Tento de alguna otra parte, es un río que no se detiene.

El hábito mía en la calle por la vez.

Viverte, es un río que no se detiene la llama.

Son las dos y media de la madrugada en tu casa.

Todas en tu casa están durmiendo, tu conjuje, el perro he hecho una bola de pelos en algún sitio de la casa, a los niños, menos tú.

A ver si puedes identificarte y pensar que bien este mensaje podría incluirte.

Te volteas hacia un lado en la cama, volteas hacia el otro, nada parece funcionar.

Sabes que allá fuera de tu casa hay problemas, así que no duermes bien.

La noche debería ser una tregua, no solo para el cuerpo, sino también para el alma.

Dicen que uno con siete u ocho horas de sueño pueda recuperar las energías, así como se carga un celular a la pared.

Pero que si la mente y el alma no descansan, te levantarás más cansado que si no hubiese dormido.

Y entonces son las dos, las tres, las manecillas del reloj o en los números digitales parecen no avanzar.

Tienes una angustia que no podrías describir en palabra si alguien te dijera, exactamente ¿qué te pasa?

¿Por qué estás triste? No sabrías qué decir.

No tienes algo como un diagnóstico médico, una quiebra financiera, una carta del banco.

Sin embargo tienes una angustia que no te permite respirar profundamente o contra tranquilidad.

Y no es que te agarró un demonio, no significa que eres un fracaso o lo que es peor que dejaste de ser cristiano.

De hecho, los cristianos batallamos con esas cosas, se llama ansiedad.

La ansiedad es esa angustia que está en lo profundo del alma como incrustado,

como si fueran guijarros pequeños o granos de arena que lastiman el pie porque están en el zapato.

No es un gran problema, pero ahí están causando temolestia.

Es como un temor de baja intensidad, como un malestar,

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