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Relatos de la Noche

Las Brujas del Barranco (y otras historias de taxistas, veladores y duendes)

Relatos de la Noche

Sonoro

Drama, Fiction

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🗓️ 11 November 2025

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Summary

En esta noche de Relatos de la Noche, reunimos cuatro historias que nos recuerdan que el miedo puede aparecer en los lugares más cotidianos: en un puente desierto, en los cerros de un rancho, en una calle perdida o en el silencio de un taller.

Desde Ensenada hasta Oaxaca, pasando por Zacatecas y Durango, conoceremos los testimonios de quienes se atrevieron a mirar lo que otros prefieren ignorar. Relatos sobre presencias que regresan con la lluvia, seres que habitan bajo la tierra, brujas que aún caminan entre nosotros y guardianes que enfrentan al mal con más valor del que cualquiera imaginaría.

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Cuando llegĂł la grĂşa me encontraron todavĂ­a bien asustado y me entes aseguraban mi carro, uno de los chicos se acercĂł y me dijo, usted tuvo suerte, en esa parte ya van tres chĂłferes que se desbarranca en aldar la vuelta, dicen que ahĂ­ se reĂşnen las rugas, donde y que se llena capilla vieja que se quema.

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Mó y vena a snuch... las brujas, donde antes había una capilla vieja que saquemó. Muy buenas noches comunidad, gracias por dejarnos llegar a ustedes con las siguientes historias y gracias por ser parte de la mejor comunidad de internet. Hoy hay una selección muy variada que va desde espíritus hasta brujas, tuendes, seres elementales que no logramos comprender. Hoy hay historias de veladores y taxistas también. Lo único que tienen en común es el miedo, el terror y que seguramente, aunque tú no creas, aunque prefieras permanecer en la tranquilidad del Ecepticismo. Allarguen muy cerca, muy muy cerca, con una historia no tan lejana de lo que quise contará. Timitamos a poner atención a tu alrededor, no solo por las historias que hay gente dispuesta a contar, sino porque si escuchas bien en la noche, quizás alcances a percibir algo, algo que siempre estuvo ahí, pero que no quería escuchar. Quizás se astuva el siguiente protagonista de relatos. Ver a noche. Buenas noches a todos, me llamó Ricardo y soy originario de ensenada Baja California. Lo que voy a contar

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les me pasó hace poco más yo un año, en una de esas noches que nunca se te olvidan por

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meas que lo intentes, y crean que lo he intentado. Al mejor contar lo aquí es un paso más

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en esa direcciĂłn, y si no lo olvido, al menos en algĂşn momento quiero ya no sentir el

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mismo miedo. Trabajen un restaurante que abrieron apenas el año pasado sobre la avenida Dolpholo Pesmateos. Hay impleno centro, donde está todo el turístico. Los bares, las tiendas, los cafés, todos esos lugares que filiano los fines de semana con gente de Tijuana de San Diego. Era nuestra primera semana abierta, y nos ha beido sorprendentemente bien, así que el El duño quisiera organizar un convívio después del turno. Cerramos local, sacamos unas cervezas y nos quedamos platicando esta tarde, hablando de lo bien que pintaba todo. Cuando me di cuenta,yeran que hace las tres de la mañana. Yo vivo más al sur de ahí, como a media hora caminando y normalmente tomo taxi, pero esa noche había gastado lo poco que traía. Pense que no pasaba nada, que podía caminar tranquilo. El Senada no es una ciudad peligrosa si sabes por dónde guirte. Además, la noche estaba fresca, y acababan de pasar unos días de lluvia. De esas que limpen el aire y dejan elahimento con ese brillor raro bajo las lámparas.

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Caminé entonces por esa venida, lo pesmateos, vacándose a la zona menos transitada y cuando llegué al puente sobre el rollo, fue cuando escuché sonido del agua. A principios no le de importancia, pensé que era la corriente fuerte normal por lucia de lluvia, pero conforme no se acaba el puente, me di cuenta de que se escuchaba algo más que eso. El canal que cruces a parte de la ciudad, que el mayoría de las veces está casi seco, llevaba una muy buena corriente, fuerte, muy fuerte. No lo recordaba así, nunca. El ruido del agua agua era tan fuerte que tapaba el poco sonido que quedaba a lo lejos. Me abullé en la varantilla y me asomé. El reflejo de las luces amarillas se los poste se rompía sobre la corriente. Formaba reflejos en el agua que parecía moverse con vida propia. Se veía bonito. Si mi teléfono no hubiera tenido el 2% de pila quizás se estuviera tomado en foto. Pero justo con Dios seguirme camino, algo se movió allá abajo. Pensé que era un costal, una bolsa de basura o algún tronco arrastrado desilmar pero el bulto se enteresó y entonces solo entendí, no era basura, era algo, alguien, una figura del gada alta, con el cabello negro y largo pegado en la cara, os habría decir si era un hombre mujer, pero su silueta era demasiado clara, incluso con la poca luz. Y lo que meló la sangre fue que iba en dirección contraria a la corriente. El agua se movía hacia el mar, por supuesto, pero esa cosa avanzaba hacia el interior, como si nada pudiera detenerla. Me quedé paralizado en instante, y en ese segundo pasaron por mi cabeza mil cosas, Intente busé buscarle una explicación lógica, tal vez una persona drogada o alguien que se va metido a nadar pero cuando levantó la cabeza para verme, aisupé que no era humana, tenía el rostro completamente deformado, con los ojos donde debería estar la boca, la boca arriba abierta, como si se estirarás del límite de la piel. De esa apertura hasta le una lengua larga, grisace a que se movía lentamente, y cuerpo parecía flotar más que caminar, y sus brazos egiptaban en el agua como si buscara algo. Retroce llito pensando con la vanqueta y en ese momento la figura empezó a moverse más rápido. No escucha pasos ni chapoteos, pero sentí su presencia cercándose. Lo sentí porque empezó a faltar el aire, porque sentía que me era más difícil respirar. Salí corriendo del puente sin mirar atrás. Currí esto a llegar una venida más grande donde todavía había algunos táxices estacionados. Uno de los choferes, un señor grande, me dio hoy se bajó de inmediato al verme tan pálido. Me preguntó que me hagas pasado, si me habían as saltado o algo así, y le conté apenas lo que

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alcancia de decir todavía temblando, recuperando el aire, le dije que vea visto algo de abajo del puente, el taxista me escuchó con calma sin interrumpirme, y cuando terminé me dijo no eres el primero que ve algo ahí, cuando el canal se llena el mar de

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vuelve algo de lo que se llevó. No supe que responderle, me ofrecio un cigarro, dijo que me sentar un momento en el taxi y espero hasta que me calme, luego insisto en llevarme a mi casa y no quiso cobrarme. Yo ni siquiera fumo, pero esa noche sola se ppte y me sirvió, armenos para tomar un momento para recuperarme. Por aquel ensenada no llueve mucho, pero esos pocas veces que nos cae la lluvia, evito pasar por ese cuente. Me da mucho miedo cuando lleva corriente fuerte el arroyo, siento que si alguna vez vuelvo a ver esa cosa, será en una noche así, siempre que paso por ahí porque tengo que pasar, en carro o de día, cuando me siento seguro, me entra en necesidad de migrar hacia abajo, en lo que pienso es lo que me dijo el taxista, que por cierto ya no volto a ver, que el mar devuelve lo que nunca debió salir de él. Ola Uriel, te escribo desde Zacatecas, y esto que te voy a contar ocurrió así a varios años, cuando todavía vivía con mis abuelos,

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en un rancho pequeño les afuera de municipios de Betagrande. En la casa estaba el pie de un cerro, en una zona donde bunda las minas abondonadas, los túneles que quedaron de los años de lo geminero. Desde chica mi abuela decía que en esas cuevas y bien, los pequeños, los que se no que ensinó andamolestando su territorio. Yo me reía, claro, pensaba que soluran historias

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para que no nojan si no andan molestando su territorio. Yo me reĂ­a, claro, pensaba que solo eran historias para que no han duviera solo en los herros, para que no me alejara de la casa. Pero una tarde de marzo me dejaron sola, y abuelo habĂ­a bajado al pueblo y mi abuelo estaba en misa. No la de domingo, las que no obligaban a. Una de esas entre semanas a donde solo van las abuelitas.

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El sol ya se estaba metiendo y me puse a barrar el patio de tierra. El aire era frĂ­o,

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de vez que levanta polvita se volverá a barrar. De todas formas, si mi abuela no veía regresar

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que al menos lo había intentado, me iba a recañar, así que hayse aquí. Fue entonces cuando empecé a escuchar unos golpes y tosecos, metálicos, como si alguien estuviera martillando este abajo del suelo. Pensé que podía ser una máquina

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de oliejos pero el sonido era muy ritmicoy, casi como si alguien trabajara justo bajo mis pies. Me agaché a escuchar mejor y juraría que vinían de la parte donde alguna vez hubo una especie de el poso tapado con piedras grandes, mediocre curiosidad pero también algo de miedo, así que

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regresé a la casa. vinían de la parte donde alguna vez hubo una especie de posto tapado con piedras grandes.

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Me dio curiosidad pero también algo de miedo, así que regresé a la casis a la puerta.

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Tosó como media hora y mientras calentaba café en estufa escucho otro ruido.

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Esta vez era un silvido muy fino, repetitivo, como el canto de un pájaro.

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Pero no era un pájaro, era una melodía corta, torpe, como se alguien tratara de

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y no supiera como seguirla.

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Cuando miere por la ventana y vía al comoviendo entre los mezquites, eran tres siguras pequeñas del tamaño de un niño, pero con las piernas torcidas y los brazos largos. Sus dosos eran borrosos, el escuro que se veía borrosos, y aunque estaban lejos sentí que me estaban viendo. Uno de ellos sostenía algo que frillaba, como una piedra o un pedazo de metal. Y entonces lo escuché, el mismo silvido, ahora más cerca. La pagué la estufima que de quieta, las figuras comenzaron a caminar hacia la casa. Lentas, torcidas, casi arrastrando los pies. Se retodó las ventanas y me escondí detrás de la mesa y por un momento creí que se habían ido. Y lo después se escuchó un golpe seco en la puerta.

...

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