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🗓️ 21 October 2025
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En este nuevo capítulo de Octubre de Relatos, conoceremos cuatro historias donde lo cotidiano se tuerce, donde una simple noche o un camino de regreso a casa se convierten en el escenario de algo macabro.
Una mujer que presencia un fallo en la realidad durante un viaje en carretera. Un hombre que, en la frontera entre Guatemala y El Salvador, se enfrenta a la presencia más aterradora de su vida. Voces que vienen desde debajo de la tierra como una advertencia…
Hoy te presentamos testimonios reales que nos recuerdan que hay advertencias que no siempre llegan a tiempo, y presencias que no distinguen entre la vida y la muerte. Apaga la luz, acomódate… y prepárate para escuchar los nuevos Relatos de la Noche.
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| 0:00.0 | La fiesta estaba llegando su fin, quedaba unos pocos personas. Lo he ya no sablo de un fantasma en esa casa que tenĂa años sin ver, y la reacciĂłn de todos fue la misma, de terror, porque habĂa sido muy claro que muchos de nosotros, sin saberlo. Esa noche lo habĂamos visto. |
| 0:27.4 | Muy buenas noches comunidades, sean bienvenidos y bienvenidas a una nueva edición de este octubre de relatos en la que como ya saben hemos intentado reunir las historias más macabras y atarradoras que nos han llegado. Es por eso que les pedimos que sean muras |
| 0:45.0 | petuosos con los relatos que vamos a contar esta noche, nunca se sabe cuando uno será el siguiente protagonista y tendrá que tomar nota de como otras personas han sobrevido a un encuentro con lo paranormal. Asà que esta es la última oportunidad para buscar otro contenido a partir de este punto no hay vuelta atrás. |
| 1:07.8 | En 10 segundos, comenzamos con este episodio de relatos de la noche. Hola comunidad, me llamo Nadia y siento que acabo de vivir un fallo en una realidad, o al menos eso creo. Estoy completamente estupefacta pero quiero que ustedes juzguen, que me ayuden a pensar que es lo que vivĂ. Vivo en un pequeño rancho donde solamente hay cuatro casas, por supuesto que todos los vecinos nos conocemos y nos llevamos bien. Estamos en medio del campo, por lo que no me sorprendiĂł que cuando regresaba de la farmacia de la ciudad más cercana me topara con un camiĂłn de carga que transportaba grano, justo delante de mi vehĂculo. Mal dije mi suerte, porque esos camiones agrĂcolas al ser tan pesados avanzan muy lento, máximo 30 kilĂłmetros por hora. Y si no oportunidad de rebasarlo por las curvas iba a tener que irme detrás de Ă©l todo el camino, asĂ que la vuelta se iba a ser larga y mi bebĂ© ya estaba esesperada por checar a dormir, no me quedĂł de otra más que ser paciente, conducir espacio, esperar. de repente vique a tro carro iba detrás de mĂ, lo reconocida en mediato. Como yo amo tanento tuve oportunidad de voltear y ver con claridad, era el carro de mis vecinos, una pareja de adultos mayores. El señor iba manejando y la señora sonlado como siempre, y pues, de modo, Ăbamos juntos en eso. Nos tocarĂa ser más tiempo del normal para poder llegar a nuestras casas. Entonces, por fin llegamos a la salida del camino de tierra que nos lleva hasta nuestro rancho. Entre hacia Ă©l, con cuidado, y mi sorpresa fue ver por el otro visor que mis vecinos se iban de largo. No entendĂa que podĂan ir a buscar hacia allá, hacia la montaña pero bueno, algĂşn asunto tendrĂa. Pero aquĂ viene el extraño comunidad, porque al llegarĂa a estacionar mi carro. Justo en frente de mi casa estaba ese vehĂculo blanco, estacionado y por la ventana pude ver a mis vecinos o los adultos mayores senando tranquilamente en su cocina pero no me confundĂ no los firmal yo los acababa de ver en la carretera ese carro con su serida de batalla con su pintura vieja y a mis vecinos, a los dos con toda claridad. |
| 3:48.0 | Sé que puede no parecer la gran cosa pero sé que no me equivoqué |
| 3:52.0 | y no puedo explicarme qué fue lo que vi. |
| 4:04.0 | Me llamo Arturo Villeda, esto me sucediĂł hace unos años en la frontera entre Guatemala y el Salvador. En ese entonces ya estaba separado de la madre de mi hija, que tenĂa un año medio. Yo vivĂa en la capital y ella se vien en la frontera, en un el dĂa que está unos kilomotros adelante de Jalpatagua, Jutyapa, el medio del RĂo Paz y el RĂo Po por blá. La comunidad se llama las pilas con mapa para hacer exacto. Esto fue un martes, justo dĂa del niño. Yo trabajaba como creente de seguridad de un centro comercial de la capital. Ese dĂa recibĂ pago, más dos bonos que me daban por básicamente mantener todo en orden y cumplir las metas. |
| 4:45.6 | Yo tenĂa contemplado ir el sábado a ver a mi hija, para estar de regreso en casa el un ese madrugado y llegar a tiempo al trabajo. AsĂ que al salir ese martes a mi turno de descanso, pase por un agujeteirĂa comprarle un muñeco de más un metro, zapatos, ropa y muchas cositas más. A partir de lleguĂ© a casa, a casa de mis papás cuando vivĂa ahĂ, saludĂ© a mi mamá y le |
| 5:07.8 | enseñé todo lo que habĂa comprado. Europa y muchas cositas más. Más tarde lleguĂ© a casa, a casa de mis papás cuando hubo mi viej, saludĂ© a mi mamá y le |
| 5:07.9 | enseñé todo lo que habĂa comprado. Le contĂ© mi plan de ir a ver a mi hija el sábado. Estaven eso cuando llegaron las vecinitas de 5 o 3 años, hija a un matrimonio en los casos recursos. Al ver esos soquitos te alegrĂa mirando los juguetes que yo he comprado, pensĂ©, y si mi hija está viendo alguien recibir juguetes ahora, si está viendo con lañoranza acto secarinho con esos mismos soquitos. |
| 5:34.0 | AhĂ fue cuando dije, no, tonterĂas esperar hasta el sábado. |
| 5:38.0 | AhĂ mismo, sino las nueve y media de la mañana, le dije a mi mamá que me hiciera algo de comer, para que estuviera listo al salir de bañarme. TenĂa que irme. 20 minutos despuĂ©s ya estaba encendiendo el carro para ir a ver a mi hija, pero para mi desgracia no arrancĂł. Claramente en ese momento eso no me iba a detener, asĂ que tome el bus que me llevarĂa a la carretera, el salvador, para esperar a otros y a jutir. miren, creo que cuando uno más apurado va, más contra tiempos se la trabiesen. DespuĂ©s se no encontrar buses y tener que irme a jalones, cargando bolsas con montĂłn de cosas. Eso de las tĂselas noche apenas estaba llegando a las pilas, colgando de un bucito todo tal y llado, pero ya, por fin. finalmente y entre la entrega de regalos y jugar un ratito con mi hija se emisieron las 12 y ahĂ fue cuando empecĂ© a pasar la difĂcil. Primero mi celular estaba sin carga, porque la huela de mi bebĂ© no me quiere y no me dejĂł conectarlo. Segundo, yo tenĂa que estar el otro dĂa a la 7 de la mañana en mi trabajo, asĂ que no podĂa quedarme a dormir. Además, no habĂa donde. Dije, pues, no modo, a caminar. AsĂ emprendĂ mi viaje para llegar a la ruta donde el primer bus pasaba la estrĂ©s de la mañana. En las afueras, la aldea habĂa una tindita abierta, compriĂł una linterna casi de juguete, de tres que sales, para iluminarme el camino, porque ahĂ no hay ni un poste de luz. CaminĂ©, caminĂ© y caminĂ©. Fue ahĂ cuando empezĂł a sentir el ambiente raro, además eran talegazos de lluvia y en cada trueno miraba sombras paradas al orilla del camino. Me les imaginaba con ojos rojos como brazas, pero un estemente lleva bien nervioso y pensĂ© que estaba imaginando cosas. Pero no podĂa detenerme ni regresar. Mi incertidumbre se calmĂł un poco cuando vi dos postos de luz alolejos. Eso querĂa decir que estaba llegando un lugar que se llama el tempisque, que a serio antes se llegara al rĂo pulula. Ya estaba medio camino. Pero alolejos, al pie de uno de los postes, habĂa una piedra grande. Siempre habĂa estado ahĂ, ya la conocĂa. Lo que no estaba antes era, la mujer, y el niño de unos cuatro años que estaban ahĂ, sentados en ella. Al principio quise convencerme de que no era nada raro, que quizás estaban esperando a alguien, pero fui perdiendo esa esperanza al pensar, ÂżquĂ© mujer estarĂa a esa hora bajo la lluvia, con su niño y en plena madrugada? Y puede que tambiĂ©n haya ayudado, un potente olora de escomposiciĂłn, que se asĂa más fuerte a cada paso que daba. ChequeĂł unos tres metros, no la vi de frente, alo macho que si quise pero no me dio la cara para hacerlo, solo la vi de reojo, los dos eran palidos, con la piel arrucada, enchada, como cuando uno pasa mucho tiempo en el agua, asĂ se miraban, estaban agachados y se les notaban las venas el cuello enchadas, prece una verdura que tenĂan del lado a lado. Les curo que de ahĂ brotaba algo, no era sangre, era un lĂquido negro y espeso, como Chapo Pote es el retido. Yo nunca he sido tan religioso, pero en ese momento me acordĂ© de todas las oraciones del catecismo. Y es que, Dios, ustedes que hubieran hecho, recĂ© y recĂ©, no para dejar de ver, sino para que me volviera la fuerza del cuerpo, porque chán y siquiera podĂamos verlo, porque cada vez me costaba más avanzar, a cada paso sentĂa que pesaba más y más y más hasta que que me di cuenta de que, sobre mis hombros, colgaban las dos piernas del niño, de esa mamás que un costal de cemento les juro, ya no podĂamos verme, y la mujer caminaba la domĂo, y empezĂł a llorar, pero de una manera horrenda, a chillar ya hacer gárcaras como si tuviera cortado el cuello por donde respiraba, y el lĂquido que le salĂa chorros no le dejar a llorar con fuerza. Y si sentĂ que me iba, sentĂ miedo, mucho. Y simplemente aceptĂ© lo que estuviera punto de pasarme. Me rendĂ al peso, no son una espalda, sino en el alma, caĂda rodillas, bien recuerdo que dije dentro de mĂ, bueno padre, si Ă©ste es mi obra, es la obra, solo por favor cuida de mi hija, y que por favorre mi cuerpo para que mi mamá no sufra tanto. |
| 10:45.0 | Y cuando dije eso, la muy meldita mujer a mi lado se empezĂł a reĂr, se empezĂł a carcajear. Yo ahĂ derrotillas con los ojos y el corazĂłn ha pretado Samil, sentĂ un aire que en la vida habĂa sentido antes, Calido ligero, como una brisa que te da en el puerto. Pero no abri los ojos, solo seguir rezando en oraciones al Miguel Arcanjel que me sea, y asĂ seguĂ como por 10 minutos, hasta que... hasta que sentĂ que me regresaban las fuerzas, una paz bien profundaunda que no tengo idea de cĂłmo explicar. |
| 11:27.0 | Se recuerdan que les dije que estaba antes llegar al rĂo por ola, que iba medio camino, pues cuando abri los ojos ya no estaba ahĂ, estaba incado pero justo donde tomaba mi bus el entrada de la aldea del coco. me han pasado años y todavĂa cuando me acuerdo me vuelve a sudar todo. Jamás supe que Caracosfi ni como pase desde ese lugar, antes del rĂo, a la estaciĂłn a donde me dirigĂa. No se lo puedo atribuir ni al guardo ni a las drogas, porque son vicios que no tengo. y aunque no sĂ© cĂłmo, si sĂ© que, y quiĂ©n, me salvĂł esa noche. Pueden dĂaurir, mi nombre se va a estampere si te saludo de Sebarsalona, Cataluña. La vivencia que quiero compartir contigo es algo que pasamos junto con mi mejor amiga, Jennifer, en el año 2021. En ese entonces aĂşn vivĂa en mi paĂs en acimiento, el Salvador. Recuerde esa historia debido al video de la macabra mujer en el árbol, y te explico por quĂ©. Verás, con mi mejor amiga tenemos la costumbre de quedarnos hasta la llegada de la madrugada fuera de nuestras casas, sobre todo los finetes de semana en los que descanzábamos el trabajo. Esto fue un viernes por la noche. Estamos como de costumbre hablando, reendo y comiendo unos exigiciosa cuando llegadas las 13 de la noche. Estamos como de costumbre hablando, reendo y comiendo unos esnáxigasiosa cuando llegadas las tres de la mañana, escuchamos un avĂłs. Te juro que con escuchĂ© el grunido que mencionas en el relato del mujer del árbol. RecordĂ© inmediatamente la voz tan grave que escuchamos aquella vez. Era una voz profunda, id dĂ©ntica la del video una voz que saliĂł del suelo y nos dijo y a mĂ y yo nos quedamos siendo mutuamente buscando de dĂłnde pudo salir aquella. Porque parecĂa venir desde unos 10 metros arriba de donde estábamos, pero con una resonancia sumamente extraña, como si viniera de ese abajo, desde la tierra. Mi amigo es muy miedosa con esos temas y le dije que se calmar, que quizás era algĂşn vecino tratando de juzgarnos una broma por la hora la que estábamos afuera, camine hacia donde escuchamos la voz, pero todo estaba en silencio, no habĂa nadie alrededor, ni una luz encendida en las casas prĂłximas. AĂşn asĂ yo sĂ© que ya con la idea de que tal vez era broma de alguien. |
| 14:29.0 | Me regresé |
| 14:26.8 | donde estaba mi amiga y cuando llegué con ella, la misma voz volvié a escucharse, esta |
| 14:33.0 | vestijo. |
| 14:34.0 | Y el mismo unido que tĂş pusiste en el video, ese mismo sonido se escuchĂł. Mi amiga estaba palida del miedo pero lo creĂ© tranquilizarla. Lo que no sabĂamos era que, que probarlo en mente, Sabos nos estaba advirtiendo de lo que se avesinaba. Y es que estábamos ahĂ afuera, más o menos una |
| 15:06.2 | media hora despuĂ©s cuando volteamos a ver hacia arriba, te juro que iba a pasar un grupo de tres o cuatro figuras. Lo más aterrador no era ver personas caminando las tres y medias de la madrugada, sino que parecĂan ir flotando, que eran figuras que no tenĂan |
| 15:28.9 | pies. no era ver personas caminando las tres y medio de la madrugada, sino que parecĂan ir |
| 15:25.3 | flotando, que eran figuras que no tenĂan pies, solo se ve y el torso se arriba, de la cintura para abajo no tenĂa nada. Le dije, me miga que volteara, que viera y cuando lo hizo, asustĂł tanto que nos metimos corriendo su casa y esperamos hasta que se le pasĂł el susto. |
| 15:49.1 | En las direcciones... veĂa era y cuando lo hizo, a su susto tanto que nos metimos corriendo a su casa y esperamos |
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