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🗓️ 11 September 2025
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| 0:00.0 | ¿Te suena la palabra titulitis? ¿Sabes lo que significa? No, no es una enfermedad de la parato digestivo ni nada que pueda escurar con antibióticos. Aunque suene parecida a gastritis o tendiditis que son inflamaciones del estómago o de los tendones, titulitis no tiene que ver con una parte concreta del cuerpo, pero sí que puede afectar a muchas áreas de nuestra vida, porque la titulitis es una especie de inflamación del currículum, ese papel que dice donde hemos trabajado y sobre todo que hemos estudiado. La titulitis es bastante frecuente en España y es un fenómeno curioso y en este episodio te lo voy a explicar un poquito mejor mientras mejoras tu español, por supuesto. Antes de seguir te recuerdo que en Spanish Language Coach.com puedes leer la transcripción gratuita de este episodio, ver la traducción al inglés y usar las tarjetas de vocabulario para aprender las palabras nuevas, todo totalmente gratis. 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Y por supuesto que en determinadas profesiones la educación es supernecesaria. Nadie que ría pasar por un puente diseñado por una mujer que no es ingeniera, o ser tratado por alguien que dice tener conocimientos de medicina, pero no ha estudiado formalmente. Pero es verdad que en otras ocasiones, con otros trabajos, cuando confiamos ciegamente en los títulos, podemos contratar a personas no cualificadas, excluir a otras muy capaces, pero sin títulos oficiales, o valorar más el papel, el título académico, que la experiencia o la ética. Esto pasa en España y crea un mercado laboral donde la forma importa más que el fondo. Y eso es peligroso porque la sociedad empieza a valorar más las apariencias que las habilidades reales. Y además, cuando el título se convierte en un objetivo más que en un proceso de aprendizaje, es fácil caer en la trampa de parecer el lugar de ser. Y que ocurre entonces, pues aparecen las falsificaciones, los curriculos inflados, las medidas verdades, personas que compran trabajos académicos, encargan tecis a otros o incluso inventan másteres que no han cursado. Y eso, además de poco ético, es injusto para quienes se han dedicado tiempo y esfuerzo real a formarse. Especialmente en un mercado competitivo como el español. Y claro, cuando quienes hacen estos son personas con poder, por ejemplo, la clase política, el problema se hace más grave. Se normaliza la mentira. Se envía un mensaje peligroso. no importa tanto lo que sabes, sino lo que pareces saber. Pero sería injusto centrar todo el episodio solo en ellos, porque la titulitis no es solo un problema de la clase política, no. También es una realidad en muchas empresas, en procesos de selección en la vida cotidiana, Es más profundo. Y hay una razón por la que tanto los ciudadanos como las empresas y no solo los políticos persiguen los títulos. Tiene que ver con la historia. En mi familia, por parte materna, se ve perfectamente este cambio. Mis abuelos eran analfabetos. Literalmente no sabían leer ni escribir, eran personas trabajadoras del campo, pero no tuvieron la oportunidad de ir al colegio, y esto era muy habitual en su generación. Sus hijos, mis tías y tíos y mi madre si pudieron ir a la escuela, al menos durante un tiempo, las mayores pues dejaron pronto los estudios para ayudar en casa o empezar a trabajar, pero ya hubo un cambio, dejaron de ser anulfabetas, aprendieron a leer, a escribir, a hacer cuentas, y eso ya fue un gran avance generacional. Y en la tercera generación, la mía, mis primos y yo, fuimos los primeros en llegar a la universidad. Y esto, que puedes sonar normal hoy, pues fue un cambio radical, algo que en muchas familias españolas, como la mía, se vivió con muchísimo orgullo, porque estudiar a la universidad era de verdad una conquista social. Cuando yo lleve mi título universitario a casa era como si fuera un trofeo colectivo, no solo mío, era el resultado del esfuerzo acumulado de generaciones anteriores de mis abuelos, que no pudieron estudiar de mis tías y mi madre que sí aprendieron a leer, aunque no pudieron completar la educación secundaria, de mi madre que siempre dijo Cesar Tudia. Porque para la generación de mis abuelos, la educación era un privilegio y no un derecho accesible para todos. Ir a la universidad era algo reservado para las élites, algo muy lejano para la clase trabajadora. Y con el paso del tiempo la educación se fue democratizando. En España, especialmente tras la dictadura franquista, el acceso a la educación pública fue una conquista importantísima para la ciudadanía. La universidad se empezó a ver como una oportunidad real para ascender socialmente y es que lo era tener un título universitario podía cambiar tu vida por completo. Habría puertas, te daba estabilidad y prestigio. Y por eso, durante muchas décadas las familias hicieron grandes esfuerzos para que sus hijos pudieran estudiar. Era un símbolo de progreso, un orgullo, incluso si los padres no habían ido nunca al colegio, querían ver a sus hijos con un título. No por apariencia, sino por lo que representaba, una vida mejor. Y eso de alguna forma ha quedado grabado en nuestra cultura. Esa es la historia de cómo hemos llegado hasta aquí para que entiendas un poco mejor nuestra relación con la titulitis, ¿ok? Y ahora hablemos del presente. Hoy en día, con más del 40% de la población española con estudios universitarios, los títulos siguen siendo importantes, pero también han perdido parte de su valor diferencial. Antes, eran algo excepcional, hoy son algo común y eso ha provocado que muchas personas sientan que necesitan más otro master, otro curso, otro certificado y aquí es donde entra de nuevo la títulos, porque pasamos de valorar la educación como herramienta, de transformación social, a valorarla como herramienta de diferenciación. Ya no es solo aprender para vivir mejor, es aprender para destacar, para competir, para sobrevivir en un mercado laboral cada vez más exigente, especialmente exigente en profesiones cualificadas para la población joven. Y esta población sufre una tasa de paro o desempleo del 25% es decir, uno de cada cuatro personas jóvenes en España no encuentran trabajo y hablando de titulitis las empresas también han contribuido a esto, pero hay algo más que he notado a lo largo de mi experiencia profesional y personal en dos países. He vivido y trabajado tanto en España como en Reino Unido y hay una diferencia cultural muy marcada respecto al valor del título académico. En España tradicionalmente el título parece marcar el camino profesional de forma muy estricta. Si estudias filosofía, se espera que seas profesor de filosofía. Si estudias derecho, te ves como abogada. Si estudias biología como investigador o profesora. Parece que el título no solo es un documento sino un destino y sin embargo en países como Reino Unido he visto una flexibilidad mucho mayor y conozco a personas que estudiaron filosofía y hoy son periodistas, trabajan en marketing o incluso se dedican al derecho. El título universitario se ve más como una base de pensamiento crítico, una prueba de que puedes aprender y desarrollarte profesionalmente y no como una etiqueta fija que te acompaña toda la vida. Esta régidez en España también puede generar frustración, porque muchas personas sienten que si no encuentran trabajo, de lo suyo, como se dice, de lo que han estudiado, han fracasado. Cuando en realidad, el mundo laboral no es tan lineal, tener un título no debería limitar sino abrir puertas, pero a veces en nuestra cultura se convierte como en una jaula dorada. Muchas veces piden requisitos excesivos en sus ofertas de empleo. Buscan personas con doble grado, master y idiomas, experiencia para un trabajo que quizás no lo necesita. Y claro, eso hace que las personas sientan la necesidad constante de seguir acumulando títulos, aunque no tengan un impacto real en sus capacidades. |
| 11:09.2 | Y otro problema con la títulos es que también devalua la educación. El aprendizaje se convierte en una carrera por el diploma. Y eso lleva a cursos rápidos, sin profundidad, a universidades que funcionan como fábricas de diplomas y a estudiantes que solo quieren el papel no el conocimiento. Y todo esto en realidad refuerza desigualdades, porque no todo el mundo puede pagar un master ni dedicar tiempo a estudiar. Así que los títulos se convierten en símbolos de status más que desfuerzo o de capacidad. Y a veces, que más estudia no es que más aprende, y que más títulos tiene no es quien más sabe. Hoy en día se habla mucho de meritocracia, la idea de que quien más es fuerza más lejos llega. Pero la realidad es que muchas veces el acceso |
| 12:07.0 | a los títulos depende del dinero, del contexto o de la red de contactos. Si tus padres pueden |
| 12:14.2 | ayudarte económicamente, si vives en una ciudad como en las universidades, si tienes tiempo |
| 12:20.7 | para estudiar, tienes ventaja, ¿no? Y eso no siempre se ve reflejado en el currúiculum, |
| 12:27.2 | pero está ahí. La titulitis también hace que olvidemos lo importante en el desempeño o la |
| 12:35.2 | performance de una persona, la experiencia, la creatividad, la unestidad, la capacidad de resolver |
| 12:43.2 | problemas reales, esas habilidades no siempre se enseñan en clase, pero son esenciales para cualquier trabajo. Y estoy seguro de que estás de acuerdo conmigo si ya estás o has estado trabajando unos años. Y por último, la titulitis produce una desconexión entre la educación y el mundo real, porque si hay muchos títulos pero poca práctica terminamos con profesionales muy formados pero poco preparados, personas que han pasado años estudiando pero que nunca han trabajado en su campo, que saben la teoría pero no la práctica. Entonces, ¿qué hacemos con todo esto? |
| 13:25.6 | Quizás no hay una solución rápida, quizás sólo necesitamos darnos cuenta de cómo hemos llegado hasta aquí, entender que la titulitis no nace de la nada, sino de una historia de esfuerzo colectivo, de generaciones que lucharon por estudiar, por mejorar, por conseguir una vida mejor, pero también es momento de reflexionar si es esfuerzo sigue teniendo el mismo sentido hoy. Si no estamos perdiendo de vista el valor real de la educación, el de aprender, el de crecer, el de pensar por uno mismo, muy importante este último, y quizás con el tiempo esta obsesión por los títulos vaya cambiando en España. Quizás empecemos a valorar más la capacidad de comunicar, de crear, de colaborar y menos el número de diplomas en una hoja de papel. Ojalá, ojalá, llegue un momento en que estudiar |
| 14:25.9 | no sea una carrera por destacar, sino una forma de conectar mejor con el mundo. Y ojalá llegue un momento en que podamos decir con tranquilidad, lo importante no es lo que tienes, sino lo que sabes hacer con ello. Estudiante, si este tema te ha hecho pensar, te animo a dejar un comentario y contarme |
| 14:49.0 | si en tu país también existe esta obsesión por los títulos. ¿Crees que hay títulos donde tú vives o lo has sentido tú en algún momento de tu vida? Y si te ha gustado este episodio, suscríbete, recomiendalo a otros estudiantes y valorar |
| 15:05.2 | el podcast en tu plataforma favorita. Con eso me ayudas mucho a seguir creando contenido |
| 15:12.2 | como este. |
| 15:13.2 | Una verdad, Juan Le. |
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