Muchas personas consideran insignificantes, lo que hacen por sus hogares, por sus comunidades, lo que hacen en sus trabajos o sus familiares. De hecho, lo consideran insignificantes porque nadie se los reconoce, nadie ve su esfuerzo, su entrega y hasta cierto punto es muy entendible, porque todos necesitamos ese reconocimiento, porque ese reconocimiento nos da seguridad, nos da importancia, funge como una necesidad básica de ser humano verdad? Pero si hoy tú sientes que nadie te ve, que es casi invisible. Déjame recordarte lo siguiente. Dios, siempre ha visto tu esfuerzo. Y se goza, se goza, piéndote hacer con tanto amor y con tanta gelencia lo pequeño y te prometo. ¿Qué ondía no muy lejar? Ok? Si continuas. Si sigue siendo fiel firme a tu propósito. ¿Pasas ser puesto? Muy onrosamente en lugar de privilegio. Y yo lo viví. Y es un lugar más que digno de tus talentos y dones, ¿sabes? Lo persiste. Presiste invenciosamente, se muy delicado, se muy quirúrgi con tu andar. Usa con mucha presteza, con mucha diligencia, lo poco que crees que vale si tienes. Eso te va a llevar a la grandeza. Nunca subestimes los días en donde nadie te ha aplaudido. Son justamente esos días, los que te están forjando, ¿sabes? El cielo se lleva a tu cuenta, aunque parezca que el mundo no toma nota, hay un Dios, hay un Dios que de todo lo, todo lo culto y te recompense en lo público, la excelencia, la excelencia que vida no nace en la multitud, no nace en la ovación, sin una intimidad. Y nás en la intimidad de quien hace lo correcto cuando nadie lo observa. Así que sigue construyendo con mucha fe, con mucho amor, aunque el terreno que tienes delante de ti está desierto, valdío sigue sembrando integridad, aunque los resultados no te están llegando y inmediato. En lo poco se revela el carácter,

en lo poco se fortalece el alma,

en lo poco se califica para obtenerlo mucho.

Entonces la afidelidad en lo pequeño no es poca cosa.

Ese es el entrenamiento divino

para que se te otorre el peso del eterno.

Epícico en eso.