Bienvenidos y bienvenidas comunidades relatos de la noche, estamos adentrándonos en una nueva canasta de historias de horror,

una recopilación con algunas de las historias más aterradoras que nos han hecho llegar en las últimas semanas.

Están listos para escuchar.

Les recordamos el agradecimiento enorme a todas las personas que han tenido la confianza de compartirnos sus relatos, su experiencia,

y estamos esperando que tú nos compartas la tuya.

Si no te ocurrido, no te preocupes.

En cualquier momento puedes debir algo que te dará el protagonista de la siguiente edición de relatos de la noche.

Hola comunidad, hoy quiero contarles una de las tantas historias que mi abuelo materno me ha relatado.

Cuando mi abuelo presto servicio como policía en su juventud, cuenta que para trasladarse de un pueblo a otro,

él y sus compañeros debían hacerlo a pie o a caballo, pues para eso sepocacera muy raro si alguien tenía vehículo.

En algunas de esas ocasiones, tuvo que bajar solo ya que su grupo se encontraba en otras misiones, y él tenía que ir a otro pueblo a prestar servicio y dar guardia ya.

El trayectora de aproximadamente unas tres horas, y mi abuelo para cortar camino, decidió ir por una trocha.

Aquel camino estaba un poco abandonado, pero sin duda le horraría al menos una hora de camino.

Eran aproximadamente las diez de la noche, y el caballo en el que iba empezó a comportarse de manera extraña.

Parecía que estaba asustado, ya que hacía movimientos como de no querer seguir caminando.

Mi abuelo extrañado imaginó que se trataba de algún delincuente y no bajo la guardia, trató de calmar al animal o bien lo convenció de avanzar.

Unos diez minutos más adelante, mi abuelo escuchó entre los árboles un pequeño quejido, y lo que parecía ser una mujer llorando.

Claro, mi abuelo siempre fue exéptico, así que por su labor como policía, su primer impulso fue ayudar a aquella mujer en lo que se aquel estuviera pasando.

Se bajó de su caballo, y lo amarró un posto que se encontraba en el camino.

Mientras tanto, se adentro un poco entre los árboles, y cada vez escuchaba más cerca de esos unidos.

En lo que mi abuelo iba por fin encontrando a quien lo se mitía, el caballo nuevamente se puso mal, en lo que si hoy sólo buscaba la forma de soltarse, de huir.

Y finalmente mi abuelo, bajo un árbol, encontró a una mujer con un vestido largo y desgastado.

...