Muy bien, voy a transmitirte lo que creo. Dios me dijo que te diga. Esta semana pasada, yo

me editaba en el hecho de que desde los 19 años aproximadamente que no he dejado de hablar

en público por providencia divina y de una u otra manera desde los 19 años, lo cual

es mucho Dios me ha dado ese placer. Y recuerdo que una de las cosas que me sostuvo hasta

la fecha fue el consejo más sabio que escuché de un viejo pastor, que me regaló allá a

finales de los 80, yo era muchachito. Y este hombre de Dios que ahora actualmente está en la

presencia del señor me dijo, hijo, transmitir un mensaje se compone de dos partes, un juego externo

y un juego interno. El externo se trata de vencer los obstáculos externos de transmitir un

mensaje, hablar el intelecto, tratar de llegar a la mente de la gente, dar una buena oratoria,

eso es el externo, ¿no? Para dominar ese juego externo tienes que aprender a gesticular,

tienes que dominar el lenguaje del cuerpo, tienes que leer mucho, me dijo gran consejo,

adiviendo a lo que mamá siempre me exigía que lea mucho con voracidad, ella me decía,

tenés que leer mucho para no tener problemas de ortografía, aparte para mejorar tu

dialéctica, para mejorar, nutrir tu lenguaje, me decía mi mamá, el lenguaje de serrante es

maravilloso el español, por eso siempre de paso entre paréntesis, le digo a los padres,

se que el indo que a los hijos, a nuestros hijos, que nacieron acá, les exijamos, les hablemos

en español, yo sé que es más fácil para que entienda hablar en inglés, pero después

los otros hijos están, yo vine con la mapa para acá, para el iglesia y es una pena, porque

tenemos un lenguaje maravilloso, bueno, el juego externo me decía, este pastor es lo que

escucha la gente, lo que se admira o en su defecto se desprecia o signora, pero uno cumple

en transmitir lo que Dios nos dice a los predicadores que transmitamos, pero existe otro juego

más importante que ocurre en la mente del predicador, del orador, del conferencista,

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