Una familia de turistas está en Nueva York y llega a cenar a uno de los mejores restaurantes del mundo.

Es un sitio legante, malteles, almidonados, menú de degustación interminable y camareros que caminan como si flotaran.

Es su última noche Nueva York.

Y durante la cena, uno de los niños le comenta al camarero casi en sus urros, su único arrepentimiento es

no haber podido probar un verdadero hot dog de Nueva York.

Y lo dijo sin esperar nada, ¿eh?

Lo dijo como alguien que piensa en voz alta, pero alguien le escuchó.

Y diez minutos después, el camarero reabarece con un plato cubierto, como si fuera una delicadeza del chef, lo

destapa lentamente y dentro hay un hot dog, pero no cualquier hot dog. Un hot dog comprado

en un carrito, callejero, con todo sus toppings servido con la pomposidad y la ceremonia

y el respeto de un plato Michelin. Esa familia, esa noche no solo cenó, esa familia, esa noche vivió algo que jamás

olvidará.

Y todo, todo por un hot-dog.

Ese es solo uno de los cientos de gestos radicales que transformaron el restaurante Yleven

Madison Park, un restaurante que no tenía alma, por decirlo de alguna manera,

lo transformaron en el mejor restaurante del mundo.

Y todo empezó cuando un joven llamado Will Guidara entendió una verdad que muchos olvidamos

y es que la hospitalidad no es una extra, la hospitalidad es el negocio.

Hoy te traigo un libro diferente, no solo por lo

que enseña, sino por cómo te hace sentir. Es un libro sobre restaurantes, sí, pero si prestas

atención y vamos a darte claves que yo extraigo de ese libro si prestas atención se convierte en un

manual, un manual para crear experiencias inolvidables en cualquier negocio del mundo. El libro se ha

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