba y movía la vaca a veces, decía bailas y por dentro tenía la esperanza

que te dijera no, no bailo, si regame, falta un pie.

Al cáncer me la muleta y bailamos, pero no, siempre, decía muy bueno.

Y entonces de bailar con la mafea siempre me quedó esa frase porque vuelvo a encontrarla

en la Biblia, en las Escrituras, que es el caso de un hombre de Dios que le toca esa sensación

de tener un trabajo que no le gusta, un con suje que no le gusta, un país solitario

que no le retribuye, un ministerio que no lo satisface, como verán,

no siempre la vida es color de rosa, aunque ella aparezca en el canón de las Escrituras,

como en el caso de Jacob.

Jacob es un hombre que se enamora a primera vista conforme la Escritura lo describe.

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