Me la vivo cayendo voces en mi cabeza que me dicen, no puedes, pero me encargo de aplastarlas

con unas promesas de Dios, porque sé que no camino solo, sé que no dependo solo de mis

fuerzas.

En estos momentos de duda, cuando las voces del miedo y la inseguridad se hacen más fuertes,

me ferro a lo que sé que es verdadero, soy capaz y que no hay imposibles cuando confío en su

propósito. Cada vez que esas voces intentan frenarme, recuerdo que no estoy definido por mis

temores ni por las limitaciones que otros, o yo mismo, he puesto en mí. Yo he hablado vida en

mí, ha puesto propósito en mí y sus promesas son más grandes que cualquier obstáculo que yo pueden enfrentar.

He aprendido a caminar con fe, aunque no siempre ve el camino claro,

lo único que sé es que él me guía,

incluso en los momentos de oscuridad e insertido humbre.

Es en esos momentos cuando las dudas me rodean,

pero su palabra siempre resiona más fuerte en mi corazón.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Eso es lo que me repito.

Esas palabras no son un consuelo,

son una declaración de guerra contra cualquier pensamiento que intente decirme lo contrario.

No es que no hay escuchado en no puedes,

sino que decidí no permitir que ese tenga la última palabra.

No voy a levantar cada día con la convicción de que aunque el camino sea difícil,

estoy respaldado por una fuerza mucho más grande que cualquier reto.

Que la promesa de Dios no es que no habrá batallas,

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