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Dante Gebel Live

El rey y la golfa

Dante Gebel Live

Dante Gebel

Religion & Spirituality

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🗓️ 6 October 2025

⏱️ 77 minutes

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Summary

Las doctrinas y las reglas tratan la conducta, pero no sanan las fracturas en lo profundo de nuestra alma. En cambio, la gracia actúa desde dentro, a nivel del corazón. Si comprendemos que tenemos debilidades que nos superan, Jesús estará cerca de nosotros; sólo necesitamos ser sinceros, confesar nuestros pecados y arrepentirnos. La gracia y el amor del Señor son incondicionales. Él no nos abandonará porque hayamos tenido un aborto, nos hayamos embriagado, o hayamos mirado pornografía. ¡Él nos ama y nos ha hecho parte de la familia real por toda la eternidad!

Transcript

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¡Estamos listos para que Dios nos hables! ¡Ciono! ¡Muy bien! Voy a transmiterte lo que creo Dios puso en mi corazón. Durante este gran parte de mi vida, yo he oído hablar de la gracia de Dios, del perdón de Dios, pero creo que en los últimos 10 años en esta década recién logra entenderla un poco más, de a poco comencé a entender las increíbles implicaciones que tiene la gracia, como que siento una pasión renovada por comprender lo que la gracia de Dios significa para mi vida, para la iglesia, para la gente que nos ve de cualquier parte de mundo

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y para los que no tienen a Cristo, para los sinconversos.

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Cada vez que leo la Biblia con ojos nuevos,

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o sea sin que estén viciados, osesgados por la religión,

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lo único que yo puedo ver es su gracia.

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Es como que toda la palabra, deportada, portada, de tapatapa, diríamos, clama por una sola palabra, gracias de Dios. Por eso, en cada mensaje que me toca transmitir, independientemente del tema, yo siempre regreso casi monotemáticamente a la gracia de Dios. Y lo hago a Dred, siento que es lo que podemos fluir, lo que podemos dar, siento que nuestro llamado en cada mensaje, yo trato siempre de dar alguna piscita al menos de la gracia, porque mi deseo es que veamos a los pecadores como Dios los ve. O mejor dicho como Dios no ve a nosotros, ¿no? Mi deseo es que cada vez señalemos menos con el dedo a las personas ni las condenemos. Mucho menos intentemos salvarlas como si acaso pudiéramos, sino que nos limitemos a amarlas. Todo lo demás el Espíritu Santo lo hace de una manera sencilla. Nuestra orden es amar, al prójimo, nuestra orden es amar incluso a los enemigos. No nos dijo que que tenemos que ir a salvarlos, y predicarles, pero nosotros no vamos ni morimos por ellos. Pero a menudo solemos ser jueces más duros, que Dios mismo, y me incluyo. Se pone en juez, vestimos nuestra toga, hacemos repiquetear nuestro martillo, y no tomamos siquiera el tiempo de conocer las historias de la gente. Yo digo siempre, de trádeca de rostro, adusto, de tráde toda persona que a veces no puede hasta exasperar, hay una historia triste, hay una infancia, una vez un psicólogo decía que era una gran experiencia, ver a los adultosos como niños, que tuvieramos el ejercicio de ver a cada persona como el niño que fue, por lo menos imaginarnos cómo pudo haber sido de niño. Entonces uno ve diferente a ese viejo que nos vuelve loco en el tránsito, a ese chinito que se nos cruza con un novete chiquitito, cuando uno ve a la señora Chuzma chiquitita,

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diría algo le pasó en la vida para hacer esa señora

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que hoy se meten la vida gena, ¿no?

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Porque no olvidamos que todo hemos pecado y que todo hemos vivido.

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Una vez te conté e insisto con esta idea de que solemos medir

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a la gente con nuestro pecadómetro, etiquetamos los pecados de la siguiente manera, pequeños, pecados medianos, pecados grandes y pecados escandalosos, que eso sí danazgo, ¿no? Sin embargo, en ningún lugar de la viola encontramos que haya distinción, que Dios haga distinción entre varios niveles de pecado, como digo siempre entre en la misma lista de lo misida, aparece el chismoso, en la misma lista. No es lo mismo comentar un chismes sabroso entre tacos y pupusas, que matar a una persona. Bueno, para Dios es exactamente lo mismo, sino hubiese hecho una lista con pecados mas inocros y pecados groseros. Sin embargo, los coloca en el mismo listado. Dios no comparte nuestro sistema de evaluación. No mire lo que mire el hombre, lo que mire el hombre, le dijo, Dios, a Samuel, yo mire el corazón, no te confundas. Entonces para él, todos los pecados son igual de malos y todos los pecadores merecen o merecemos el mismo amor, cosa que nos cuesta comprender, pero todos, todos. Ahora, es evidente que los pecados tienen diferentes consecuencias, cada pecado tiene diferentes consecuencias, algunos pueden hacernos que nos metan en la cárcel, incluso. Otros apenas se van a notar, hay pecados como la envidia, celos, el resentimiento, el, chisme que mencioné recién, que no merecen una pena capital, o son vistos a través del código penal de ningún país. Sin embargo, para el señor sí. Pero el mayor problema de la Iglesia actual, este es mi pensamiento, no digo que tenga que ser el pensamiento, mi pensamiento, mi humilde definiciones, que el mayor problema de la Iglesia actual no es el pecado en sí mismo, sino nuestra falta de aceptación de la gracia. Siempre hubo pecado fuera y dentro de la Iglesia, y va a seguir habiendo, pero el principal problema es nuestra aceptación del perdón, porque solemos a ferrarnos a nuestra santidad y luchar por nuestra perfección casi como un acto reflejo, como si dependiera todo de nosotros. Amo la santidad, amamos la integridad y la santidad, no obstante el buscarse el provos, el buscarse el personas ínteg transparentes, diáfanas, no es nuestro esfuerzo. No podemos abaratar el sacrificio de Jesús intentando reenbolzarlo, casi es una ofensa. Entonces podemos cambiarnos el traje, usar corbata, alargar las faldas en el caso de las damas. Podemos usar un vocabulario evangelico y que si Dios te vendía y te redima de la ocupicencia de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca de la gran barca detrinaron que si cambiamos el exterior, el interior va a cambiar de manera orgánica. Se acuerdan la frase aunque el mono se vista, aunque la mona se vista de ceda, mona queda, les daven, ¿no? Y no lo dijo, saló mono, lo dijo alguna comada por ahí, pero quedó. Pero a veces pensamos que el exterior puede cambiar el interior de una persona, lo hemos visto que no funciona. Por eso cuando vemos los nuevos ricos que se hacen ricos, porque no sé, de la noche a la mañana tuvieron varios seguidores en las redes o se ganó la lotería, uno se da cuenta que pueden cambiarse de ropa, vestirse con estilo, en Prada, Tom Ford, Gucci, Highson Rorren, Dolce Y Campana, Tante que Bel, aún así. aún así, no, no, no, no, no, cambian el interior. Pero siempre, caramba que lo vimos intentando, ¿no? Pero quicemos la capa externa. Sakemos las costumbres, renovamos el maquillaje y debajo siempre va a aparecer nuestra verdadera naturaleza. Un corazón egoísta, orgulloso, taimado, pecador. Yo creo que nadie es mejor que Pablo para describir esto, el apóstol, el en romanos, capítulo 7, versículo 18, confesó, porque yo sé que en mí es decir, en mi naturaleza, dijo Pablo, de hombre pecador, no hay nada bueno. En mi propia naturaleza, en mi esencia no hay nada bueno, dijo Pablo, aunque tengo el deseo hacer bien, mi naturaleza no me permite hacerlo, qué confesión, dice yo no hago el bien que quiero hacer, sino el mal que no quiero hacer, ahora bien, dice Pablo, si hago lo que no quiero hacer, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que mora en mí, que habita en mí, ahora te lo voy a explicar. Dice, me voy a contar Pablo, añade, que aún queriendo hacer el bien, solo encuentro el mal a mi alcance. Es como que tengo una inclinación innata para meter la pata, eso lo acabo de agregar. En mi interior dice Pablo, me agrada la ley de Dios, pero veo en mi interior, en mi exterior, perdón, me agrada la ley de Dios, pero veo en mi interior, otra ley que se opone a mi capacidad de razonar, como que hay una dichotomía, un antagonismo de mi carne y lo que quiero hacer, que es la ley del pecado, que es también y me tiene preso, desdichado de mí, termina, quién me va a librar del poder de la muerte que está en mi cuerpo. Claro, parece un problema descargado, parece una prosa de alguien que está a punto a quitarse la vida. Pero lo que trata de decir Pablo, o lo que nosotros tratamos de disernar, es que no importa lo que hagamos, cuánto nos se forsemos, siempre estamos de algún modo pecando contra Dios. Esto significa que hay algo en nosotros que es una naturaleza, como cuando se escuse un ratón a un gato, o a un perro casejero, otro perro la veridad de enfrente, hay algo en nosotros, nuestro instinto que nos lleva, tenemos una inclinación a pecar, no hay un momento donde decimos, bueno, yo ya estoy apartado de todo pecado a la luz, a gloria, Dios al Cordero y Mac maculado. No, el verdadero, yo, tanto temprano, siempre trata, o en el peor de los casos sale a la superficie. Mentimos, exageramos, codicíamos, celamos, demandamos, sigo, chismiamos, murmuramos, envidíamos, insultamos, que levante la mano quien puede tirar la primera piedra diciendo, yo ni se nada de eso en esta semana. Como verán, la doctrina externa nunca altera lo interno. Probable no se fuerza. Nuestros nuevos hábitos nunca no hacen nueva al alma, el nuevo hábito no va a ser nunca que nos camos de vuelta. Lo que nos hace nuevos es la gracia divina. Es la gracia, es la sangre de Cristo, lo que nos hace nuevo. Parece una tontería, pero lo diré otra vez. Es la gracia, lo que nos hace de nuevo. Yo no estoy haciendo una apología pecar. No estoy diciendo que tengamos el desdén o la desidia de, Bueno, peque, mototal, viste lo que dijo adante, al final cabos somos gatos, perseguiendo ratón. No. Lo que trato de decir que no hay esfuerzo humano, que nos haga santos. Pero alguno de nosotros nos sentimos tan abrumados por nuestros fracasos, que no podemos creer que Jesús nos ama. Se dice esto una y otra vez, y sin embargo, gente dice, no, no, pero yo ya la fregué mucho. Agote la línea de crédito de Dios. Ese es el problema. Ese es el verdadero problema, no es que la gente esté consciente del pecado, estamos todos conscientes delcado, caramba que lo estamos pero si estamos luchando contra el pecado no necesitamos más fuerza de voluntad lo que necesitamos más relación con Jesús no más fuerza de voluntad para no pecar, necesitamos más de Jesús no hay fuerza de voluntad que nos va a hacer no pecar, porque Pablo, él aposto el Pablo, quizá hay hombre más puro que haya vivido, dice, yo tengo un cuerpo que se incrina para el pecado y quiero hacerle bien y no puedo hacerle bien, no sé con lo que estaría luchando Pablo, tendría que ver con esa debilidad, con ese a Guijón,

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que le pidió tres veces que se lo quite al señor y Dios dijo, ¿no? ¿Por qué eso te mantiene humilde? No lo sé. Lo que sí es que no hay esfuerzo, que nos va a mantener santo. El punto no es evitar el pecado. El punto es amar a Jesús. Porque alguien que no esté enamorado de Jesús, va a pecar. Entonces, yo puedo decir, no hay que hacer esto,

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no se puede hacer lo otro, esta es la nueva lista para ingresar a River y eso es simplemente formar un clún, con lo que se puede y lo que no se puede hacer. Pero eso no nos va a conducir a tener una relación con Jesús. Lo dí de otra vez, no necesitamos no pecar, no necesitamos fuerza de voluntad, Necesit una relación más íntima con Jesús. Me siguen hasta ahí. Ahora bien. Y es un hecho. Todos le tenemos el miedo al rechazo. No hay un ser humano que no tenga un poco de miedo al rechazo. No hay alguien tan seguro que, digamos, me pueden rechazar y yo no siento nada. Sentimos rechazo cuando no calificamos para un empleo, cuando aplicamos y no calificamos para una universidad, cuando nos rompen el corazón. Todos tenemos ese miedo al abandono de quien alguna vez juró a Marnos. Ya sea de los padres de un con suje, de los propios hijos que se aparten, que ya no nos hablen como antes. Y ese miedo rechazo nos hace preguntarnos si Fulano, Fulana me conociera de verdad. Le caería bien, si mis amigos se enteraran de mi pasado. Si mi pareja pudiera leer mis pensamientos, si los que están amilados supieran milados, curo, cambiaría su opinión sobre mí y el miedo al rechazo se expande como un derrame de petróleo contaminándolo todo y contaminando nuestra seguridad y a nuestros credos, a nuestras convic puede convertirnos ese miedo al rechazo en perfeccionistas, amadores de la sana doctrina, simuladores, que solo quieren complacer a los que los ven, a los demás, le llamanpeja, no se despeja, no se despeja,

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no se despeja, no se despeja,

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no se despeja, no se despeja,

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no se despeja, no se despeja,

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no se despeja, no se despeja,

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no se despeja, no se despeja,

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no se despeja, no se despeja,

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pero todos se hacen los sobrios.

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Si yo cuento que estoy luchando con la pornografía

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y se me escapa de pedir la oración a alguien,

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