Hoy quiero hablar de un tema no sé si difícil pero espinoso, algido pero muy necesario, muy necesario. Y yo al menos una vez al año desde hace 16 años,

una vez al año, incluso lo incluyo en el temario de mis mensajes.

Esto incluye algo que Dios tiene que refrescarnos año tras año,

aunque sea una palabra nueva, son los mismos principios que a veces

necesitamos recordar.

Pero antes necesito hacer algunas aclaraciones muy pertinentes

para no herir ningún tipo de sus actividades, ni aquí, ni en casa.

En primer lugar, durante muchos años,

yo he sido muy reticente y evasivo respecto a hablar acerca de dinero.

Eso es especialmente porque se ha exagerado la manera de hablar,

se ha quemado la tierra en un punto, por lo general,

yo suelo a autosensurarme a la obra de estos temas,

debido insisto a la mala fama de muchos ministerios

y otros tantos malos precedentes que pululan el universo evangélico.

La mayoría se atode que los manipulen, que les saquen dinero.

Y es verdad, yo estoy plenamente consciente

que el lucho contra el exteriotipo

de que hacían estos pastores o ciertos líderes

lo único que les preocupa

es conseguir que la gente de más dinero y la gente se dio cuenta, nos dimos cuenta,

se acabó el silencio de los corbíeros, de dejarnos manipular,

es como que nos dimos cuenta de que a veces detrás de todo hay manipulación,

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