Hola, buenos días. Gracias por estar aquí despertando podcast.

Iniciemos este día presentes y conscientes.

Decir a Dios es uno de los procesos más dolorosos que vivimos los seres humanos.

Es difícil aceptar que las cosas no son para siempre y que todos los ciclos llegan a su final en algún momento. Cuando alguien se va de nuestra vida, se puede llegar a sentir como si una parte de nosotros también se fuera con esa persona.

Una de las cosas que hace que esto sea aún más complejo es que nadie nos enseña como se extraña.

No hay manuales ni instrucciones que nos guien en este camino lleno de emociones encontradas.

Nadie nos prepara para enfrentar la ausencia y cómo manejar todas las emociones que surgen en una despedida.

Nos encontramos en un terreno desconocido, sin saber qué hacer con ese espacio

que de pronto se ha quedado vacío.

Nos cuesta trabajo darnos permiso de estar tristes, de aceptar que nos duele. Creemos

que debemos mostrar fortaleza en todo momento, ocultar nuestras lágrimas y aparentar

que todo está bien, pero en realidad necesitamos permitirnos sentir.

Es válido llorar la partida de quienes amamos, permitir que la tristeza nos invada y expresar

nuestro dolor.

No debemos negar nuestras emociones, sino abrazarlas y permitirnos anar a nuestro propio

ritmo.

Cuando a alguien se va, no sólo nos visita la tristeza.

A veces llegan emociones que pueden ser un poco más confusas en un momento

así, como el enojo y la culpa.

Nos encontramos en un torbellino de sentimientos, sin saber cómo enfrentarlos o cómo canalizarlos

adecuadamente. Navagar por estos remolinos puede ser un reto enorme,

pero es importante recordar que estas emociones son normales y parte del proceso de duelo.

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