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🗓️ 11 November 2025
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En esta noche de Relatos de la Noche, reunimos cuatro historias que nos recuerdan que el miedo puede aparecer en los lugares más cotidianos: en un puente desierto, en los cerros de un rancho, en una calle perdida o en el silencio de un taller.
Desde Ensenada hasta Oaxaca, pasando por Zacatecas y Durango, conoceremos los testimonios de quienes se atrevieron a mirar lo que otros prefieren ignorar. Relatos sobre presencias que regresan con la lluvia, seres que habitan bajo la tierra, brujas que aún caminan entre nosotros y guardianes que enfrentan al mal con más valor del que cualquiera imaginaría.
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| 0:00.0 | Cuando llegĂł la grĂşa me encontraron todavĂa bien asustado y me entes aseguraban mi carro, uno de los chicos se acercĂł y me dijo, usted tuvo suerte, en esa parte ya van tres chĂłferes que se desbarranca en aldar la vuelta, dicen que ahĂ se reĂşnen las rugas, donde y que se llena capilla vieja que se quema. |
| 0:28.8 | MĂł y vena a snuch... las brujas, donde antes habĂa una capilla vieja que saquemĂł. Muy buenas noches comunidad, gracias por dejarnos llegar a ustedes con las siguientes historias y gracias por ser parte de la mejor comunidad de internet. Hoy hay una selecciĂłn muy variada que va desde espĂritus hasta brujas, tuendes, seres elementales que no logramos comprender. Hoy hay historias de veladores y taxistas tambiĂ©n. Lo Ăşnico que tienen en comĂşn es el miedo, el terror y que seguramente, aunque tĂş no creas, aunque prefieras permanecer en la tranquilidad del Ecepticismo. Allarguen muy cerca, muy muy cerca, con una historia no tan lejana de lo que quise contará. Timitamos a poner atenciĂłn a tu alrededor, no solo por las historias que hay gente dispuesta a contar, sino porque si escuchas bien en la noche, quizás alcances a percibir algo, algo que siempre estuvo ahĂ, pero que no querĂa escuchar. Quizás se astuva el siguiente protagonista de relatos. Ver a noche. Buenas noches a todos, me llamĂł Ricardo y soy originario de ensenada Baja California. Lo que voy a contar |
| 1:45.3 | les me pasó hace poco más yo un año, en una de esas noches que nunca se te olvidan por |
| 1:49.7 | meas que lo intentes, y crean que lo he intentado. Al mejor contar lo aquà es un paso más |
| 1:55.6 | en esa direcciĂłn, y si no lo olvido, al menos en algĂşn momento quiero ya no sentir el |
| 2:00.9 | mismo miedo. Trabajen un restaurante que abrieron apenas el año pasado sobre la avenida Dolpholo Pesmateos. Hay impleno centro, donde está todo el turĂstico. Los bares, las tiendas, los cafĂ©s, todos esos lugares que filiano los fines de semana con gente de Tijuana de San Diego. Era nuestra primera semana abierta, y nos ha beido sorprendentemente bien, asĂ que el El duño quisiera organizar un convĂvio despuĂ©s del turno. Cerramos local, sacamos unas cervezas y nos quedamos platicando esta tarde, hablando de lo bien que pintaba todo. Cuando me di cuenta,yeran que hace las tres de la mañana. Yo vivo más al sur de ahĂ, como a media hora caminando y normalmente tomo taxi, pero esa noche habĂa gastado lo poco que traĂa. Pense que no pasaba nada, que podĂa caminar tranquilo. El Senada no es una ciudad peligrosa si sabes por dĂłnde guirte. Además, la noche estaba fresca, y acababan de pasar unos dĂas de lluvia. De esas que limpen el aire y dejan elahimento con ese brillor raro bajo las lámparas. |
| 4:06.1 | CaminĂ© entonces por esa venida, lo pesmateos, vacándose a la zona menos transitada y cuando lleguĂ© al puente sobre el rollo, fue cuando escuchĂ© sonido del agua. A principios no le de importancia, pensĂ© que era la corriente fuerte normal por lucia de lluvia, pero conforme no se acaba el puente, me di cuenta de que se escuchaba algo más que eso. El canal que cruces a parte de la ciudad, que el mayorĂa de las veces está casi seco, llevaba una muy buena corriente, fuerte, muy fuerte. No lo recordaba asĂ, nunca. El ruido del agua agua era tan fuerte que tapaba el poco sonido que quedaba a lo lejos. Me abullĂ© en la varantilla y me asomĂ©. El reflejo de las luces amarillas se los poste se rompĂa sobre la corriente. Formaba reflejos en el agua que parecĂa moverse con vida propia. Se veĂa bonito. Si mi telĂ©fono no hubiera tenido el 2% de pila quizás se estuviera tomado en foto. Pero justo con Dios seguirme camino, algo se moviĂł allá abajo. PensĂ© que era un costal, una bolsa de basura o algĂşn tronco arrastrado desilmar pero el bulto se enteresĂł y entonces solo entendĂ, no era basura, era algo, alguien, una figura del gada alta, con el cabello negro y largo pegado en la cara, os habrĂa decir si era un hombre mujer, pero su silueta era demasiado clara, incluso con la poca luz. Y lo que melĂł la sangre fue que iba en direcciĂłn contraria a la corriente. El agua se movĂa hacia el mar, por supuesto, pero esa cosa avanzaba hacia el interior, como si nada pudiera detenerla. Me quedĂ© paralizado en instante, y en ese segundo pasaron por mi cabeza mil cosas, Intente busĂ© buscarle una explicaciĂłn lĂłgica, tal vez una persona drogada o alguien que se va metido a nadar pero cuando levantĂł la cabeza para verme, aisupĂ© que no era humana, tenĂa el rostro completamente deformado, con los ojos donde deberĂa estar la boca, la boca arriba abierta, como si se estirarás del lĂmite de la piel. De esa apertura hasta le una lengua larga, grisace a que se movĂa lentamente, y cuerpo parecĂa flotar más que caminar, y sus brazos egiptaban en el agua como si buscara algo. Retroce llito pensando con la vanqueta y en ese momento la figura empezĂł a moverse más rápido. No escucha pasos ni chapoteos, pero sentĂ su presencia cercándose. Lo sentĂ porque empezĂł a faltar el aire, porque sentĂa que me era más difĂcil respirar. SalĂ corriendo del puente sin mirar atrás. CurrĂ esto a llegar una venida más grande donde todavĂa habĂa algunos táxices estacionados. Uno de los choferes, un señor grande, me dio hoy se bajĂł de inmediato al verme tan pálido. Me preguntĂł que me hagas pasado, si me habĂan as saltado o algo asĂ, y le contĂ© apenas lo que |
| 6:28.3 | alcancia de decir todavĂa temblando, recuperando el aire, le dije que vea visto algo de abajo del puente, el taxista me escuchĂł con calma sin interrumpirme, y cuando terminĂ© me dijo no eres el primero que ve algo ahĂ, cuando el canal se llena el mar de |
| 6:48.6 | vuelve algo de lo que se llevĂł. No supe que responderle, me ofrecio un cigarro, dijo que me sentar un momento en el taxi y espero hasta que me calme, luego insisto en llevarme a mi casa y no quiso cobrarme. Yo ni siquiera fumo, pero esa noche sola se ppte y me sirviĂł, armenos para tomar un momento para recuperarme. Por aquel ensenada no llueve mucho, pero esos pocas veces que nos cae la lluvia, evito pasar por ese cuente. Me da mucho miedo cuando lleva corriente fuerte el arroyo, siento que si alguna vez vuelvo a ver esa cosa, será en una noche asĂ, siempre que paso por ahĂ porque tengo que pasar, en carro o de dĂa, cuando me siento seguro, me entra en necesidad de migrar hacia abajo, en lo que pienso es lo que me dijo el taxista, que por cierto ya no volto a ver, que el mar devuelve lo que nunca debiĂł salir de Ă©l. Ola Uriel, te escribo desde Zacatecas, y esto que te voy a contar ocurriĂł asĂ a varios años, cuando todavĂa vivĂa con mis abuelos, |
| 8:05.5 | en un rancho pequeño les afuera de municipios de Betagrande. En la casa estaba el pie de un cerro, en una zona donde bunda las minas abondonadas, los tĂşneles que quedaron de los años de lo geminero. Desde chica mi abuela decĂa que en esas cuevas y bien, los pequeños, los que se no que ensinĂł andamolestando su territorio. Yo me reĂa, claro, pensaba que soluran historias |
| 8:29.3 | para que no nojan si no andan molestando su territorio. Yo me reĂa, claro, pensaba que solo eran historias para que no han duviera solo en los herros, para que no me alejara de la casa. Pero una tarde de marzo me dejaron sola, y abuelo habĂa bajado al pueblo y mi abuelo estaba en misa. No la de domingo, las que no obligaban a. Una de esas entre semanas a donde solo van las abuelitas. |
| 8:47.0 | El sol ya se estaba metiendo y me puse a barrar el patio de tierra. El aire era frĂo, |
| 8:54.0 | de vez que levanta polvita se volverá a barrar. De todas formas, si mi abuela no veĂa regresar |
| 8:59.6 | que al menos lo habĂa intentado, me iba a recañar, asĂ que hayse aquĂ. Fue entonces cuando empecĂ© a escuchar unos golpes y tosecos, metálicos, como si alguien estuviera martillando este abajo del suelo. PensĂ© que podĂa ser una máquina |
| 9:27.2 | de oliejos pero el sonido era muy ritmicoy, casi como si alguien trabajara justo bajo mis pies. Me agachĂ© a escuchar mejor y jurarĂa que vinĂan de la parte donde alguna vez hubo una especie de el poso tapado con piedras grandes, mediocre curiosidad pero tambiĂ©n algo de miedo, asĂ que |
| 9:49.2 | regresĂ© a la casa. vinĂan de la parte donde alguna vez hubo una especie de posto tapado con piedras grandes. |
| 9:45.0 | Me dio curiosidad pero también algo de miedo, asà que regresé a la casis a la puerta. |
| 9:53.4 | Tosó como media hora y mientras calentaba café en estufa escucho otro ruido. |
| 9:58.4 | Esta vez era un silvido muy fino, repetitivo, como el canto de un pájaro. |
| 10:10.2 | Pero no era un pájaro, era una melodĂa corta, torpe, como se alguien tratara de |
| 10:15.9 | y no supiera como seguirla. |
| 10:28.9 | Cuando miere por la ventana y vĂa al comoviendo entre los mezquites, eran tres siguras pequeñas del tamaño de un niño, pero con las piernas torcidas y los brazos largos. Sus dosos eran borrosos, el escuro que se veĂa borrosos, y aunque estaban lejos sentĂ que me estaban viendo. Uno de ellos sostenĂa algo que frillaba, como una piedra o un pedazo de metal. Y entonces lo escuchĂ©, el mismo silvido, ahora más cerca. La paguĂ© la estufima que de quieta, las figuras comenzaron a caminar hacia la casa. Lentas, torcidas, casi arrastrando los pies. Se retodĂł las ventanas y me escondĂ detrás de la mesa y por un momento creĂ que se habĂan ido. Y lo despuĂ©s se escuchĂł un golpe seco en la puerta. |
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