En Argentina se habla de un hecho muy particular que alegan, que ocurrió durante el segundo mandato,

de un presidente llamado Hipólito irigogen allá por el año 1930. Algunos dicen que sólo se trata

de un mito urbano, hace poco alguien lo desmentía, pero afirman que fue una mentira inventada

tal vez por los golpistas del año 30. La cosa era que el rumor decía que el presidente irigogen

en el último tramo de su gestión estaba senil y era manipulado por su entorno. Y como el mandatario

había dado órdenes expresas que no le dieran malas noticias, sus colaboradores decidieron imprimirle

un periódico ficticio de un único ejemplar, que era el que leía, ahí el presidente sólo podía

leer buenas noticias. Y ahí lo colmaban de alagos y desde los titulares y desde las letras pequeñas

hablaban de lo extraordinaria que estaba haciendo su gestión. Sientos de periodistas subvencionados por

el Estado trabajaban todos los días para imprimir un solo periódico que cada mañana decían, se ocupaban,

se ocupaban de colocarles junto al desayuno. Obviamente aquella información no correspondía la realidad

por el contrario, el país estaba en llamas, la economía colapsaba, pero el presidente no se

da por enterado porque leía un periódico diferente al resto de la ciudadanía, de la población.

Y yo quiero dejar claro que este mensaje no es precisamente un diario dirigoyen,

porque creo que especialmente durante la pandemia muchos nos cansamos de leer diarios

dirigoyen. Nos dimos cuenta que el Evangelio necesita fundamentos más sólidos que palabras

motivacionales un domingo. Resultó que cuando llegó esta pandemia algunos no les alcanzó con

empoderarse, con repetir algunas frases de un líder, necesitaron, necesitamos y necesitaron

algo más. Jesús pronunció una parábola en Mateo 7 dice, el que oye estas palabras y las

ponen práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca, callaron lluvias,

crecieron los ríos, soplaron los vientos, asotaron aquella casa y con todo la casa no se derrumbó porque

estaba cementada sobre la roca. Entonces el hecho de edificar nuestra vida sobre esta roca no nos hace

...