¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la verdad?, volvía a ver el documental que relata la vida

del estadounidense Jeffrey Lionel Drummer, conocido como el Caníbal de Milwaukee. fue un asesino en serie, que mató y desmembró a 17 hombres y niños entre 1978 y 1991, además de cometer necrofilia o si tenía sexo con los cadáveres y cannibalismo. En su departamento se encontraron 11 cadáveres desmembrados al momento de la detención. Le cortó los brazos, los amputó, se comió sus entrañas. Cualquier diccionario se queda corto para describir a un sujeto que guarda calaveras en su refrigerador y se come sus vísceras. Este monstruo red definió, volvió a definir las fronteras de la brutalidad, un niño bien,

un muchacho criado en una muy buena familia, pero este joven que se volvió un depredador,

llegó el escalón más bajo de la conducta humana y traumó hasta los propios policías forenses

que no daban crédito a lo que estaban viendo.

Pero esto no es lo que más me inquieta y lo que más me molesta. Te voy a decir lo que más me perturba de Jeffrey Dammert. No es su inquietante caso judicial cuando la televisión nacional lo mostró horas y horas en la corte sereno, equánime, impávido, inmóvil que por cierto no mostró en una sola señal de remordimiento ni siquiera un indicio de pesar. Le dieron 16 cadenas perpetuas, prisión vitalice obviamente, sin ninguna posibilidad de libertad bajo palabra y aún así, cuando vemos lo que hizo en nada más te lo estoy contando, si no ve el documental es espeluznante Aún así no suena una sentencia lo suficientemente justa, para un chacal de este calibre, especialmente, hagamos de cuenta que uno de nuestros familiares pudo haber sido víctima del, pero déjame decirte lo que más me confundió. Lo que más me inquietó no fue su manera de vivir, su manera de asesinar, que por cierto es muy sordida. Lo que más me inquietó fue su conversión a Cristo. Més es después de estar preso, él tiene una conversión un cambio. Poco tiempo después otro preso lo asesinaría así terminó su vida, pero antes, Sefrir Dammert aceptó al señor como su suficiente Salvador. Te dirán, no, estaría simulando, él dijo que estaba muy arrepentido, dijo que había puesto su fe en Cristo, que lo habría conocido antes, y eso había salvado la vida de las víctimas, se bautizó, empezó su vida de nuevo, comenzó a leer la Biblia, a asistir a los servicios cristianos, dentro de la prisión, recibió el bautismo del Espíritu Santo, los que lo pastoría van de Sian que estaba completa y absolutamente converso, lleno del Señor, cambió su mirada, cambió su manera de ser.

O sea, en resumen, el hombre estaba condenado por la justicia humana, por la sociedad, pero en teoría ahora estaba el limpio de pecados, con su pasado totalmente olvidado para Dios. Y ahí cuando razonamos, y a mí me inquietaba, yo decía, la gracia alcanza para perdonar a un caníbal, a un asesino cereal, a un violador. No sé si alguna vez te sentiste incómodo con esa sensación de que a último momento escuchamos que se convirtió un abusador a o alguien que ultrajoníneos. Como que uno dice, no, no, no. Porque ultrajoníneos le cambió la vida tal como la conocía a niños, a pequeñas,

a pequeños, pero a veces una escucha se convirtió al señor, se entregó a Cristo,

porque no solo en esos casos se los sentencia en los tribunales, sino que los sentenciamos

también en nuestros corazones. Los ponemos tras las rejas y le echamos candado a las puertas

y decimos yo no voy a perdonar eso y quedan prisioneros de nuestro asco para siempre. Y de repente ocurre lo imposible, se repienten. Y seamos muy sincero, porque me están mirando como... Seamos muy sincero. ¿Cuál es nuestra primera reacción? Nuestro acto reflejo es decir, ah, si, cómo no. Dios no lo va a dejar empastan fácilmente, ¿no es así? No todo se arregla con un perdón. Desmembró montón de niños, abusó de ellos. Dios es bueno, pero tampoco es estúpido. La gracias para pecadores comunes y corrientes como nosotros, que nos pasamos un stop, pasamos un semana, fueron rojos, escapamos de la migra, pero...

Pero la gracia no es para los pervertidos,

la gracia no es para los pervertidos.

Y para probar nuestra teoría que hacemos,

acudimos a la lista del apóstol Pablo en Romanos 1.

Yo digo siempre que a muchos nos encaja más

lo que dice Pablo, que lo que dijo el

señor y no estoy desacreditando a Pablo, lo que digo es que inmediatamente nos vamos a las cartas de Pablo, cuando dice, por ejemplo, la ira de Dios, se revela contra el cielo, contra la inmoralidad sexual, contra la perversión, contra el egoísmo, contra el odio, contra los los contra los homicidios, entonces uno lee eso y se si, así se habla Pablo, así se hace,

ya era hora de que alguien hablar del pecado en esta iglesia. Eso se merecen los hijos del diablo. Uno le agarra esa sed de justicia, ¿no? Apóstatas, que ardan en el infierno. Gloria dios. Argentinos. Pero antes que hagamos una fiesta de celebración por aquellos que se van al infierno, Pablo agrega algo más, él dice, ¿pero quién quiera que sea tú? ¿Qué jugas? Pues en lo que jugas a otro te condenas a ti mismo. Automáticamente cuando jugas a otro sea un pervertido sexual, o sea alguien, um simple caco que se robou, algo de la tienda. Cuando tu condenas, tu te juzgas, porque estás haciendo lo mismo, estás al mismo nivel de aquellos que condenas. Separlos muy directo con los moralistas que juzgan. Aquestos que señalan a los demás con su dedo santo. Por eso

hizo quien quiera, quien quiera que seas, tú que juzgas. No hay distinción, no dice bueno, si eres un pastor podría juzgar, si tienes años de cristiano podría juzgar, dice quien quiera. O sea, le está hablando a cualquiera que filtra la gracia de Dios por la red de su propio opinión, cualualquiera que diluye con su prejuicio la misericordia de Dios puede ser el hermano mayor de dijo pródigo que no quería asistir a la fiesta, el obrero que trabajó diez horas, molesto porque el que trabajó una hora ganó lo mismo en que él podría ser el que anda en busca de faltas ajenas obsesionados los los pecados de su hermano pero ciego para los propios, entonces Pablo nos hace un severo recordatorio y dice si jugas a otro. No es nuestra atribución hacer repiquetear el martillo del juez, aunque uno le deazgo, aunque uno diga pero no puede ser eso, exaserma lo pe peor de mí. Yo estoy de acuerdo. Hay pecados o hay perversiones que no las podemos ni mirar por televisión. No logramos entender el abuso de un niño. No logramos entender el abandono de niños, el golpear a los viejos. En Argentina se estilan mucho ahora los asaltos a través de lo que se llama motoqueiros, pasan motos, motociclistas, al lado de abuelos y los golpean, los dejan casi muertos para robarles, lo poco que llevan, no hay nada para robarles. Entonces hay un debate de que antiguamente los ladrones tenían códigos. Me das lo que tienes, no te lastima, ahora sale en drogados, al lastimar, a matar, hace poco un amigo le dieron dos disparos, uno en la pierna, otro en el abdomen, y le decía mi amigo, pero si yo te estoy dando la moto, ¿por qué me vas a disparar? Si te lo estoy dando, pero por dispararle. Cuando uno ve eso exaserva lo peor de nosotros, y decimos, no merece que se entrega Cristo. Ahora, una cosa es tener esa opinión. Otra muy distinta es pronunciar un berevicto. Una cosa tener una convicción y decimos yo no negocio, mis convicciones. Y otra es declarar culpable a la persona y desearle que se pudra en el infierno. Una cosa sentirasco por las acciones, por ejemplo, de Jeffrey Dumber y otra totalmente diferente es afirmar que somos diferentes o superiores a él, que delante de Dios no los somos, voy a avanzar en eso antes que metieran piedras o afirmar que alguien así está más allá de la gracia de Dios. Entonces, nuestra tarea es detestar el pecado, tenerle a escuelpecado, la t tarea de Dios es lidiar con el pecador y Dios nos llamo a borrecer el mal, pero jamás nos ha llamado a despreciar al malo o a que condenemos al malo, esa es la gran diferencia, le tenemos a escuelpecado, eso está sale bien, eso es bueno, saludable, pero tenerle a escuelpecador, esa es la línea que no podemos cruzar. Ahora, convengamos que con Denar es un placer que ha sido bonista, no se encanta, a los hispanos nos quitan el chisme y nos quitan la bandera. Hay acaso algo más sabroso que jugar a otros y chismiar del otro, mira, nadie me dice a men, pero yo sé que no hay nada más sabroso. Viste lo que pasó? ¡Mmm, te cuento! Es el lindo. Y si uno lo cuenta pone lo hido, así para detiráme la basura, acá contáme, contáme. Nada nos satifase tanto como ponerlos la toga, subir al estrado, Des el martillo, decir, sea cortés, han de con cuidado, educase lo más que pueda, respete para que los respeten, que a Dios nos ampare, caso cerra, nos encanta. Condenar es una droga, es un estimulante alego condenar. Y cada vez que nos enteramos de que alguien cayó en un pecado escandaloso, por ejemplo, sentimos que comparado con ellos, nos somos tan pecadores. Pero justamente ese es el meollo del asunto. Entonces, el punto chato diría el apóstol cantinflas. Dios nunca nos compara con los peores. Dios, jamás nos compara con la gente más mala y dice bueno, a ver, este chimoso pero bueno no es drámer tampoco que se comía la gente. Dios no nos compara ni con Pablo Escobar ni con Hitler ni con Maduro al capone John Dillingard o Osabah Bin Laden. Dios nos compara con él mismo. Dios nos compara con él y Pablo argumenta en Romano 3-12 comparados con él, no hay quien haga lo bueno. La comparación es con el señor, me siguen siendo. Ahora, de hecho el propio Jesús dijo en Mateo 5-48, se pueden vosotros perfectos, como vuestro padre que están los cielos, es perfecto. Entonces, ninguno de nosotros puede satisfacer la norma de Dios. Nadie, ergo, ninguno merece ponerse la toga y subir al estrado, nadie, ninguno. Lo que sucede es que mientras que yo piense y chismé de tus debilidades, no tengo que pensar en las mías. Esa es la estrategia universal de la impunidad, incluso la usa nuestros niños, los que tenemos niños sabemos que siempre y lo hemos usado nosotros cuando niños y lo lo conseguir que papá se enfade más contra mi hermano que contra mí me va a querer más a mí., de ahí sale... ¡Bilele, bilele! ¡Bilele! Y ahí sale eso. Por lo tanto, acuso y comparo. Y antes de admitir mis faltas, busco faltas en otros, eso es fascinante. Porque ver las faltas en otro es fácil. Eso es como la moda que uno siempre ve el otro como estaba vestido y uno nunca se ve.

Pide que hay gente que tiene punto ciego que uno dice no tienes alguien que le diga, mirá. No. Mi mamá era así, mi mamá miraba a televisión y decía, ¡Ay, qué viejo que está ese actor! Ella no se podía ver vieja. ¿Qué le pasó a Clini? Nada, le pasó, mamá, tiene 93 años. No, para mí que se droga. Pero mamá, pues también está vieja. No, yo no me veo así. Ella no sé, como era actriz mi mamá, era muy coqueta, muy piqui, yo no sé a quién salí, pero mi mamá así. Mi mamá, mi mamá, mi mamá, te muerta que se encija. Y iba a los vital internadas con un infarto y lo que se iba a maquillando la vieja. Es increíble. Pero mi mamá siempre decía, ¡Ay, qué le pasó ese hombre! Mira a esta mujer, así era ella. Entonces, quiero que nosotros habéis entendido eso con las debilidades ajenas. Mira, porque la manera más fácil de justificar los errores de mi casa es encontrar peores errores en la casa de mi prójimo, siempre. Pero esas patrañas y esos embustes no resultan para Dios, porque no somos los bastantes buinos nios, ni íntegros, ni impolutos para jugar a nadie. Puede el enfermo burlarse del doliente, no, puede el ciego jugar al sordo, puede el pecador condenar al pecador, no podemos. Solo uno puede jugar y ese uno no es que no está predicando, ni ninguno de los que ahora están oyendo el mensaje, solo hay uno que puede juzgar y ese uno no es que no está predicando ni ninguno de los que ahora están oyendo el mensaje, solo hay uno que puede juzgar, solo hay uno que está impoluto y puede decir eso es pecado de nosotros no podemos, como dice alguien cuando señalamos, hay tres dedos que nos señalan nosotros, Pero en esto de ponernos en jueces encima tiene otro agravante.

No solo somos indignos, sino incompetentes en la causa. Cuando un juez se declara incompetente en la causa, significa que no tiene las suficientes pruebas para condenar. De allí, que hay jueces que se retiran de una causa judicial. Se le llama incompetencia en la causa. No tiene la suficiente prueba ni para condenar, a veces lo fiscales también pueden considerarse incompetentes. Y nosotros también los somos, porque nunca sabemos lo suficiente acerca de la persona que estamos jugando, nunca como para tener el derecho a condenar. Capas que condenamos a un hombre por tropesar esta mañana, pero no vimos los golpes que recibió ayer,

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